A la tercera va la vencida, dicen, y por lo menos en lo que respecta a ganar al CSKA el Barcelona lo cumplió esta tarde, en un Palais Omnisports de Paris-Bercy que se fue llenando con el paso de los minutos. Gran partido el de Ricky Rubio, que anotó y regaló puntos por doquier en un buen encuentro general, en el que cada blaugrana aportó su granito de arena.
Empezó arriba el Barcelona, con los dos primeros tiros libres para Mickeal, pero "el pescador" se quedó muy solo en un primer cuarto en el que el CSKA consiguió irse por dos veces de 7 puntos (2-9 y 4-11). Los blaugrana no cogieron rebotes hasta bien entrado el cuarto, no encontraron acierto en sus tiros y el CSKA, sin hacer tampoco un gran partido, fue ampliando la diferencia. Pero la persistencia de Mickeal, autor de los 8 primeros puntos, encontró en Ricky Rubio y sus asistencias para Vázquez el complemento perfecto. Con paciencia, y una mayor agresividad bajo las dos canastas, Pascual consiguió cambiar el primer guión de la semifinal. Al final del primer cuarto la ventaja fue para los blaugrana (12-11).
El segundo empezó con las tornas cambiadas para que los blaugrana obtuvieran su primera ventaja cómoda (15-11), pero este CSKA sabe jugar por debajo en el marcador. Así, pronto se llegó al partido esperado, con una igualdad máxima en pista. La fuerza e intimidación de Kaun (8 puntos y 6 rebotes al descanso) fueron un obstáculo que los blaugrana, finalmente, consiguieron saltar. Los de Xavi Pascual consiguieron cerrar el rebote y, con la esperada y deseada llegada del acierto exterior, volvieron a abrir brecha hasta conseguir un 29-21 con el que se fueron al descanso. Lakovic y Navarro, en una ocasión para cada uno, fueron los únicos que se estrenaron desde más allá de los 6,25 metros, pero es que en los rusos tan sólo lo hizo, también una única vez, Khryapa.
Además, el ruso se cargó de faltas personales y jugó con menos intensidad en defensa, riesgo que el técnico Pashutin decidió correr por la ausencia de un reserva de calidad. El joven Vorontsevich no estuvo a la altura, y en el juego interior, con la excepción de Kaun, los blaugrana dominaron. Si Mickeal cogió las riendas en el primero, fue N'dong quien lo hizo en el segundo periodo, y es que los rusos se confiaron demasiado de su "mal" tiro exterior.
El descanso oxigena el tiro exterior
Ambos equipos saltaron de nuevo a la pista con la intención de anotar todo lo que no metieron en la primera parte. Así, el tiro exterior mejoró mucho y el partido entró en una fase de reparto de canastas. En este juego el Barcelona se sintió cómodo, y mantuvo una diferencia relativamente cómoda. Sin embargo, el CSKA nunca se descolgó y daba la sensación de que incluso controlaba la situación pese a ir por debajo. Más allá del acierto del "trío Lalalá" –Holden, Langdon y Siskauskas–, los rusos no fueron capaces de jugar como equipo, mientras que en los blaugrana la máquina colectiva se activó a tiempo. No tan fuertes atrás, pero con las ideas claras en ataque, con un Ricky repartiendo a gusto, el Barça iba anotando. La "Bomba" Navarro encendió su mecha en contadas ocasiones, pero siempre en momentos decisivos.
Lejos de la temporada pasada, cuando quizá este Barça abusaba demasiado de Navarro, en esta todo está más repartido, e incluso el de Sant Feliú lo agradece. Ricky Rubio, jugador que hace fácil lo complicado, demostró que tiene unos galones impropios de su juventud y encontró la llave para abrir la defensa rusa en los últimos minutos. En asociación con Vázquez, que entiende a la perfección sus movimientos, abrieron en canal al CSKA.
Ya rozando el último minuto, cuando los nervios podían jugar una mala pasada al Barcelona –con la semifinal del año pasado en mente–, apareció Erazem Lorbek en una esquina para clavar un triple y poner un 59-51 en el electrónico ya casi definitivo. Ricky siguió como anfitrión de la fiesta parisina y se apuntó un triple que hizo inútil el posterior de Siskauskas, de nuevo el mejor de los moscovitas con 19 puntos.