El Atlético y el Espanyol se quedan helados en el Calderón y firman un soso empate

L D (EFE) Tuvo más excusas el Espanyol, que no hace mucho se vio obligado a confirmar en el cargo a su entrenador, y, por lo menos, trató de juntar sus líneas y buscar el contragolpe. Al Atlético de Carlos Bianchi, sin embargo, se le acaban los pretextos. Muestra la misma atonía, la sensación de impotencia y un presentimiento trágico parecido al de temporadas precedentes. Sólo que este año se pensaba que sí había plantilla. Tan faltos de fútbol están ambos conjuntos que, sobre el terreno de juego, hicieron lo contrario de lo que parecían haber apostado sus entrenadores.

Porque, se suponía que el Atlético querría más el balón, con la entrada de Gabi en la zona de creación, mientras que Miguel Ángel Lotina, técnico espanyolista, buscaba mayor despliegue físico en su equipo, tras dejar a Iván de la Peña y Albert Riera en el banquillo y alinear a Ito y a los brasileños Fredson y Eduardo Costa en el centro del campo. Sin embargo, Espanyol tuvo más el balón en la primera mitad y el Atlético jugó a lo que pudo, en la mayoría de las ocasiones sin mucho sentido.

El equipo de Bianchi tuvo el partido de cara casi sin darse cuenta, con un disparo del francés Peter Luccin desde 25 metros (m.9), y de la misma forma desperdició la ventaja, por no defender un saque de esquina que cabeceó Jarque a la red, dos minutos después. Con el empate, el Espanyol tuvo más claro qué hacer y convirtió al meta argentino Leo Franco en el mejor de su equipo, en tres acertadas intervenciones ante Fredson, Moisés, en otro saque de esquina, y el francés Domi, en un golpe franco previo al descanso. Del ataque rojiblanco no hubo más noticias en tres cuartos de hora que un contragolpe bien lanzado por Fernando Torres, que no supo culminar el serbio Mateja Kezman, solo ante el meta camerunés Carlos Kameni (m.28).

No mejoró nada el paso por el vestuario y, si acaso, el Espanyol perdió algo de claridad en su juego, por lo que el segundo tiempo no fue más que un catálogo de despropósitos, que tan sólo trataron de cerrar ambos técnicos en el tramo final del partido, con la entrada en el campo del argentino Ariel Ibagaza y de Iván de la Peña. Entonces, entre peticiones de penalti (a Torres, a Luccin, a Galletti) y acciones desesperadas, en ataque y defensa, Atlético y Espanyol fueron consumiendo minutos, encaminados hacia un empate que no alivia demasiado la situación de los de Lotina y obliga a Bianchi a fijar la lucha por la zona media como mal menor, porque el "run run" de la desesperanza ya suena en el Calderón.