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El Palau Blaugrana vibra con la fiesta de la Euroliga

Alrededor de 2.000 personas han acudido a las gradas del Palau Blaugrana para celebrar junto al equipo la consecución de la segunda Euroliga de la historia del Regal Barcelona, campeón en París ante Olympiacos (86-68) y que ha ofrecido el título a la afición.

La fiesta, prevista para las siete, se retrasó más de hora y media porque el avión que trasladó al equipo partió con retraso de París. Pero los jugadores y el cuerpo técnico llegaron a tiempo para notar muy de cerca el calor de la afición.

Aunque no se llenó de gente, el Palau se llenó de color. Varios grupos musicales amenizaron la espera hasta que el equipo irrumpió a lo grande en las instalaciones del Barça. Procedentes directamente del aeropuerto, con el trofeo en la mano, los jugadores recibieron el ánimo de la afición desde que se bajaron del autobús. En celebraciones así, la camiseta conmemorativa ya es costumbre. La lucieron los jugadores, de color negro, junto al pantalón del traje oficial de la expedición. Y todos, sin excepción, adornados con los colores del equipo: bufandas, banderas, pañuelos en la cabeza, etc.

Los parlamentos se convirtieron en una emocionada colección de recuerdos y sensaciones. Roger Grimau, el capitán, subrayó su "orgullo de ser culé" antes de pasarle la palabra "al maestro", el técnico, Xavi Pascual, llegado al cargo de manera provisional hace año y medio, con aires de interinidad, y ahora campeón de Europa.

"¡Ciudadanos del Barça y de Cataluña, ya la volvemos a tener aquí", gritó, emulando la frase del ex presidente de la Generalidad Josep Tarradellas a su vuelta del exilio y que también empleó Guardiola con la Copa de Europa de Roma en 2009. 22 partidos después, con un balance de 20 victorias y dos derrotas, el Barça es campeón de Europa. "Gracias a todos los seguidores que habéis estado en París, a estos increíbles jugadores y a los que no salen en las fotos", insistió Pascual.

El entrenador invitó a hablar al jugador más emocionado de la plantilla. Era Gianluca Basile, 35 años, el mejor triplista de la historia de la Euroliga, el único de la plantilla que acaba contrato. "Gracias a todos, me habéis regalado un sueño", le dijo a sus compañeros. "Once años esperando este título. Por fin". Si Navarro explicó, micrófono en mano, que volvió de la NBA para "ganar títulos como éste", Ricky Rubio le recogió el testigo a lo grande. "Si él dice que está orgulloso de haber vuelto para ganar la Euroliga, yo os digo que estoy orgulloso de no haber ido a la NBA para poder estar hoy aquí". El Palau rompió a aplaudir. "Y si algún día me preguntan qué es un equipo, diré que es algo como esto", añadió. Y el Palau explotó en aplausos.

Para jugadores como Sada, la Euroliga es "un sueño hecho realidad", perseguido durante años y años. "Yo soy culé de toda la vida, he jugado en categorías inferiores, he visto muchas finales perdidas, luego me tuve que marchar y pude volver el año pasado. Esto es lo máximo".

Después del turno de los más introvertidos -Ndong habló poco, pero fue contundente: "sois la mejor afición del mundo y este es el mejor equipo del mundo"-, Barton, el jugador que ha participado menos debido a su lesión, dijo que sus compañeros "han demostrado ser verdaderos campeones". "No te equivoques, Lubos. Este título es tan tuyo como del resto del equipo", le respondió Pascual ante el regocijo de la afición, dispuesta a aplaudir cada intervención. "Lubos encarna el espíritu de superación de este equipo".

Y el equipo, con el Palau regado por el confeti, al ritmo de los acordes del We are the Champions, dio la vuelta de honor a la pista. Desde el palco, Joan Laporta también disfrutó de la fiesta, acompañado de Xavier Sala i Martín, Albert Perrin y Josep Cubells. En dos palabras, las que se podían leer en las pancartas instaladas por el club, se resumía el mensaje de la grada: Chapeau, campions.


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