El alma negra de los ultras del Nápoles recorre Madrid
Las múltiples facciones de ultras napolitanos complicaron la labor policial.
La afición del Nápoles tomó las calles de Madrid –unos 10.000 seguidores napolitanos, de los que solo 4000 tenían entrada, viajaron hasta la capital de España–, en las horas previas al partido de ida de octavos de final que ambos equipos disputaron en el Santiago Bernabéu y que terminó con triunfo del conjunto merengue (3-1).
De los 10.000 aficionados del Nápoles llegados a Madrid, se estima que aproximadamente una tercera parte pertenecen a alguno de los múltiples grupos ultra del equipo que entrena Mauricio Sarri. Y es que una de las características de los tifosi napolitanos es su tremenda diversidad. Separados en su estadio de San Paolo en dos Curvas –A y B–, entre ambas hay mentalidades ultras opuestas; la A es partidaria del uso de la violencia como recurso, la B es pacífica.
La Curva A del Estadio San Paolo está ocupada por varios grupos ultras napoletani, que actualmente son los más peligrosos. En la parte superior se sitúan los Vecchi Lions, un grupo de aproximadamente 250 miembros. En el centro de la Curva se sitúan los Teste Matte, nacidos en 1987, compuesto por 300 ultras procedentes la mayoría del barrio de Quartieri Spagnoli, uno de los más conflictivos de Nápoles.
La izquierda de la Curva A es el hogar de los Mastiffs, la facción más amplia –800 miembros– y conflictiva: siempre buscan la confrontación. El líder de los Mastines es Gennaro di Tommaso, más conocido como Genny a'Carogna –el carroña–, hijo de un camorrista del clan Misso y cabecilla de los principales altercados de los ultras napolitanos en los últimos años. Bajo su batuta, los Mastiffs –representan las nuevas generaciones– acumulan un currículo lleno de sangre.
Otros grupos de acción de la Curva A son La Masseria ("La Granja") compuesto por cerca de 80 personas, Vecchi Lions, Sud, Bronx, Brigata Carolina, Rione Sanità, Fossato Flegreo, Nuova Guardia...
En la Curva B destacan Ultras Napoli, formado en su mayoría por aquellos que no comparten la ideología filosocietaria (son partidarios de no tener ninguna relación con el club). Aparte de éstos, existen otros pequeños grupos, entre ellos destacan los Tifosi del Nostro Ideale (ex Masseria Cardone) y los Area Nord, que se mudaron de la Curva A a la B.
En definitiva, infinidad de facciones, ninguna igual al resto, con su correspondiente líder –en el Bernabéu me sorprendió la cantidad de corrillos formados por ultras que atendían boquiabiertos las órdenes de su boss– y distinta identidad.
Complicada labor policial
Muchas de estas facciones se dejaron ver por Madrid este miércoles. Desde primera hora de la mañana, en el aeropuerto de Barajas, los ultras napoletani se hicieron notar.
La Latina, Ponzano, en el centro –Sol, Gran Vía, Tribunal, Plaza Mayor– y, a medida que se acercaba el partido, Avenida de Brasil –punto de encuentro antes de partir hacia el Bernabéu– Demasiados núcleos a cubrir. Tantas facciones de ultras hacían que el control fuera muy complicado. A goteo, los ultras aparecían por todas partes.
Sobre las 17:30 de la tarde, la calle Mayor fue testigo de uno de los puntos de unión más intensos del día. Varios Tifosi se cruzaron. Se pusieron a cantar. La cosa se animó... tanto que un hincha napolitano paró un coche en marcha, se subió encima y se puso a saltar en el techo, cortando el tráfico durante unos minutos. La llegada de varios miembros de la Policía Nacional hizo que se retomara la normalidad.
La llegada al Santiago Bernabéu de los ultras fue un caos absoluto. Aparecía una facción, luego otra y otra... muchos sin entrada. Nervios, cargas policiales... ahí se vivieron los momentos de máxima tensión.
En cuanto a mi experiencia tras un día rodeado de ultras napolitanos, he de destacar que la tranquilidad fue la nota predominante. Exceptuando el momento de entrada al estadio, los problemas brillaron por su ausencia. Aún así, hubo un grupo de ultras que me hizo tragar saliva. Vestían completamente de negro, no tenían ninguna seña representativa del Nápoles, pero su cara tenía escrita la palabra "ULTRA" en mayúsculas.
Mientras intentaba hacer unas fotografías, crucé la mirada con varios. Sus ojos se centraron en los míos. Cortésmente con un gesto me avisaron de que ni una más. Unos segundos angustiosos que se hicieron eternos. Puede que esta facción de ultras napolitanos no sean los ultras más altos, ni los más fuertes, tampoco los más escandalosos, pero no fui capaz de sacar otra foto. Lo que vi en su mirada me intimidó. Oscuridad. Noté un tremendo vacío interior. Ni cánticos, ni una sonrisa. Nada. La nada más absoluta e inquietante. Algo que solo se puede explicar si clavan sus ojos en los tuyos, ahí sientes esa tenebrosidad. Un alma negra que este miércoles recorrió las calles de Madrid.
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