L D (EFE) Ferrer ha consumado una de las sorpresas del torneo. Su habitual espíritu de lucha del español y su carácter batallador han dejado en evidencia el talento y la fortaleza de la raqueta de Nebraska, un grande del ránking con veinte títulos como profesional -entre ellos el Abierto de Estados Unidos y tres Masters Series- y que llegaba a la cima de la clasificación mundial en noviembre de 2003.
El jugador alicantino, que transita por la parte noble del tenis profesional desde el pasado curso, cuando se dejó ver con frecuencia por los momentos estelares de torneos notables, no ha gozado de la misma repercusión en 2006, donde su mayor logro han sido los cuartos de final del torneo de Auckland.
Pero Ferrer, con el torneo de Bucarest como único brillo entre su historial, apabullaba al estadounidense en el primer parcial. Tuvo perfectamente estudiado a su rival. Roddick, vencedor del único precedente entre ambos -en los cuartos de final del Masters Series de París del pasado año (2-6, 6-3 y 7-6)- fue incapaz de aplacar la salida fulgurante del alicantino, que se situó con 4-0 en el primer set. No tuvo al servicio como aliado el de Nebraska, dubitativo cuando el saque no es tan resolutivo como espera. Y aguardó a la continuación para enmendar la plana. Sumó siete saques directos en este tramo (totalizó diez) y rompió el saque de Ferrer por primera vez para equilibrar el partido.
La manga definitiva transitó con mayor igualdad. El espíritu luchador del español neutralizó las aspiraciones de Roddick. Pero excesivamente errático en el duelo con el español, el tenista de Nebraska fue víctima de sus 47 errores no forzados. El doble que Ferrer, más regular y sólido. No le tembló el pulso al alicantino cuando Roddick neutralizó la ventaja de dos juegos que dispuso en la tercera manga (de 4-2 a 4-4). Volvió a romper el saque del estadounidense, desquiciado por su carencia de acierto y no desaprovechó la ocasión para cerrar el duelo y plantarse en semifinales por segundo año consecutivo.
El jugador alicantino, que transita por la parte noble del tenis profesional desde el pasado curso, cuando se dejó ver con frecuencia por los momentos estelares de torneos notables, no ha gozado de la misma repercusión en 2006, donde su mayor logro han sido los cuartos de final del torneo de Auckland.
Pero Ferrer, con el torneo de Bucarest como único brillo entre su historial, apabullaba al estadounidense en el primer parcial. Tuvo perfectamente estudiado a su rival. Roddick, vencedor del único precedente entre ambos -en los cuartos de final del Masters Series de París del pasado año (2-6, 6-3 y 7-6)- fue incapaz de aplacar la salida fulgurante del alicantino, que se situó con 4-0 en el primer set. No tuvo al servicio como aliado el de Nebraska, dubitativo cuando el saque no es tan resolutivo como espera. Y aguardó a la continuación para enmendar la plana. Sumó siete saques directos en este tramo (totalizó diez) y rompió el saque de Ferrer por primera vez para equilibrar el partido.
La manga definitiva transitó con mayor igualdad. El espíritu luchador del español neutralizó las aspiraciones de Roddick. Pero excesivamente errático en el duelo con el español, el tenista de Nebraska fue víctima de sus 47 errores no forzados. El doble que Ferrer, más regular y sólido. No le tembló el pulso al alicantino cuando Roddick neutralizó la ventaja de dos juegos que dispuso en la tercera manga (de 4-2 a 4-4). Volvió a romper el saque del estadounidense, desquiciado por su carencia de acierto y no desaprovechó la ocasión para cerrar el duelo y plantarse en semifinales por segundo año consecutivo.