La puerta 21 del estadio, convertida ya en un inmenso santuario en memoria de Jarque, un mosaico de colores de numerosos clubes, quedó cerrada al público poco antes de la una de la tarde, cuando los aficionados comenzaron a hacer cola para visitar la capilla ardiente, que ha permanecido abierta durante unas horas, entre las 14.00 y las 18.00.
Al mismo tiempo que una incesante procesión de coronas de flores entraba en el estadio por la puerta 21, la gente desfilaba en silencio, compungida e impresionada, por el pasillo habilitado por el club hasta el antepalco presidencial. Allí flanqueaban el féretro de Jarque sus compañeros de equipo y los directivos del club en una escena impactante. Con la mirada perdida, en un extremo silencio, los jugadores del Espanyol acompañaron a Jarque junto a una enorme corona con el escudo del club y una foto del futbolista fallecido.
Al otro lado del féretro, protegidos por un biombo, los familiares y amigos de Jarque asistían con dolor a la incesante procesión de aficionados anónimos que atravesaron la sala en silencio, moderando el paso, santiguándose ante el ataúd del capitán del equipo, sin teléfonos móviles ni cámaras fotográficas a la vista, aún incrédulos por la muerte de un futbolista de 26 años que estaba a punto de ser padre.
Al final del recorrido, apenas ocho o diez minutos desde la entrada al estadio, varios libros de recogida de firmas daban por cerrado el desfile que ha servido para despedir a Jarque. Fuera, las colas bajo el sol retrataban la identificación de la afición con su club y el estupor de quienes han sentido el fallecimiento de Jarque. Miles de camisetas del Espanyol, muchas ya personalizadas con el nombre de Jarque, pero también del Barcelona, Real Madrid, Betis o Sevilla, Almería y Deportivo de La Coruña, Athletic de Bilbao y decenas de clubes modestos, de barrio y de aficionados simbolizaban el impacto que ha causado la muerte de Jarque en el mundo del fútbol.
Como anécdota, destacar que los servicios de asistencia tuvieron que atender a una mujer embarazada que esperaba su turno y que se desmayó por el calor. Han sido muchos quienes se protegían del sol con paraguas o sombrillas, quienes han sacrificado el horario de la comida a cambio de un bocadillo para esperar su momento, apenas un instante para ver en directo el féretro, los jugadores y la familia de Jarque, en el último adiós al capitán del Espanyol, convertido ya en símbolo de la nueva era del club.