(Libertad Digital) La historia y la suerte le han vuelto a ser esquivas al Deportivo. Hace diez años se le escapó de Riazor una Liga con el fatídico penalti de Djukic y, de nuevo, otra máxima pena pasará a la historia más triste del equipo coruñés. Esta vez no tan dramático, pero sí más importante. Un penalti cometido por César sobre Deco servía para que Derlei pusiera al Oporto en la final de Gelserkirchen.
Lo cierto es que se presumía un partido abierto por la necesidad de ambos equipos de marcar tras el empate sin goles de hace dos semanas en el Estadio del Dragón. Los primeros compases así lo evidenció. Además, la lluvia que cayó sobre Riazor durante la tarde y en la mayor parte del encuentro contribuyó a que el juego se contagiara de una mayor velocidad y a que tanto el Dépor como el Oporto cometieran más imprecisiones.
Los coruñeses tardaron mucho más en adaptarse a las condiciones del terreno de juego. Y sólo fueron entrando en calor a medida que avanzaba el encuentro, aunque lo cierto es que el respeto entre ambos equipos primó por encima de todo, al menos en la primera media hora de partido, en la que ni uno ni otro dispusieron de oportunidades claras. Pasado ese tiempo, los locales empezaron a acechar el área de Vitor Baía. Los hombres de Irureta se hicieron con la posesión del balón y desplegaron su mejor fútbol. Víctor y Luque estuvieron incisivos en las bandas y Pandiani efectuó un gran desgaste en ataque, presionando la salida del Oporto y ayudando al juego ofensivo del equipo. Pero el jugador que estaba llamado a desequilibrar la eliminatoria para el Deportivo estuvo ausente. Valerón apenas apareció en el partido y fue Sergio quien asumió la tarea de mover al conjunto gallego. El apagón de Valerón salvó la vida al Oporto a los 36 minutos después de que el canario se quedara solo ante Baia y rematara fuera con toda la portería para él.
Los coruñeses tardaron mucho más en adaptarse a las condiciones del terreno de juego. Y sólo fueron entrando en calor a medida que avanzaba el encuentro, aunque lo cierto es que el respeto entre ambos equipos primó por encima de todo, al menos en la primera media hora de partido, en la que ni uno ni otro dispusieron de oportunidades claras. Pasado ese tiempo, los locales empezaron a acechar el área de Vitor Baía. Los hombres de Irureta se hicieron con la posesión del balón y desplegaron su mejor fútbol. Víctor y Luque estuvieron incisivos en las bandas y Pandiani efectuó un gran desgaste en ataque, presionando la salida del Oporto y ayudando al juego ofensivo del equipo. Pero el jugador que estaba llamado a desequilibrar la eliminatoria para el Deportivo estuvo ausente. Valerón apenas apareció en el partido y fue Sergio quien asumió la tarea de mover al conjunto gallego. El apagón de Valerón salvó la vida al Oporto a los 36 minutos después de que el canario se quedara solo ante Baia y rematara fuera con toda la portería para él.
Con todas las opciones intactas para ambos equipos, el partido tomó otro cariz en los comienzos de la segunda mitad, que registró un constante toma y daca. El Oporto salió con más furia que los deportivistas y pudo adelantarse en el primer minuto de la reanudación, pero el poste derecho de la meta de Molina se alió con el Deportivo para rechazar un remate de Carlos Alberto. Y en esa lucha de ida y vuelta estaba el partido cuando César derribó a Deco en el área y Collina, totalmente acertado, señaló penalti. El público de Riazor tomó aire, Molina vaciló para inquietar a Derlei y, aunque adivinó la trayectoria del esférico, su estirada fue inútil.
El gol despertó al Deportivo, y sobre todo a Valerón, que emprendió la misión de resucitar a sus compañeros para coger de nuevo el tren a Gelsenkirchen. Los coruñeses empezaron entonces a atacar con ansiedad la meta del Oporto, aunque sin éxito. Pandiani pudo empatar a los 65 minutos, pero remató demasiado cruzado un centro de Romero. Irureta movió el banquillo para intentar darle la vuelta al marcador e introdujo a Tristán en sustitución de Sergio. Pero sus planes se vinieron abajo dos minutos después cuando Naybet fue expulsado por doble amonestación. El marroquí, impotente, lanzó una patada sobre Deco cuando el delantero del Oporto se marchaba por la derecha. La machada se antojaba entonces imposible para el equipo de los milagros. Remontar la eliminatoria en esas condiciones era sencillamente una quimera, y el Super-dépor, que esta vez no fue tan "súper", se quedaba ya herido de muerte en Europa. El tiempo se encargó de certificar su defunción.
El gol despertó al Deportivo, y sobre todo a Valerón, que emprendió la misión de resucitar a sus compañeros para coger de nuevo el tren a Gelsenkirchen. Los coruñeses empezaron entonces a atacar con ansiedad la meta del Oporto, aunque sin éxito. Pandiani pudo empatar a los 65 minutos, pero remató demasiado cruzado un centro de Romero. Irureta movió el banquillo para intentar darle la vuelta al marcador e introdujo a Tristán en sustitución de Sergio. Pero sus planes se vinieron abajo dos minutos después cuando Naybet fue expulsado por doble amonestación. El marroquí, impotente, lanzó una patada sobre Deco cuando el delantero del Oporto se marchaba por la derecha. La machada se antojaba entonces imposible para el equipo de los milagros. Remontar la eliminatoria en esas condiciones era sencillamente una quimera, y el Super-dépor, que esta vez no fue tan "súper", se quedaba ya herido de muerte en Europa. El tiempo se encargó de certificar su defunción.
Ficha técnica del partido
Oporto, 1: Vitor Baía; Ferreira, Costa, Carvalho, Nuno Valente; Costinha, Mendes (Bosingwa, m.87), Deco, Maniche; Carlos Alberto (Pedro Emanuel, m.68) y Derlei (McCarthy, m.92)
Gol: 0-1, m.60; Derlei, de penalti
Árbitro: Pierluigi Collina (Italia). Expulsó por doble amonestación al deportivista Nourredine Naybet (m.70) Amonestó a Carlos Alberto (m.33) y a Mendes (m.80), del Oporto; y a Diego Tristán (m.90), del Deportivo
Incidencias: El Rey Don Juan Carlos presenció desde el palco de honor de Riazor el encuentro, correspondiente a la vuelta de semifinales de la Liga de Campeones, que fue presenciado por más de 30.000 deportivistas y 4.000 seguidores del Oporto