El Espanyol vuelve a la senda de la victoria tras derrotar con diez jugadores al Deportivo en Riazor

L D (EFE) Sin la excitación del clásico ante el Celta de Vigo y, sin duda, condicionado por el inminente parón navideño, el Deportivo pareció afrontar el choque excesivamente relajado, circunstancia que en nada beneficia al cuadro coruñés, mucho más cómodo entre la brega y el bullicio. Pero el estado del Espanyol es tan preocupante, que con apenas un poco de presión en la medular, algo de criterio en el pase y una cierta ambición, los coruñeses llegaron en la primera mitad con insistencia a la portería del cuadro catalán. Lástima que los gallegos se empeñaran en hacerlo a balón parado en la mayoría de los casos, si bien primero Romero al aprovechar un rechace de la zaga barcelonesa tras un falta botada por Munitis, y posteriormente Capdevila de potente golpe franco, pudieron inaugurar el marcador.

Por fortuna, Valerón alegró la vista a los escasos espectadores presentes en Riazor con una extraordinaria jugada al borde del área, que el canario tras sortear a cuanto rival le salió al paso no supo culminar con un certero remate. Único factor, la definición, que le faltó al Deportivo para marcharse al descanso con ventaja en el marcador ante un Espanyol, en el que desaparecido Iván de la Peña, apenas sí se aproximó al área local. Tan sólo un remate dirigió el conjunto de Miguel Ángel Lotina, el que efectuó Luis García a los cuarenta y dos minutos al encontrarse un rechace la zaga coruñesa a un tiro de Iván De la Peña, que el delantero barcelonés estrelló en el cuerpo de Molina.

La rigurosa expulsión del lateral espanyolista Moisés a los cuatro minutos de la reanudación reavivó el ímpetu de los locales, que, sin embargo, no aprovecharon la superioridad numérica para acabar con la resistencia del Espanyol. Tampoco la entrada de un hombre de banda como Momo, en lugar del reconvertido lateral Enrique Romero, sirvió para que el Deportivo volviese a acercarse con la asiduidad y, sobre todo, con la peligrosidad del primer tiempo al área Gorka Iraoiz, sustituto hoy del lesionado Carlos Kameni. Volvió a buscar Joaquín Caparrós una solución en el banquillo, pero Rubén apenas pudo demostrar casi nada a causa de nerviosismo que caracterizó al juego blanquiazul, tras el tanto del brasileño Fredson, que puso al Espanyol por delante a los setenta y cuatro minutos de juego.

El centrocampista espanyolista no desaprovechó un despiste defensivo de los gallegos, en el único saque de esquina de los catalanes en toda la segunda parte, para poner con una espléndida volea el 0-1. Un nerviosismo que se convirtió en caos con el segundo tanto del Espanyol, obra del lateral Armando Sá, en un contragolpe conducido por Tamudo, que el portugués tras una primera intervención de Molina remachó bajo la misma línea de gol a los ochenta minutos. Pero como ya es habitual, es en estas circunstancias, en las que por encima de fútbol, lo que prima es la garra y el pundonor, cuando los coruñeses muestran su verdadera esencia, la de un equipo aguerrido y corajudo como su entrenador. Lanzados a un acoso caótico redujeron la diferencias tres minutos después, en el ochenta y tres, con un cabezazo de Tristán (1-2), y a punto estuvieron de lograr el empate en un postrero remate de Valerón que detuvo Iraoiz.