L D (EFE) Fue el Barça fue un equipo parcheado, sin estrellas de renombre internacional, que funcionó a medias cuando le puso voluntad al partido, pero que estuvo a merced del Espanyol durante toda la primera parte. El equipo blanquiazul, en cambio, se ha quitado un gran peso de encima. Por fin ha superado a su eterno rival cinco años después de su última victoria, en diciembre de 2001.
Descentrado y falto de ritmo, apático y deslavazado, el Barça demostró desde el pitido inicial que el partido no le iba a sentar bien. Para el Espanyol, la final de la Copa de Cataluña era una excelente oportunidad de redimirse. Ni siquiera se había cumplido el minuto de juego cuando Luis García ya puso en aprietos a Jorquera. Lo hizo aprovechando un despiste de Oleguer en un control muy sencillo, fiel reflejo de lo que sería el partido azulgrana: sin salida de balón, sin intensidad defensiva y con poca imaginación en ataque. Con Sastre y Marc Crosas ocupando el papel de Xavi y Deco, al Barcelona le faltó aire y el Espanyol se empeñó en ahogarle aún más. El conjunto 'periquito' presionó con efectividad el centro del campo y dejó al Barça sin balón y sin norte, reclamando un líder que asumiera el mando sobre el césped de Montilivi.
En ataque, el Barcelona estuvo lejos de ser el equipo deslumbrante de la Supercopa de España. Sin internacionales, con un once inicial de clase media; Saviola, Ezquerro y Giuly no mezclaron bien. Nadie les sirvió balones, porque el centro del campo azulgrana estuvo demasiado apelmazado. El Espanyol supo leer mucho mejor el partido. Para empezar, decantó todos sus ataques por la banda izquierda. Se dedicó a castigar el lateral de Belletti, más ocupado de jugar en terreno contrario que de cumplir en defensa. El brasileño volvió a demostrar que defensivamente mantiene muchas lagunas, especialmente en la colocación. El canterano Olmo, central junto a Oleguer, tuvo que cerrar la banda una y otra vez. En una de las ya famosas indecisiones de Belletti llegó el gol del Espanyol, al borde del descanso. Incomprensiblemente, el brasileño convirtió un balón inofensivo en una pase envenenado a Olmo que Coro controló para conectar un excelente disparo a la escuadra izquierda de Jorquera.
En la reanudación, el partido prometía discurrir por el mismo camino que en la primera parte, porque una internada de Riera por la banda izquierda estuvo a punto de convertirse en gol de Jonatas. El Barcelona, sin embargo, se resistió a verse tan dominado. A los de Rijkaard les vino bien la presión del marcador para ponerse las pilas y arriesgar, hasta el punto de que el entrenador holandés dibujó un esquema de otra época, una especie de 4-2-4 con Giuly y Jeffren abiertos en ambas bandas y Saviola y Ezquerro como puntas.
Pese a ello, no encontró el Barça la manera de empatar. Acorraló al Espanyol, tuvo la pelota y protagonizó jugadas de mérito. Enseñó canteranos prometedores, como Jeffren o Dimas, pero no le alcanzó para igualar el partido pese a sendas internadas de Giuly, tan hábil en el desmarque como impreciso en el remate frente a Gorka. Motta tuvo el empate cuando el crono marcaba el minuto 91: controló un balón en el área, pero Chica acudió raudo al despeje y evitó el gol en la penúltima acción del partido. La última la protagonizó el árbitro, que llegó a señalar penalti en una falta de Chica a Jeffren fuera del área, aunque su asistente le sacó del error y la falta se botó sin consecuencias justo antes del pitido final.
Descentrado y falto de ritmo, apático y deslavazado, el Barça demostró desde el pitido inicial que el partido no le iba a sentar bien. Para el Espanyol, la final de la Copa de Cataluña era una excelente oportunidad de redimirse. Ni siquiera se había cumplido el minuto de juego cuando Luis García ya puso en aprietos a Jorquera. Lo hizo aprovechando un despiste de Oleguer en un control muy sencillo, fiel reflejo de lo que sería el partido azulgrana: sin salida de balón, sin intensidad defensiva y con poca imaginación en ataque. Con Sastre y Marc Crosas ocupando el papel de Xavi y Deco, al Barcelona le faltó aire y el Espanyol se empeñó en ahogarle aún más. El conjunto 'periquito' presionó con efectividad el centro del campo y dejó al Barça sin balón y sin norte, reclamando un líder que asumiera el mando sobre el césped de Montilivi.
En ataque, el Barcelona estuvo lejos de ser el equipo deslumbrante de la Supercopa de España. Sin internacionales, con un once inicial de clase media; Saviola, Ezquerro y Giuly no mezclaron bien. Nadie les sirvió balones, porque el centro del campo azulgrana estuvo demasiado apelmazado. El Espanyol supo leer mucho mejor el partido. Para empezar, decantó todos sus ataques por la banda izquierda. Se dedicó a castigar el lateral de Belletti, más ocupado de jugar en terreno contrario que de cumplir en defensa. El brasileño volvió a demostrar que defensivamente mantiene muchas lagunas, especialmente en la colocación. El canterano Olmo, central junto a Oleguer, tuvo que cerrar la banda una y otra vez. En una de las ya famosas indecisiones de Belletti llegó el gol del Espanyol, al borde del descanso. Incomprensiblemente, el brasileño convirtió un balón inofensivo en una pase envenenado a Olmo que Coro controló para conectar un excelente disparo a la escuadra izquierda de Jorquera.
En la reanudación, el partido prometía discurrir por el mismo camino que en la primera parte, porque una internada de Riera por la banda izquierda estuvo a punto de convertirse en gol de Jonatas. El Barcelona, sin embargo, se resistió a verse tan dominado. A los de Rijkaard les vino bien la presión del marcador para ponerse las pilas y arriesgar, hasta el punto de que el entrenador holandés dibujó un esquema de otra época, una especie de 4-2-4 con Giuly y Jeffren abiertos en ambas bandas y Saviola y Ezquerro como puntas.
Pese a ello, no encontró el Barça la manera de empatar. Acorraló al Espanyol, tuvo la pelota y protagonizó jugadas de mérito. Enseñó canteranos prometedores, como Jeffren o Dimas, pero no le alcanzó para igualar el partido pese a sendas internadas de Giuly, tan hábil en el desmarque como impreciso en el remate frente a Gorka. Motta tuvo el empate cuando el crono marcaba el minuto 91: controló un balón en el área, pero Chica acudió raudo al despeje y evitó el gol en la penúltima acción del partido. La última la protagonizó el árbitro, que llegó a señalar penalti en una falta de Chica a Jeffren fuera del área, aunque su asistente le sacó del error y la falta se botó sin consecuencias justo antes del pitido final.
Ficha técnica del partido
FC Barcelona, 0: Jorquera; Belletti, Oleguer, Olmo, Sylvinho; Motta, Crosas (Jeffren, m.63), Sastre (Dimas, m.46); Giuly, Ezquerro y Saviola
RCD Espanyol, 1: Gorka Iraizoz; Sergio Sánchez (Velasco, m.54), Lacruz, Torrejón, Chica; Rufete (Armando Sá, m.81), Moisés, Jonatas (Ito, m.70), Riera (Fede, m.90); Coro (Fredson, m.87) y Luis García
Gol: 0-1, m.39: Coro
Árbitro: Martín Fuentes (Colegio catalán). Expulsó por doble amonestación al españolista Ito (ms.77 y 87). Además, mostró tarjeta amarilla a Luis García (m.60), Riera (m.72) y Moisés (m.75), por parte del Espanyol; y a Belletti (m.73), por el Barcelona