Un 19 de noviembre de 1969, hace justo 41 años, Edson Arantes do Nascimento, más conocido como Pelé, lograba el gol número 1.000 de su carrera, un registro que ha quedado para la posteridad, aunque, como suele suceder en estos casos, también se ha visto envuelto por la polémica y la incertidumbre.
A las 23:11h el considerado por muchos el mejor futbolista de la historia, batía de penalti al guardameta argentino del Vasco de Gama Edgardo Gato Andrada. El partido tuvo que suspenderse ante la avalancha de aficionados y periodistas. De hecho, todo el país se paralizó, en un momento que ha quedado para la historia del fútbol brasileño y mundial.
Sin embargo, para la IFFHS, organismo que realiza las estadísticas oficiales sobre fútbol, ese gol número mil nunca existió; de hecho, "sólo" le otorgan a O Rei 541 tantos. El motivo, que dicha organización sólo recoge los datos de partidos oficiales, mientras que los le contabilizan los 1.184 goles en total tienen en cuenta los partidos amistosos, torneos militares, etc.
De todos modos, aquí no nos vamos a centrar en esta polémica, pues los números son claros y cada uno puede elegir la opción que más le guste o le convenga; sí vamos a repasar cómo llegó ese gol número 1.000, porque no está exento de curiosidades.
El caso es que Pele llegó a los 999 goles después de una racha de 10 goles en 4 partidos; la incertidumbre ante qué rival o ante qué guardameta alcanzaría tan preciada cifra era tertulia habitual desde semanas atrás; pero sobre todo preocupaba dónde iba a suceder.
Todo paracía indicar que en su visita a Salvador de Bahía iba a llegar; sin embargo, no fue en ese partido, en el que, "curiosamente" Pele ejerció de portero –entonces no existían las sustituciones, y el guardameta del Santos se lesionó al poco de comenzar el encuentro-.
¿La razón? El siguiente partido era en Maracaná, más que un templo para el fútbol brasileño. O Rei siempre lo ha desmentido, ha dicho que fue fruto de la casualidad o "de la ayuda de Dios"; sin embargo, es imposible no caer en la tentación de pensar que todo estaba preparado. ¿Acaso había un lugar mejor para lograr un hito tan histórico?
Y a las 23:11 llegó el gol, la euforia, la heroicidad. Eso sí, tuvo que ser desde el punto de penalti. Pelé reconoció que antes de lanzarlo le temblaban las piernas. Logró superar no obstante al argentino Gato Andrada, quien había asegurado que haría lo posible para no ser recordado como el portero que encajaba tan importante tanto, y que a punto estuvo de detener el lanzamiento.
Al instante se desató la locura. Compañeros, periodistas y aficionados se abalanzaron sobre el astro brasileño, produciéndose una impresionate invasión de campo que obligó a suspender el partido. No era para menos; era un gol que iba a quedar para la historia del fútbol mundial, fuera realmente el número mil o no.