L D (EFE) La tensión de los dos cuadros andaluces fue mucho mayor desde el principio del partido que en la semifinal precedente, entre el Real Madrid y el Tau Vitoria. El Unicaja está llamado, como casi siempre desde hace ya varias temporadas, a altas cotas, pero aún así también mostró un estado de preparación bastante avanzado para estas alturas de la temporada, lo que hace prever un buen arranque liguero del equipo dirigido por el italiano Sergio Scariolo a partir del próximo fin de semana.
El Granada consiguió dar mucha guerra desde el salto inicial. Una de las claves de la buena puesta en escena local estribó en la amplitud de recursos ofensivos, muy distribuidos. En el descanso contaba con dos hombres que habían hecho cinco puntos -el estadounidense Chris Owens y Jesús Fernández- y otros tres con seis -el italiano Niko Gianella, el argentino Roberto Gabini y el también estadounidense Corsley Edwards-.
Además, los granadinos aprovecharon bien los triples (4/9) y en el descanso continuaban en condiciones de discutir el triunfo al Unicaja, con una rotación mucho más activa, que enfiló el vestuario cuatro puntos por debajo en el marcador (34-30). El Unicaja perdió la semifinal de la primera Supercopa el verano pasado, contra el Barcelona, en Málaga. En este edición buscaba un puesto en la final, pero los anfitriones también querían su momento de gloria, la posibilidad de pelear por una competición oficial, aunque sea en el último trecho de la pretemporada.
César Sanmartín, con un triple, y Nacho Ordín, en un contragolpe, tocaron a rebato entre los malagueños (44-35 m.26). La motivación local apuntaba muy alto y Jesús Fernández puso el pabellón a mil por hora a la vuelta del obligado tiempo muerto visitante: otro triple y una cesta doble y 49-35. El sueño de la final empezaba a tomar cuerpo.
El Granada consiguió dar mucha guerra desde el salto inicial. Una de las claves de la buena puesta en escena local estribó en la amplitud de recursos ofensivos, muy distribuidos. En el descanso contaba con dos hombres que habían hecho cinco puntos -el estadounidense Chris Owens y Jesús Fernández- y otros tres con seis -el italiano Niko Gianella, el argentino Roberto Gabini y el también estadounidense Corsley Edwards-.
Además, los granadinos aprovecharon bien los triples (4/9) y en el descanso continuaban en condiciones de discutir el triunfo al Unicaja, con una rotación mucho más activa, que enfiló el vestuario cuatro puntos por debajo en el marcador (34-30). El Unicaja perdió la semifinal de la primera Supercopa el verano pasado, contra el Barcelona, en Málaga. En este edición buscaba un puesto en la final, pero los anfitriones también querían su momento de gloria, la posibilidad de pelear por una competición oficial, aunque sea en el último trecho de la pretemporada.
César Sanmartín, con un triple, y Nacho Ordín, en un contragolpe, tocaron a rebato entre los malagueños (44-35 m.26). La motivación local apuntaba muy alto y Jesús Fernández puso el pabellón a mil por hora a la vuelta del obligado tiempo muerto visitante: otro triple y una cesta doble y 49-35. El sueño de la final empezaba a tomar cuerpo.
El Unicaja lo pasó mal en el tercer cuarto. La falta de fluidez ofensiva le estaba matando y el Granada entró en el último corte con la victoria en la punta de los dedos (54-40). Forzó otro tiempo muerto malagueño a los dos minutos del periodo con 56-40 y, a partir de ahí, sólo tuvo que administrar la renta para certificar el pase a la primera final nacional en la máxima categoría de su historia a pesar de la exhibición de Carlos Cabezas, impresionante en defensa y en ataque.