L D (EFE) El alicantino, que hereda la corona conquistada por su compatriota Rafael Nadal en este mismo escenario, también con un triunfo frente a un argentino (Gastón Gaudio), se ha quitado de encima un puñado de maleficios que barruntaban en sus participaciones. Una de ellas, la falta de autoridad en los momentos claves de los torneos. Se había hecho un hueco Ferrer entre la elite. De hecho, el pasado curso cercó a los mejores del mundo y se quedó a orillas de la Copa Masters de Shangai. Pero sus aspiraciones se estrellan en los cuartos de final. O en las semifinales.
De hecho, Ferrer, en cuya hoja de servicios solo brilla el título del 2002 en Bucarest, afrontaba en Stuttgart la primera final de la temporada. Su mejor registro fue la semifinal en el Masters Series de Miami y otros cuantos cuartos de final. El torneo alemán le llegó en buen momento a este jugador, ahora el dieciocho del mundo, que se encontró como rival a un argentino, perdido unos puestos por detrás en el ránking, pero que tradicionalmente se le da mal. Es una de las bestias negras del español.
El tenista de Posadas, 32 de la clasificación mundial, de la misma generación que Ferrer, había ganado al español en cuatro de los cinco enfrentamientos que databa el historial de ambos. Las más recientes. Precisamente, el único triunfo del alicantino fue en Bucarest, en la final del 2002, cuando ganó su único título. Acasuso se impuso en todas las de después. Incluida la más reciente, en el 2006. La del Masters Series de Roma, donde el sudamericano venció con rotundidad.
Llevaba el mismo camino en Stuttgart. Sobre todo cuando el argentino se situaba a un juego de la victoria final (4-6, 6-3, 7-6 (3) y 5-1). Pero Ferrer, desquiciado por momentos, se apuntó cuatro juegos de una tacada, igualó el parcial y después el partido, que se adjudicó, finalmente, en el quinto set. Su rival ya había empezado a notar las amenazas física.
De hecho, Ferrer, en cuya hoja de servicios solo brilla el título del 2002 en Bucarest, afrontaba en Stuttgart la primera final de la temporada. Su mejor registro fue la semifinal en el Masters Series de Miami y otros cuantos cuartos de final. El torneo alemán le llegó en buen momento a este jugador, ahora el dieciocho del mundo, que se encontró como rival a un argentino, perdido unos puestos por detrás en el ránking, pero que tradicionalmente se le da mal. Es una de las bestias negras del español.
El tenista de Posadas, 32 de la clasificación mundial, de la misma generación que Ferrer, había ganado al español en cuatro de los cinco enfrentamientos que databa el historial de ambos. Las más recientes. Precisamente, el único triunfo del alicantino fue en Bucarest, en la final del 2002, cuando ganó su único título. Acasuso se impuso en todas las de después. Incluida la más reciente, en el 2006. La del Masters Series de Roma, donde el sudamericano venció con rotundidad.
Llevaba el mismo camino en Stuttgart. Sobre todo cuando el argentino se situaba a un juego de la victoria final (4-6, 6-3, 7-6 (3) y 5-1). Pero Ferrer, desquiciado por momentos, se apuntó cuatro juegos de una tacada, igualó el parcial y después el partido, que se adjudicó, finalmente, en el quinto set. Su rival ya había empezado a notar las amenazas física.
"Ha valido la pena la espera hasta un nuevo título porque Stuttgart es un torneo grande. Tengo que felicitar a mi rival a Acasuso, porque ha jugado un gran partido. Espero que se recupere de sus dolencias", dijo el campeón tras el encuentro. "Nunca me di por vencido. Siempre confié en la victoria y lo he dado todo por el triunfo", añadió Ferrer. Sin embargo, el sudamericano lamentó la derrota. "Estas derrotas son las que duelen pero de todo se aprende", apuntó Acasuso.