(Libertad Digital) Díaz Lobato, "un corredor modesto sólo hasta cierto punto" -así se define él mismo-, alcanzaba el principal éxito de su carrera con el mismo sistema que utilizó el escocés Millar un día antes en Córdoba; es decir, saltando de un grupo de cinco escapados a 20 kilómetros de meta y cubriendo la última distancia como si se tratase de una contrarreloj. Nadie ha podido con el llamado Guau en su galopada solitaria en busca de la gloria. Ha sido valiente y una vez más decidido a la hora de arriesgar. Lobato es de los habituales en las escapadas, pero nunca ha tenido la suerte que buscaba con tanto ahínco. El día más feliz llegaba en casa, donde alzaba los brazos para firmar una jornada voladora en la que se ha rodado a 45,947 kilómetros por hora.
Mientras el discípulo de Miguel Moreno, que cobra un sueldo anual cercano a los 27.000 euros -el mínimo de un corredor profesional- celebraba su hazaña, un grupo de antiguos compañeros de fuga con Tino Zaballa, José Luis Arrieta, Chente García, Iñaki Isasi y el alemán Raphael Schweda entraba a 44 segundos. Un grupo con Zabel y Petacchi lo hacía a 58 segundos, el del líder Nozal a 1:02 y Alejandro Valverde, que pinchaba a poco más de un kilómetro de meta, a 1:36. Ningún cambio en la general en una jornada rápida, de las denominadas rompepiernas , de esas que desgastan más de lo que indica la teoría del gráfico de ruta. Pero sin sobresaltos en la zona noble de la clasificación, donde las miradas estaban puestas en la etapa de los puertos madrileños y en la cronoescalada de Abantos, donde los jefes se van a mirar frente a frente.
Lobato remataba una escapada que se gestaba en el kilómetro 20 con dieciséis hombres, todos ellos inofensivos para la general, pero cargados de ilusión y ganas de darse la paliza hasta Las Rozas. Todos fueron en armonía hasta que Chente García, del iBanesto.com, rompió la disciplina de grupo a 40 kilómetros de la llegada. El de Tafalla se quemaba después de que fuera alcanzado por el mallorquín del Milaneza Joan Horrach y llegó el turno de Díaz Lobato en las inmediaciones del esprint de Valdemorillo. Salió disparado y convencido de sus fuerzas, sin mirar atrás y a jugársela. Los cuatro perseguidores se vieron impotentes para reducir diferencias y cedieron ante un corredor de lucha diaria, de los que sudan la camiseta sin ser un galáctico. Aunque esta vez lo ha parecido.
La decimonovena etapa de la Vuelta, que se disputará este viernes en la sierra madrileña entre Alcobendas y Collado Villalba, de 164 kilómetros de recorrido, se presenta como la penúltima oportunidad para que los aspirantes a las diversas plazas del podio jueguen sus bazas. Los corredores afrontarán los Altos de San Lorenzo de El Escorial (tercera categoría), Los Leones (primera), Los Ángeles de San Rafael (tercera) y Navacerrada (primera), este último a 23 kilómetros de la línea de meta.
Mientras el discípulo de Miguel Moreno, que cobra un sueldo anual cercano a los 27.000 euros -el mínimo de un corredor profesional- celebraba su hazaña, un grupo de antiguos compañeros de fuga con Tino Zaballa, José Luis Arrieta, Chente García, Iñaki Isasi y el alemán Raphael Schweda entraba a 44 segundos. Un grupo con Zabel y Petacchi lo hacía a 58 segundos, el del líder Nozal a 1:02 y Alejandro Valverde, que pinchaba a poco más de un kilómetro de meta, a 1:36. Ningún cambio en la general en una jornada rápida, de las denominadas rompepiernas , de esas que desgastan más de lo que indica la teoría del gráfico de ruta. Pero sin sobresaltos en la zona noble de la clasificación, donde las miradas estaban puestas en la etapa de los puertos madrileños y en la cronoescalada de Abantos, donde los jefes se van a mirar frente a frente.
Lobato remataba una escapada que se gestaba en el kilómetro 20 con dieciséis hombres, todos ellos inofensivos para la general, pero cargados de ilusión y ganas de darse la paliza hasta Las Rozas. Todos fueron en armonía hasta que Chente García, del iBanesto.com, rompió la disciplina de grupo a 40 kilómetros de la llegada. El de Tafalla se quemaba después de que fuera alcanzado por el mallorquín del Milaneza Joan Horrach y llegó el turno de Díaz Lobato en las inmediaciones del esprint de Valdemorillo. Salió disparado y convencido de sus fuerzas, sin mirar atrás y a jugársela. Los cuatro perseguidores se vieron impotentes para reducir diferencias y cedieron ante un corredor de lucha diaria, de los que sudan la camiseta sin ser un galáctico. Aunque esta vez lo ha parecido.
La decimonovena etapa de la Vuelta, que se disputará este viernes en la sierra madrileña entre Alcobendas y Collado Villalba, de 164 kilómetros de recorrido, se presenta como la penúltima oportunidad para que los aspirantes a las diversas plazas del podio jueguen sus bazas. Los corredores afrontarán los Altos de San Lorenzo de El Escorial (tercera categoría), Los Leones (primera), Los Ángeles de San Rafael (tercera) y Navacerrada (primera), este último a 23 kilómetros de la línea de meta.