Corría el año 1977 cuando Thierry Sabine, creador del Rally París-Dakar, se perdió en el desierto libanés cuando disputaba su tercer rally Costa de Marfil- Costa Azul. Sin brújula, mal herido, el francés a punto estuvo de perder la vida entre las dunas del desierto africano, pero su astucia permitió que un avión de la organización le localizara in extremis. La experiencia le marcó tanto, que juró volver a repetirla y, dos años más tarde, se disputaba la primera edición de una de las pruebas automovilísticas más duras del mundo, el París- Dakar.
Treinta y dos años después, este mítico rally sigue disputándose, aunque si somos sinceros poco queda de la esencia de aquel recorrido nacido de la experiencia del piloto francés. Hace tres años que la prueba abandonó África, por problemas de seguridad, dejando atrás también parte de la esencia de la misma, y aterrizó en el sur de América, lejos de sus orígenes.
Ahora, el Dakar, aún conservando el nombre, ni parte de la capital francesa, ni llega a la exótica ciudad africana. La accidentada orografía argentina y chilena han sustituido, por tercer año consecutivo, a las pistas senegalesas y de su vecina Mali. El próximo 1 de enero 430 vehículos de 51 nacionalidades tomarán la salida desde la capital argentina, Buenos Aires, para disputar un rally que ha incrementado su exigencia y también la dureza de las etapas.
La presente edición, que se alargará hasta el 16 de ener,o irá de menos a más, cruzando lugares míticos para los amantes de los raids como la Ruta 40, columna vertebral argentina paralela a los Andes, o el desierto de Atacama, caracterizado por ser uno de los lugares más áridos del planeta. A todo hay que unirle una dificultad más y es que este año las funcionalidades del GPS estarán limitadas, lo que obliga a los participantes a agudizar sus sentidos y permanecer mucho más atentos en su navegación. Otra de las novedades, que afecta a los pilotos de elite de motos, es que no podrán usar propulsores de más de 450cc, obligándoles a ser más conservadores con sus mecánicas, que sufrirán más las adversidades del desierto.
Participación española
Posiblemente podamos atribuir a la crisis la escasa participación española en la presente edición del Dakar - la más baja de la última década, a pesar de ser este año una de las ediciones con mayor número de inscritos. Sólo 32 equipos españoles tomarán la salida desde Buenos Aires el próximo 1 de enero. De ellos 17 lo harán sobre dos ruedas, nueve en la modalidad de coches, cinco en camiones, y uno más en quad.
Lo que no disminuye son las aspiraciones de los nuestros a revalidar los títulos conseguidos otros años. Es el caso del piloto Carlos Sainz y su copiloto Lucas Cruz que el año pasado consiguieron la corona y éste buscan hacer el doblete a los mandos de nuevo de un VW Touareg. También en coches, pero con muchas menos opciones a la victoria, está Nani Roma, campeón del Dakar en 2004 en la categoría de motos, que a punto estuvo de ver los toros desde la barrera. Finalmente, el piloto catalán tomará parte de la prueba en sustitución del belga Fredi Loix, y conduciendo un Nissan Nevara.
En motos, Marc Coma es un año más la esperanza española. El catalán intentará con la KTM desquitarse de la penalización que la dirección de carrera le impuso el año pasado cuando lideraba la prueba. El que hasta el año pasado era el mochilero de Coma, Jordi Viladoms emprenderá su propia aventura y será una de las incorporaciones españolas en motos, junto a la única participante mujer de nuestro país, la diez veces campeona del mundo de trial, Laia Sanz.
Mientras, en camiones el único que, a priori, tiene opciones de luchar por los puestos de cabeza es Pep Vila, aunque sería injusto olvidarse de hombre ya experimentados como David Oliveras o Jordy Juvanteny.