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Costa de Marfil no puede con Burkina Faso en la Copa de África

El público del Estadio Chimandela de Cabinda, sobre cuyo césped tendría que haber debutado Togo contra Ghana, ha tenido que conformarse con un solo partido, si bien uno ha sido de los más esperados, con el debut de Costa de Marfil, principal candidata a alzarse con la Copa de África.

Y no salió bien parada la selección marfileña de Drogba, que no pudo pasar del empate sin goles (0-0) ante Burkina Faso. El mérito, claro, fue de los voltenses, que plantearon un partido muy serio con un único objetivo: que los marfileños viesen a su guardameta siempre desde muy lejos. Decidió así Burkina Faso regalar medio campo y esperar en la divisoria el avance de la defensa marfileña.

Costa de Marfil es el equipo con más hechuras de los seis que hasta ahora han enseñado su fútbol en la Copa de África. Toca el balón con criterio para hacerlo llegar a posiciones desde las que hacer daño, pero no encontraron cómo ofrecer a Drogba, primera y última referencia de la selección, un balón en condiciones. Maniatados en medio campo, los puntas trazaban diagonales sin respuesta y la circulación del balón se encallaba entre la maraña de piernas voltenses. Ni siquiera el notable desgaste de Burkina Faso sirvió para que Costa de Marfil, aparentemente más fuerte, consiguiese meter el miedo en el cuerpo de su rival, que fue dejando correr el reloj para sumar un punto de gran valor en sus aspiraciones de pasar a cuartos.

Antes, en la capital angoleña, en el mismo escenario donde el domingo se inauguró el torneo con una lluvia de goles entre Mali y Angola, se midieron los otros dos equipos del grupo A. Puede que un Malaui-Argelia (3-0) carezca de abolengo, que se juzgue a primera vista como de uno de esos partidos que difícilmente marcarán en rojo los aficionados, pero de ahí a que el número de recogepelotas supere al de espectadores media un abismo.

Eso fue lo que pasó en el Estadio Nacional de Luanda. Tan vacías estaban las gradas que se escuchaban a la perfección las voces de los banquillos, como en partido de juveniles, desde donde los técnicos trataban de ajustar los reglajes de dos equipos con un importante margen de mejora. Malaui es un grupo de pierna firme, recio, que se despliega veloz por todo el terreno de juego, bello por valiente, pero con serias lagunas defensivas, sobre todo a la hora de tirar el fuera de juego.

Afortunadamente para los de Kinnha Phiri, Argelia, justita de recursos, les exigió poco. Su catálogo de ideas cuando rondó el área contraria fue de manual. Demasiado. Tanto que su fútbol se volvió previsible. Hace falta algo más que colgar un balón tras otro al área para sorprender incluso a una defensa con los desajustes de la malauí. Malaui fía su suerte a la velocidad y perseverancia de su puntas, tipos tan ligeros como generosos en el esfuerzo que, al igual que los interiores, disfrutan como niños con metros por delante, con balones al hueco que les permitan encarar tras unas cuantas zancadas.

Así que Argelia optó por achicar espacios y los centrocampistas de Malaui respondieron como mejor saben: con balones largos a la espalda del defensa argelina, una receta bien simple la que sacó petróleo gracias a Chaouchi, el meta argelino, que completó un partido para olvidar. Un error suyo en un despeje sencillo dejó el balón franco para Russell, que hizo el primero de la tarde (m.17) e inclinó el partido hacia la portería argelina. También le debe el tercero de sus goles Malaui a Chaouchi, que falló con estrépito en una salida para dejar la meta vacía y el balón a los pies de Banda (m.49). Entre medias, Kafoteka le comió las papas a los centrales argelinos para rematar de cabeza y hacer el segundo (m.36).

En la segunda jornada de la Copa de África casi nadie se acordó de Togo, cuya retirada retrasó el debut de Ghana, otra de las selecciones mundialistas y candidatas a sustituir a Egipto en el trono del fútbol africano.


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