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El penúltimo raulista vivo

A Piqué ya sólo le queda Franco

Simeone dijo el otro día que Carrasco no quería jugar por la derecha y se quedó tan pancho. Bueno, tan pancho no se quedó en realidad porque Yannick, que se había convertido en el Saúl de la temporada pasada, un futbolista crucial para el equipo y que ha progresado muchísimo de la mano del Cholo, lleva unos días desaparecido en combate debido a una misteriosa baja. Nadie acierta a explicar si Carrasco es baja por lesión o porque el chico, crecido por su incipiente protagonismo, ha sacado los pies del tiesto. En cualquiera de los casos, ese "Carrasco no quiere jugar por la derecha" denota un par de cosas: hartazgo del entrenador con el jugador, al que habrá tratado de convencer con buenas palabras, y lo que es más peligroso para el Atleti, una falta de control de Simeone con ese futbolista en concreto.

¿Alguien se imagina lo que se habría dicho de Zidane si éste hubiera comentado en público que Bale no quería jugar por la derecha?... Pero Simeone sigue blindado mediáticamente hablando hasta el punto que aquellas declaraciones pasaron sin pena ni gloria: "¿Carrasco?... Está de baja". Se acabó. Tampoco parece que Luis Enrique sea capaz de controlar a Piqué, ese rayo que no cesa (en las malas) y que, alcanzado el cénit de la chulería y los malos modos, es incluso capaz de retar como un muflón al presidente de la Liga de Fútbol Profesional. ¿Qué será lo siguiente? ¿Sacará Piqué la chaira de la faltriquera? ¿Visitará por la noche y con un pasamontañas la casa del jefe de los árbitros? ¿Cual será la próxima víctima de ese prodigio de equilibrio y temple llamado Gerard Piqué? ¿A qué nuevo espectáculo bochornoso nos someterá a todos?...

Luis Enrique dice por la mañana que hay que ayudar a los árbitros y por la tarde Piqué se dirige intimidatoriamente a Javier Tebas porque se siente perjudicado por los colegiados. Tiene toda la pinta de que el entrenador del Barça utiliza a un futbolista que ya está más quemado que el cenicero de un bingo y a quien da definitivamente por amortizado para limar asperezas a su estilo con el colectivo arbitral. Piqué es el mejor termómetro del nerviosismo azulgrana. Relegado a la tercera posición de la Liga, con el Sevilla ya por delante y jugando mal, el portavoz y futuro presidente culé acude a lo mismo de siempre, los árbitros. Llama mucho la atención que el equipo más beneficiado por la actuación arbitral tanto dentro como fuera de España en los últimos tiempos saque ahora a colación a sus mejores aliados de la última década. El círculo quedará completado cuando Piqué hable de Franco; entonces sí, entonces la Liga será blanca del todo.

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