L D (EFE) El conjunto dirigido por Dmitri Shakulin cuenta con buenos jugadores y en su cancha, muy pequeña, no cabía duda de que iba a presentar un perfil agresivo y decidido. El Estudiantes, por tanto, estaba preparado para encontrarse a un rival peligroso y, además, al límite porque sólo le valía ganar. Pero la salida rusa fue tan contundente que cogió a los hombres de Mariano de Pablos fuera de sitio.
Liderado por los aleros Andrei Komarovskiy y Nikolai Padius -ocho y diez puntos respectivamente en los primeros minutos-, el Dinamo maniató al cuadro del Ramiro de Maeztu en el primer cuarto hasta el punto de ponerle al borde del precipicio sin ni siquiera haber entrado en juego (30-15). Sin embargo, el técnico colegial reaccionó con rapidez e inteligencia. Cambió la dirección de juego para ponerla en manos de Gonzalo Martínez, recurrió a la experiencia del serbio Goran Nikolic para apoyar al estadounidense Will McDonald ante las dos torres locales -Nikita Morgunov y Fedor Likolithov, ambos de 2,10 metros- y dio cancha a Iker Iturbe, el también estadounidense Marlon Garnett y a Javier Mendiburu.
McDonald empezó a encontrar espacios y a anotar secundado por Garnett y por Mendiburu y, a dos minutos para el descanso, el Estudiantes había neutralizado los quince puntos de desventaja que había encajado en el primer cuarto (33-33), aunque el primer tiempo acabó con ventaja rusa (40-36). Pero la reacción colegial reposaba sobre buenos cimientos y los dos estiletes que lanzaron al Dinamo en el arranque, Padius y Komarovskiy, ya no aportaban puntos. El Estudiantes terminó de intercambiar papeles con el conjunto moscovita y pasó de dominado a dominador a partir del minuto veinticinco gracias a la solidaridad defensiva y el trabajo de McDonald y Garnett ante el aro contrario (42-46 m.25).
Garnett pasó por el banco al final del tercer cuarto con unos números excelentes: cuatro de cuatro de dos, dos de cuatro de tres y cinco de seis en triples para un total de diecinueve puntos que, junto con los doce de McDonald, suponían más del cincuenta por ciento de la producción atacante madrileña (54-57 m.30).
Seis puntos de la cosecha de Carlos Súarez abrieron el hueco preciso en el instante justo, en la última bola del tercer cuarto y en la primera del último (54-63), aunque el Dinamo mantuvo la cabeza fría y a un minuto y nueve segundos de la bocina rozó la remontada tras dos tiros libros de Padius (70-72). El partido estaba en el aire y los tiros libres decidieron la victorias.
Liderado por los aleros Andrei Komarovskiy y Nikolai Padius -ocho y diez puntos respectivamente en los primeros minutos-, el Dinamo maniató al cuadro del Ramiro de Maeztu en el primer cuarto hasta el punto de ponerle al borde del precipicio sin ni siquiera haber entrado en juego (30-15). Sin embargo, el técnico colegial reaccionó con rapidez e inteligencia. Cambió la dirección de juego para ponerla en manos de Gonzalo Martínez, recurrió a la experiencia del serbio Goran Nikolic para apoyar al estadounidense Will McDonald ante las dos torres locales -Nikita Morgunov y Fedor Likolithov, ambos de 2,10 metros- y dio cancha a Iker Iturbe, el también estadounidense Marlon Garnett y a Javier Mendiburu.
McDonald empezó a encontrar espacios y a anotar secundado por Garnett y por Mendiburu y, a dos minutos para el descanso, el Estudiantes había neutralizado los quince puntos de desventaja que había encajado en el primer cuarto (33-33), aunque el primer tiempo acabó con ventaja rusa (40-36). Pero la reacción colegial reposaba sobre buenos cimientos y los dos estiletes que lanzaron al Dinamo en el arranque, Padius y Komarovskiy, ya no aportaban puntos. El Estudiantes terminó de intercambiar papeles con el conjunto moscovita y pasó de dominado a dominador a partir del minuto veinticinco gracias a la solidaridad defensiva y el trabajo de McDonald y Garnett ante el aro contrario (42-46 m.25).
Garnett pasó por el banco al final del tercer cuarto con unos números excelentes: cuatro de cuatro de dos, dos de cuatro de tres y cinco de seis en triples para un total de diecinueve puntos que, junto con los doce de McDonald, suponían más del cincuenta por ciento de la producción atacante madrileña (54-57 m.30).
Seis puntos de la cosecha de Carlos Súarez abrieron el hueco preciso en el instante justo, en la última bola del tercer cuarto y en la primera del último (54-63), aunque el Dinamo mantuvo la cabeza fría y a un minuto y nueve segundos de la bocina rozó la remontada tras dos tiros libros de Padius (70-72). El partido estaba en el aire y los tiros libres decidieron la victorias.