Diego Armando Maradona, probablemente el mejor futbolista de todos los tiempos, pasó, como muchas otras estrellas, un periplo agridulce en las filas del Barcelona. Dos temporadas con muchos altibajos, con dos títulos (una Copa del Rey y una Copa de la Liga) y, sobretodo, con muchos disgustos. "En realidad, toda aquella es una etapa complicada: me agarró en una época oscura, difícil..."
Al barrilete cosmico le costó adaptarse a la ciudad; "yo, hoy, creo que el Barcelona era un club para mí. El mejor club del mundo. Pero yo no conocía la idiosincrasia de los catalanes" comentó hace pocos años. Cuando había superado ese periodo tuvo una hepatitis que le mantuvo alejado de los terrenos de juego tres meses, y a su regreso, vinieron una serie de enfrentamientos con el que era su entrenador, Lattek, al que sustituyó Menotti.
En su segunda temporada en la Ciudad Condal, renovado y motivado para lograr mostrar su mejor cara, le cortaron las alas en la cuarta jornada, cuando una criminal entrada del jugador del Athletic de Bilbao Goikoetxea le causó una lesión de algo más de tres meses. Y la última imagen del astro argentino con la zamarra blaugrana, por todos conocida, fue una batalla campal en el Santiago Bernabéu.
A romper trofeos como protesta
Pero sin duda su mayor lastre en Barcelona fue su presidente, José Luís Núñez, al que tilda sin reproche de "tarado". "Lo único que yo quería era irme de ahí, irme de Núñez. No sabe lo que es una pelota, ni nunca lo va a saber, no puede ser más importante que un jugador, por mucho que siempre lo pretenda".
Uno de los mayores enfrentamientos con el President se produjo a finales de la primera temporada. Pocos días antes de la disputa de la final de la Copa del Rey ante el Real Madrid, Maradona y Schuster habían sido citados para un partido en homenaje a Paul Breitner, pero Núñez no estaba por la labor de dejarlos ir.
El Barcelona poseía el pasaporte del argentino, pero cuando éste llamó para solicitarlo, lo único que recibió fueron largas. A los dos días se personó en la sede del club en busca de Núñez, pero la respuesta que le dieron fue la de que no se encontraba ahí; "Yo había visto el auto y el chofer. Entonces les dije: ¿Así que el Presidente no quiere dar la cara? Yo voy a esperar cinco minutos... Si no me dan el pasaporte, todos estos trofeos que están acá los voy a tirar uno por uno", relata Maradona en su libro Yo soy el Diego.
Dicho y hecho. El pelusa, espoleado por Schuster, que se encontraba con él, agarró un trofeo Teresa Herrera, y lo estampó en el suelo. "Tú estás loco", le dijo el alemán, a lo que replicó "Sí, estoy loco, porque no me pueden sacar el pasaporte. Y cuando pasen más segundos, más minutos, más trofeos voy a tirar".
Finalmente le devolvieron el pasaporte, aunque no pudo acudir al homenaje debido a una cláusula de la Federación Española, que también afectó a Santillana, citado para el mismo encuentro. "A mí, después, me dio mucha vergüenza, por Casaus, que estaba ahí, pero lo que me hizo Núñez fue sucio, muy sucio...". Eso sí, la final la ganó el Barcelona, por 2-1, con partidazo incluido del Pibe de Oro.