Davenport y Serena Williams disputarán una final norteamericana en el Abierto de Australia
A falta de representantes en la final masculina, salvo que Andy Roddick se imponga al australiano Lleyton Hewitt, el tenis estadounidense se ha asegurado el título femenino en el Abierto de Australia con Lindsay Davenport, campeona en 2000, y Serena Williams, vencedora hace dos años, pese a que ambas han estado a punto de ver frustradas sus aspiraciones.
Las dos victorias tienen un significado especial para cada una de ellas. Davenport, de 28 años, sufrió durante dos horas y 33 minutos en su partido de cuartos contra la australiana Alicia Molik y acabó extenuada, pero no quiso perderse después su encuentro de semifinales de dobles junto con Corina Morariu porque era la mejor forma de celebrar el cumpleaños de su compañera. Ganaron en tres sets y está pues en las dos finales. A pesar de todo ese esfuerzo, y el cansancio acumulado Lindsay resistió otro duro castigo hoy contra Nathalie Dechy, con quien nunca había perdido en cinco ocasiones anteriores.
La francesa luchó en su primera semifinal de un Grand Slam con uñas y dientes, y ganó el primer set con facilidad en 24 minutos, pero no supo rematar su faena. En el desempate se colocó con ventaja de 4-1 y luego 5-5, a solo dos pasos del triunfo, aunque su falta de experiencia le costó caro, pues se hundió con una doble falta en el último punto. En el tercer set, la de Palos Verdes estuvo arriba con 4-2 y aunque Dechy niveló 4-4, Lindsay exhibió su mejor repertorio para ganar los dos últimos juegos en blanco.
Serena Williams ha tenido pesadillas con Maria Sharapova, con quien había perdido en las dos grandes finales en las que se habían enfrentado, Wimbledon y la del Masters el año pasado, y en el cuarto enfrentamiento entre ambas en diez meses, Serena se sacó la espina Tras caer en el All England Tennis Club, Serena inició un alejamiento de las pistas debido a una operación de rodilla, que duraría nueve meses, hasta Cayo Vizcaíno, y por tanto se perdió el Abierto de Australia del año pasado. La segunda espina quedó clavada en la final del Masters en Los Ángeles, donde Serena no pudo dar el máximo contra la rusa, debido a una lesión de abdominales, aunque estuvo a seis puntos de la victoria.
En su regreso a Melbourne Park donde se había coronado campeona en el 2003, y donde ya salvó dos puntos de partido contra la belga Kim Clijsters en semifinales, había dudas en el juego de la menor de las Williams. Vacilaciones que ella misma reconoció y que hoy estuvieron amenazándola cuando Sharapova se colocó con 5-4 en el tercer set y dispuso de tres puntos para rematar su faena. "Generalmente nunca bajo los brazos, pero en esta ocasión pensé, 'O.K. no quiero renunciar ahora'", decía Serena al recordarlo. Sharapova desperdició la primera con una derecha larga, y Serena neutralizó las dos siguientes, con un demoledor resto y un cruzado de derecha en un intercambio, para romper 5-5 y situarse luego 6-5 y 40-15 a sólo dos puntos de ser ella la ganadora.
La rusa logró mantener su saque, e incluso tuvo tres oportunidades de quebrar en el siguiente, pero fue Serena la que ganó el juego 7-6 y en el siguiente se la jugó en un revés profundo, inalcanzable para Masha. "He jugado con el corazón, lo he dado todo pero no confirmé mis oportunidades cuando pude y así es el juego", dijo Sharapova, "esto no es un esprint, es un maratón". El partido estuvo marcado por el enorme número de errores no forzados de ambas, 51 de Maria y 53 de Serena, y sobre todo por el volumen de los desquiciantes chillidos de la rusa en cada golpe. Fueron los 33 golpes ganadores de Williams los que al final decidieron su presencia en la final, la novena del Grand Slam de su carrera.
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