El Espanyol se agarra a Europa pese a empatar 'in extremis' ante un Valencia que se quedó con diez

(Libertad Digital) Pese a su sorprendente alineación, sin Aimar, Di Vaio ni Caneira, el Valencia supo hacerse pronto con el partido. Sin brillo pero muy ordenado, el conjunto de Antonio López marcó el ritmo en los primeros compases. Pidió el balón y jugó relativamente cómodo ante un Espanyol demasiado ansioso y dubitativo en defensa. Sin embargo, la primera gran ocasión corrió a cargo del equipo periquito. Fue en un remate a media vuelta de Tamudo que acabó mansamente en las manos de Palop.

No tardó el Valencia en imponer su oficio. Lo demostró en el primer gol del partido, cuando un saque de esquina a favor del Espanyol se convirtió en el gol de Rufete. Fabio Aurelio recogió el rechace, condujo el balón con maestría hasta el campo contrario mientras Ibarra y Alex Fernández sólo le intentaron parar con la mirada y le dejó el gol a punto de caramelo para Rufete. Quedó el Espanyol aturdido por el golpe, pero apeló al entusiasmo para plantar cara. De la Peña se enchufó y su equipo lo notó, mientras Maxi se revolvía por la banda derecha. En una de sus llegadas, el argentino se plantó en el punto de penalti y Palop le agarró, aunque sin derribarle. Maxi no supo si tirarse o seguir la jugada, y esas décimas de segundo fueron decisivas, porque el colegiado dejó jugar.

Pero curiosamente, el lance se repitió diez minutos después y con los mismos protagonistas. Maxi recogió con habilidad un balón muy bien peleado por Alex Fernández ante la pasividad de la defensa valencianista, regateó a Palop y el meta le tocó en la pierna izquierda. No dudó el árbitro: penalti y roja directa al portero del Valencia. Tamudo acudió puntual a su cita con el gol de penalti -ya suma siete esta temporada desde los once metros- y firmó el empate pese a los intentos de Cañizares por descentrarle. A partir de entonces, el escenario cambió por completo. Espoleado por el gol y muy animado por su afición, el Espanyol se sacudió los complejos mientras su rival se replegaba, sin capacidad de reacción.

Con diez jugadores, el Valencia perdió pegada, porque Antonio López sacrificó a Carboni para dar entrada a Cañizares, retrasó a Fabio Aurelio al lateral zurdo y situó a Vicente como volante izquierdo. Tanto se jugaban Espanyol y Valencia que el partido fue creciendo en intensidad y dureza. A medida que el duelo avanzaba, Teixeira Vitienes reclamó su parte de protagonismo. Hubo piques, tánganas y entradas muy duras, pero el colegiado fue capaz de desquiciar a ambos equipos. No intervino cuando debía, estuvo tibio cuando la situación pedía un golpe de autoridad y permitió que el partido se convirtiera en una sucesión de faltas.

Entre otras razones, porque el Valencia, consciente de su inferioridad numérica, supo cortar el ritmo del Espanyol. Los de Lotina plantearon un duelo eléctrico y abierto, a doble o nada, pero a partir de los primeros minutos de la segunda parte, los de Antonio López prefirieron templar el encuentro y confiar en su capacidad de contragolpe. Parecía que el oficio del grande pudo más que la ilusión del modesto. También la suerte se puso de lado del Valencia, que se adelantó en el marcador en una jugada idéntica a la jugada del primer gol. Hugo Ibarra se equivocó en la entrega del balón y el Valencia hizo de las suyas: una transición rápida y efectiva que acabó en los pies de Angulo. El asturiano regateó con claridad a Ibarra y se quedó solo delante de Kameni. El portero supo rechazar el disparo, pero el rebote golpeó en David García y se coló en la portería del Espanyol.

El constante apoyo del público -Montjuic registró la segunda mejor entrada de la temporada- parecía un argumento demasiado endeble como para hacer cambiar el signo del choque: el Valencia se limitó a dejar pasar el tiempo, cortando sin miramientos cualquier intento del Espanyol. Es una estrategia arriesgada, y el equipo de López pagó su dejadez, porque cuando el Espanyol ya lamentaba su mala suerte, Velamazán enganchó un rechace en el borde del área, y sin pensárselo dos veces, envió a la red de Cañizares una volea que dejó al Valencia helado y sin UEFA, y al Espanyol, exultante y con olor europeo.