El otro día estuve viendo The Damned United, el biopic de Brian Clough. Me habían hablado muy bien de la película aunque, y creo que ya lo comenté aquí mismo, me pareció que era más el ruido que se había montado alrededor suyo que las nueces cinematográficas. Sin embargo el film de Tom Hooper sí sirve para descubrir a uno de los tres entrenadores más prestigiosos del fútbol inglés. Dos de ellos ya fallecieron (Bill Shankly y el propio Clough) y el otro, Alex Ferguson, vive y colea. Es curioso pero los tres están cortados por el mismo patrón: ególatras, vanidosos, pagados de sí mismos y, al fin y a la postre, competitivos y triunfadores en todos sus equipos. Hablando de su trabajo, Clough, tan dado a pronunciar frases grandilocuentes como su colega del Liverpool, dijo una vez lo siguiente: "si el zorro es listo encuentra un agujero y se esconde. Si es descubierto, excava hacia arriba y se lanza contra los perros. Pero un entrenador nunca ha encontrado un agujero donde esconderse".

Hasta ahora Pellegrini había encontrado un agujero en el que esconderse: el de los resultados. El Madrid no jugaba nada bien pero acababa ganando sus partidos. El chileno debió darse cuenta de que ya no estaba en el River o en Villarreal cuando, a pesar de las victorias, su jefe salió diciendo aquello de que el equipo tenía que fascinar. Pellegrini contrarrestó entonces afirmando que cada vez estaban más cerca de lo que él quería. ¿Y qué es lo que quiere Pellegrini?... Ni idea. Sólo sabemos que no quiere que el Madrid juegue como el Barça. Pero es que, aún perdiendo, el equipo de Guardiola me gusta más que el de Pellegrini cuando gana. Algo nuevo sí sabemos y es que al Madrid no sólo se le puede poner en mil aprietos corriendo sino también al trote cochinero. El Milan le retiró al Real la respiración asistida del modo más sigiloso y pausado, andando, casi me atrevería a decir que paseando o reflexionando por el campo. A Pellegrini le gustó mucho el partido hasta que llegó el empate italiano. A mí me pareció que ese agujero ya no le servirá cuando Florentino coja la escopeta.

El caso de Abel es distinto porque le queda todavía menos tiempo. Antes del partido contra el Chelsea ya había empezado a excavar hacia arriba para lanzarse a tumba abierta contra los perros, de ahí que dijera por ejemplo que el carácter no se compra. El misil estaba dirigido a la línea de flotación de la plantilla y denotaba angustia, impotencia y resignación por parte del veleño. Si Abel pensó por un instante que los jugadores reaccionarían dando el do de pecho en Stamford Bridge se equivocaba de medio a medio. 4-0 y a casita que llueve y hace frío. Echarán a Abel y, según Sinama Pongolle, "seguirá la misma mierda". Los mismos futbolistas que silbaron El puente sobre el río Kwai mientras freían a Aguirre cantan ahora Adiós Lili Marleen mientras cocinan a Resino. Habrá que seguir la pista de la mierda a la que se refería Sinama. ¿Hacia dónde nos conducirá el olor? ¿Hacia arriba? ¿Hacia abajo? ¿Y cuánto tardarán los demás en poner en marcha el ventilador?...