L D (EFE) Ferrero ha puesto fin a una temporada en la que se ha quedado a medio camino. Muchas esperanzas tenía depositadas el tenista de Onteniente en el curso de 2005, al que volvió en plenas condiciones físicas tras el calvario de lesiones que padeció el año pasado.
El valenciano, que no gana un torneo desde que se adjudicó el Masters Series de París en 2003 -el curso en el que llegó a ser número uno del mundo-, ha logrado adentrarse entre los veinte primeros y ha vuelto a formar parte del escenario principal de algunos torneos. Ha aspirado claramente a dos títulos. En las finales de Viena y Barcelona. Pero dos de los jugadores más en forma, Ivan Ljubicic y Rafael Nadal, frustraron su éxito. Ferrero conserva sus ambiciones. Y así quedó de manifiesto en el partido ante el gigante checo Berdych, en plena faena para crecer en el ránking aunque ensombrecido por las carreras de sus compatriotas Jiri Novak y Radek Stepanek. Dio batalla el español, que terminó por poner el punto y final al curso por 7-5, 6-7 (9-11) y 6-4.
David Ferrer, sin embargo, salía victorioso de su compromiso contra Tommy Haas, no hace mucho una de las mejores raquetas del circuito -llegó al número dos en 2002- y alumbrado por siete títulos. Menos pedigrí asoma el español, que prolonga en este tramo final y en pista rápida las excelencias que deslumbraron a mitad de curso. Sobre tierra batida. Sin embargo, Ferrer, que aún hace cálculos para acudir a la Copa Masters de Shangai -privilegio para los ocho mejores del año-, especialmente ante una eventual baja de última hora, subrayó su solidez en la cancha y su madurez a pesar del contratiempo que supuso el set que se anotó su rival y que pudo cambiar el partido. El alicantino no decayó y se apuntó el triunfo en tres mangas, por 6-2, 6-7 (3-7) y 6-3. Ahora espera al primer favorito, Andy Roddick, con el que nunca ha jugado y que se ha impuesto al eslovaco Dominik Hrbaty por 6-1 y 6-2.
Tommy Robredo fue el que menos sobresaltos padeció para llegar a cuartos. En dos mangas (6-4 y 6-3) liquidó su compromiso con el serbio Novak Djokovic. Ahora espera al croata Ivan Ljubicic, el mejor del presente curso en pista cubierta, que batió al sueco Thomas Johansson por 6-3 y 7-6 (7-4). El croata, de origen bosnio -nació en Banja Luka-, ha ganado dieciocho de sus diecinueve últimos partidos. Sólo perdió la final del Masters Series de Madrid ante Rafael Nadal. Y ha ganado en Metz y Viena, triunfos que aúna al de Lyon de hace tres temporadas. Nunca Robredo ha vencido a Ljubicic, que esta misma campaña le venció en las semifinales de Viena y Dubai, ambas en dos mangas. Ya en el 2004 le batió en el Masters Series de Montecarlo.
Peor panorama ofrece el tenis francés, a la espera de un nuevo referente. Sus jóvenes Gael Monfils o Richard Gasquet, ausentes en París, no terminan de explotar. Paul-Henri Matthieu ha sido el último en caer en Bercy. Perdió ante el checo Radek Stepanek por 7-5 y 6-4 y sigue el camino que antes tomaron Sebastien Grosjean, Arnaud Clement, Fabrice Santoro o Florent Serra.
El valenciano, que no gana un torneo desde que se adjudicó el Masters Series de París en 2003 -el curso en el que llegó a ser número uno del mundo-, ha logrado adentrarse entre los veinte primeros y ha vuelto a formar parte del escenario principal de algunos torneos. Ha aspirado claramente a dos títulos. En las finales de Viena y Barcelona. Pero dos de los jugadores más en forma, Ivan Ljubicic y Rafael Nadal, frustraron su éxito. Ferrero conserva sus ambiciones. Y así quedó de manifiesto en el partido ante el gigante checo Berdych, en plena faena para crecer en el ránking aunque ensombrecido por las carreras de sus compatriotas Jiri Novak y Radek Stepanek. Dio batalla el español, que terminó por poner el punto y final al curso por 7-5, 6-7 (9-11) y 6-4.
David Ferrer, sin embargo, salía victorioso de su compromiso contra Tommy Haas, no hace mucho una de las mejores raquetas del circuito -llegó al número dos en 2002- y alumbrado por siete títulos. Menos pedigrí asoma el español, que prolonga en este tramo final y en pista rápida las excelencias que deslumbraron a mitad de curso. Sobre tierra batida. Sin embargo, Ferrer, que aún hace cálculos para acudir a la Copa Masters de Shangai -privilegio para los ocho mejores del año-, especialmente ante una eventual baja de última hora, subrayó su solidez en la cancha y su madurez a pesar del contratiempo que supuso el set que se anotó su rival y que pudo cambiar el partido. El alicantino no decayó y se apuntó el triunfo en tres mangas, por 6-2, 6-7 (3-7) y 6-3. Ahora espera al primer favorito, Andy Roddick, con el que nunca ha jugado y que se ha impuesto al eslovaco Dominik Hrbaty por 6-1 y 6-2.
Tommy Robredo fue el que menos sobresaltos padeció para llegar a cuartos. En dos mangas (6-4 y 6-3) liquidó su compromiso con el serbio Novak Djokovic. Ahora espera al croata Ivan Ljubicic, el mejor del presente curso en pista cubierta, que batió al sueco Thomas Johansson por 6-3 y 7-6 (7-4). El croata, de origen bosnio -nació en Banja Luka-, ha ganado dieciocho de sus diecinueve últimos partidos. Sólo perdió la final del Masters Series de Madrid ante Rafael Nadal. Y ha ganado en Metz y Viena, triunfos que aúna al de Lyon de hace tres temporadas. Nunca Robredo ha vencido a Ljubicic, que esta misma campaña le venció en las semifinales de Viena y Dubai, ambas en dos mangas. Ya en el 2004 le batió en el Masters Series de Montecarlo.
Peor panorama ofrece el tenis francés, a la espera de un nuevo referente. Sus jóvenes Gael Monfils o Richard Gasquet, ausentes en París, no terminan de explotar. Paul-Henri Matthieu ha sido el último en caer en Bercy. Perdió ante el checo Radek Stepanek por 7-5 y 6-4 y sigue el camino que antes tomaron Sebastien Grosjean, Arnaud Clement, Fabrice Santoro o Florent Serra.