Existe un club exclusivo al que sólo pueden acceder determinados jugadores. Su entrada no depende del dinero que tengan en la cuenta bancaria, ni del número de deportivos que tenga en su garaje, ni tampoco del club al que pertenece. Es un club de élite. No vale cualquier jugador que marque cada fin de semana en su respectiva liga. Este club es aún más prestigioso. Sólo se reúnen de vez en cuando, y siempre en martes y miércoles, y aunque son bastantes los que tienen permisos para entrar, se cuentan con la mano los que acaban con su cara retratada en la pared. Este club se llama Champions League y es donde mejor se lo pasa Benzema. Él pasa del mal cuidado césped de Pamplona o de la lluvia de Balaídos, un estadio que se cae cuando hay mucho viento. Él es más de una buena música clásica antes del partido, del césped del Bernabéu y de esa grada que no te pita y que anima más de lo normal como es la afición de la Champions. Le pone esta competición, en la que ha marcado cinco de los últimos siete goles del Madrid.
Benzema es un escándalo de jugador. Lo es cuando está bien, como pasó ante el Nápoles, ante el que hizo más que en toda la temporada. Tampoco era muy complicado, pero había que hacerlo. Si no es el mejor delantero o de los mejores del mundo es porque le falta regularidad y porque necesita ocho ocasiones para meter una. Y fue éste el caso. Marcó una y pudo marcar seis más. Y es que Benzema estuvo en todas. En casi todas, para que no nos tilden de exagerados. Es un hecho que el himno de la Champions le motiva tanto como el flamenco a Juanma Rodríguez —hay que escuchar El Primer Palo—, y sólo hay que ver cuánto tiempo tardó en tener la primera opción de gol: 22 segundos. En lo que tardas en esperar el ascensor, él ya había hecho una pared con Ronaldo y Reina le había evitado el primer tanto con una buena mano, rodilla en tierra.
Error de Keylor Navas y a remar
El Madrid enseñó los dientes y el Nápoles, pues tres cuartas partes de lo mismo. Tardaron tres minutos en asentarse pero en la primera posesión, seis pases seguidos al primer toque, dos jugadores blancos al suelo y un desenlace que terminó en las manos de Keylor Navas. Jaleaban los 6.000 seguidores del equipo italiano que alucinarían, como todo el universo, con el tanto de Insigne a los siete minutos del inicio. Desde 25 metros, por lo menos, realizó una especie de disparo. No iba ni flojo ni fuerte, ni tampoco con una rosca que justifique el tremendo error de Keylor Navas. Un grotesco fallo que puede decidir la eliminatoria y quién sabe si su futuro. Como le pasó en Sevilla, en el tanto de Jovetic, estaba mal colocado, despistado y no reaccionó a tiempo. Uno de los goles más extraños que se recuerdan en este estadio en los últimos años.
El gol fue un gripazo para un Real Madrid que había salido enchufado, como se le pide. Durante diez minutos, el equipo de Zidane estuvo grogui. Iban camino de emular al Barça, con tarjeta amarilla a Ramos por impotencia, hasta que llegó el gol de Karim en el minuto 18, el tanto que cambiaría el partido.
Dani Carvajal le pidió prestado el pie derecho a Modric para servir un centro extraordinario con el exterior y ahí apareció Karim para ganar a todos por arriba. Con garra, energía y testosterona. Sí, hablamos de Benzema. Ganó hasta a Cristiano, que peleaba por marcar. Cabezazo y empate a uno. El francés llevaba más de un mes sin marcar, desde el 12 de enero en Sevilla. Carvajal es el lateral con más asistencias de toda Europa. Casi nada.
Con el partido igualado, vimos el clásico partido donde el Madrid domina, se siente cómodo hasta en la presión adelantada, que es una de sus debilidades, y asume ciertos riesgos al permitir varias salidas claras al contraataque del Nápoles, un equipo más peligroso con espacios que en estático. Pese a todo, las mejores oportunidades siempre fueron del bando del Real Madrid. En el 27', Ronaldo envió a las nubes un gol cantado en un mano a mano y al borde del descanso, un centro del portugués, desde la derecha, raso y al punto de penalti encontró a Benzema que vio en Reina a Sirigu. En vez de tirar raso, picó la pelota. Acertó en la elección, pero también le adivinó el portero, que tocó lo justo para enviarla al poste. Madrid y Nápoles se iban al descanso con tablas en el marcador y entre aplausos de un Bernabéu que se llenó. La primera parte sería como la segunda, digna de la Champions, con un ritmo trepidante. Dos equipos que no se guardaron nada para la vuelta.
El golazo de Casemiro
El 1-1 era un resultado injusto y malo para el Real Madrid, que saltó en la segunda parte con las mismas energías. A los diez minutos, habían repartido algo de justicia con los tantos de Kroos y de Casemiro. Perdón. Con el tanto de Kroos y la burrada de Casemiro. Cristiano Ronaldo, otra vez tirado en la derecha, fue especialmente hábil para dejar a su defensor en el suelo, meterse en el área, levantar la cabeza y ver cómo entraba Kroos para marcar a su estilo. Ya saben, con el interior, rasa y pegada al palo corto. Todos sus goles son iguales. Al César lo que es del César y, si desde aquí se ha criticado a Benzema y Cristiano, hoy se debe elogiar el buen partido de ambos. Y es que vimos un Cristiano que se cambió de piel. El luso jugó realmente bien al fútbol, pero remató realmente mal a portería. Menos portadas, pero suma igual.
El gol de la noche fue el de Casemiro. Es el tercero que marca con la camiseta blanca y el primero de jugada, aunque de jugada tiene poco. Rechace de Reina muy lejos y como le cae, la empala de volea para meterse en la portería tocando el lateral de la red. Con el 3-1, el Madrid buscó, quizá, con demasiado hincapié el cuarto tanto cuando era más importante no encajar un segundo gol. Por eso, Mertens pudo dejar la eliminatoria más igualada. En dos minutos, del 67 al 69, tuvo dos ocasiones claras para reducir distancias. La primera, a las nubes tras una excelente cesión de Callejón quien había robado la espalda de Marcelo; la segunda, bien cubierta por Keylor Navas en la salida.
Zidane vio las orejas al lobo y empezó a mover el banquillo en busca de piernas frescas. Ramos, con tarjeta, por Pepe. Lucas por James y Morata por Benzema. Los cambios, paulatinos, le sentaron bien al Madrid porque el equipo se juntó más, redujo el peligro del Nápoles y se bajó el ritmo del partido, que era lo que necesitaban. Incluso el Madrid pudo marcar el cuarto en las botas de Marcelo tras un contraataque que frenó Ronaldo.
El Real Madrid cumplió con su misión y, aunque no sentenció la eliminatoria —algo muy complicado—, sí se lleva a Nápoles un buen resultado merced a una trabajada y merecida victoria.
Ficha técnica
Real Madrid, 3: Keylor Navas; Carvajal, Varane, Sergio Ramos (Pepe, m.70), Marcelo; Casemiro, Kroos, Modric; James (Lucas Vázquez, m.76), Cristiano Ronaldo y Benzema (Morata, m.81)
Nápoles, 1: Reina, Hysaj, Raúl Albiol, Koulibaly, Ghoulam, Diawara, Zielinski (Allan, m.74), Hamsik (Milik, m.84), Callejón, Insigne y Mertens
Goles: 0-1, m.8: Insigne; 1-1, m.18: Benzema; 2-1, m.49: Kroos; 3-1, m.54: Casemiro
Árbitro: Damir Skomina (Eslovenia). Mostró tarjeta amarilla a Sergio Ramos (17) y Modric (52), del Real Madrid; y a Zielinski (37) y Mertens (76), del Nápoles
Incidencias: Partido de ida de los octavos de final de la Liga de Campeones disputado en el estadio Santiago Bernabéu ante unos 82.500 espectadores en las gradas, entre ellos unos 6.000 seguidores del Nápoles. Se guardó un respetuoso minuto de silencio en memoria de Luis Gómez-Montejano, expresidente del Real Madrid