L D (EFE) A falta de que las hermanas Serena y Venus Williams aparezcan de nuevo con fuerza, Henin-Hardenne tiene ya tres títulos grandes, y ahora su sombra se proyecta hacia Wimbledon, su próximo objetivo.
Clijsters levantó el puño en señal de garra, pues significaba el iguales en este juego y mantenerse con vida. Incluso el juez de línea señaló la bola buena, pero Henin advirtió que era mala con su dedo reiteradamente. La juez de silla francesa Sandra de Jenken modificó la decisión de su subordinado y también consideró mala la bola de Kim, con lo que Justine se colocó luego 5-3. La repetición por televisión mostró claramente que Clijsters tenía razón, y el público, que también lo entendió así, silbó a la tenista de Lieja durante varios minutos.
Fue tan solo una jugada dentro del mejor partido del torneo, la decimoquinta final del Abierto de Australia entre las números uno y dos del mundo, y quizás el único de este nivel en las dos semanas. Y sirvió para que Justine impidiera que su más encarnizada rival tomarse la venganza que buscaba después de las dos derrotas en Roland Garros y US Open el pasado año.