El Mónaco despierta al Chelsea de su efímero sueño y se mete por la puerta grande en la final (2-2)

L D (EFE) Morientes, que con su noveno gol es el máximo artillero de esta edición de la Champions, ha guiado al equipo de Didier Deschamps a anular la diferencia de dos goles que había logrado el equipo londinense en los primeros 44 minutos. Porque el Mónaco se presentó casi con miedo por la trascendencia del choque. Con todo a favor para jugar la final por primera vez en su historia, ni el propio Deschamps mostró el carácter ganador que le caracteriza.

Conocedor del ambiente que se vive en Stamford Bridge, donde jugó varias temporadas, el técnico francés quiso blindar a su equipo y sustituyó de salida al delantero Dado Prso, con problemas físicos, por Sebastian Squillaci, un defensa que comenzó en el centro del campo, aunque mediada la primera parte ya estaba incrustado en el eje de la zaga. Por eso el Chelsea no tuvo más que empujar a su rival a base de fuerza para ir acumulando ocasiones y sacar ventaja de los nervios de Roma. Pudo marcar al cuarto de hora si Joe Cole hubiera aprovechado un despeje del meta del equipo monegasco a un duro disparo de Geremi y lo hizo, seis minutos después, Gronkjaer casi sin querer con un centro al área que se convirtió en un golazo por la escuadra.

El Chelsea tuvo entonces el partido deseado por Ranieri, que pidió un gol rápido para meter presión al rival y se encontró con numerosas oportunidades para ponerse por delante en la eliminatoria. Gudjohnsen remató de cabeza al larguero, Roma sacó una gran volea de Lampard tras controlar con el pecho dentro del área, y el propio Lampard marcó, a la tercera y libre de marca, tras una buena combinación entre Melchiot y Gudjohnsen. Desaparecidos Lucas Bernardi y Giuly, con la defensa asustada, la única esperanza del Mónaco fue Fernando Morientes, y el Moro respondió con creces.

Cada intervención del español llevó el pánico a las gradas. El pichichi de la Champions avisó con un disparo al poste, remató ligeramente desviado una jugada que había comenzado con un despeje suyo en área propia y, en el tiempo de prolongación, fabricó más de medio gol, con un remate de cabeza al larguero que, tras rebotar en Hugo Ibarra, traspasó la línea. Ibarra y Morientes reanimaron al Mónaco antes del descanso y el delantero español acabó por meter a su equipo en la final en la segunda parte, de nuevo cuando peor lo tenía. De nada le sirvió a Deschamps con reforzar el centro del campo con la entrada de Plasil por Squillaci. La iniciativa la siguió llevando el Chelsea, que pudo igualar la eliminatoria si Gronkjaer no hubiera enviado el balón fuera con todo a favor. Pero no acertó el danés y lo pagó el equipo de Ranieri, sentenciado por un nuevo gol de Morientes tras un buen pase de Bernardi.

Quedaba media hora, pero ya todo daba igual porque el Chelsea no tuvo fuerzas entonces para buscar los tres goles que le faltaban, pese al desesperado intento de Ranieri, que puso en el campo a Valdanito Crespo y Scott Parker. No pasó ya demasiados apuros el Mónaco, que pudo vencer al contragolpe y se permitió el lujo de prescindir de Morientes en los últimos minutos para que el internacional español disfrutase de su cuarta presencia en una final de la máxima competición europea, una clasificación que ni de lejos soñaba cuando se decidió a abandonar el Real Madrid.