Decía Sigmund Freud que quien piensa en fracasar ya ha fracasado antes de empezar. Al Real Madrid, y ahí incluyo a su entrenador, del que ahora hablaré, le pasa eso en la Liga: a un buen montón de puntos del Barça y a otro montón más pequeñito de puntos del Atleti, luchando con el Valencia por la tercera plaza que, al menos al ganador de doce Copas de Europa, no le sirve absolutamente para nada más que para avergonzar a sus aficionados, la plantilla (ya lo dijo hace un mes Toni Kroos) ha decidido que el objetivo de este año es acabar entre los cuatro primeros, que son los puestos que dan derecho a participar en la Champions de la próxima temporada. Es así: ya no es sólo la Copa, ahora también es la Liga la que estorba y se reservan las fuerzas para adorar al Becerro de Oro de La Decimotercera.
Nada más acabar el partido lo dijo Nacho: "Ahora tenemos otro encuentro difícil de Liga... que nos servirá de preparación para la Copa de Europa". Así que la Copa del Rey sirve para preparar la Liga que, a la vista está, sirve a su vez para preparar la Champions. Es un enorme disparate porque, entre otras cosas y aún sin Neymar en el once titular, nada nos asegura que este Real Madrid guadianesco no dé también la "espantá" en París. Y entonces, ¿qué? ¿La Champions de 2018 como preparación de la Champions de 2019? A la percepción de que los equipos participantes en la Liga española no son más que sparrings para el PSG contribuyen decisivamente las alineaciones y la toma de decisiones de Zidane, empeñado en abrirse a topetazos la cabeza contra una pared de granito. Su contumaz persistencia en seguir apostando por una serie de jugadores muy definidos que le han fallado es ciertamente sorprendente. E inquietante.
Achraf, señor Zidane, no está. El chico no está. Y mira que yo le he defendido... pero no está. Ni está ni se le espera. A Llorente le pasa tres cuartos de lo mismo. Sin Kroos, Marcelo y Modric por lesión no se puede prescindir, además, graciosamente de Carvajal, Casemiro y Cristiano porque se está dejando sin seis titulares al equipo y en un campo difícil y ante un buen Espanyol. Benzema, que venía de hacer un buen partido ante el Alavés, al banquillo y, de nuevo, Ceballos los últimos diez minutos de la basura... ¿para qué? Con Bale ¡de delantero centro!, el cambio de Mayoral ¡a falta de dos minutos! me volvió a recordar al del otro día de Ceballos. Y, para colmo, luego está el paseíllo que se pegó Isco, que volvió a estar fatal, desde el centro del campo hasta la banda cuando fue cambiado. Uno tiene la desagradable sensación de que esto se le ha ido a Zidane definitivamente de las manos. Adoremos todos al becerro de oro de La Decimotercera.