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El Espanyol se presenta ante su público con una derrota en los penaltis

El Parma italiano se proclamó campeón de la trigésima edición del trofeo Ciudad de Barcelona al vencer al Espanyol, el equipo anfitrión, en la tanda de penaltis, a la que se llegó después de que el tiempo reglamentario finalizara con empate en el marcador (1-1).

L D (EFE) El poco público que se dio cita en Montjuic acudió dispuesto a reencontrase con su equipo y a ver por fin en directo lo que, hasta entonces, sólo había podido conocer sobre las nuevas incorporaciones por referencias mediáticas: la sobriedad de Lemmens, la potencia de Wome, la habilidad de Jordi, el trabajo oscuro de Bastía o la polivalencia de Tayfun. Poco de eso apareció sobre el césped del Olímpico. Bastía -desastroso en la entrega- y Jordi -falto de forma- tuvieron un desafortunado debut y fueron sustituidos en el descanso por Morales y Alex.

Lemmens pudo hacer algo más en la jugada del gol y fue incapaz de detener un sólo penalti y Tayfun, salvo en la asistencia a Tamudo, apenas tuvo presencia. Quizá Wome, aunque más voluntarioso que otra cosa por la banda izquierda, fue el mejor de los nuevos, mientras que Raúl Molina no pudo jugar por lesión. Ante este discreto panorama, tuvo que ser Raúl Tamudo, una temporada más el referente de este equipo, quien llevara todo el poder ofensivo de los blanquiazules en una primera mitad en la que Javier Clemente alineó a ocho o nueve jugadores de los que integrarán el once titular.

Tamudo inauguró el marcador en una contra que lanzó Tayfun y en la que el canterano controló el balón en velocidad para elevarlo sobre la salida desesperada de Frey (1-0). Una jugada casi idéntica, aunque con dos futbolistas del Parma como protagonistas (pelotazo de Oyola y control y vaselina de Adriano), supuso el empate un cuarto de hora después (1-1). Adriano obtuvo así el merecido premio del gol tras no lograrlo en dos ocasiones anteriores.

Un par de cabezazos de Lopo en jugadas a balón parado y el descaro del joven Héctor Simón fue lo mejor de una segunda mitad en la que ya se pudieron escuchar los primeros pitos de reprobación con los que la afición blanquiazul castigó al equipo por su discreta actuación. Ni Espanyol ni Parma hicieron méritos durante los noventa minutos reglamentarios para ganar el encuentro, por lo que el campeón del torneo se tuvo que dilucidar desde el punto de penalti.

De los italianos, sólo falló Junior, mientras que por parte local, Domoraud envió el balón a las nubes y Héctor lo estrelló en el poste, lo que dejó a los catalanes sin su decimocuarto trofeo Ciudad de Barcelona.

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