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Casillas da la séptima Supercopa al Real Madrid en el debut de Queiroz y Beckham en el Bernabéu

Carlos Queiroz y David Beckham pasaron el examen de su debut en el Bernabéu, ayudando a conquistar la Supercopa, una inyección de moral que da aire a su equipo en vísperas del inicio de la Liga. La estrella del Madrid, sin embargo, fue Casillas. En el Mallorca, Ibagaza estuvo apagado, quizá pensando en su fichaje por el Atlético de Madrid.

L D (EFE) El Madrid se llevó la Supercopa con la inestimable ayuda de Iker Casillas, que en el segundo tiempo dio un recital de reflejos y colocación. Dejó la meta de su equipo a cero mientras que sus compañeros hicieron bien su trabajo y Queiroz acertó en su parcela. Al entrenador le salió bien poner a Raúl Bravo de central, a Cambiasso se le vio fluido supliendo a Makelele y Beckham se dio un festival de derroche físico, con un gol al final como justo premio a su generosa entrega, una actitud que el Bernabéu detecta siempre a la primera de cambio. Beckham no sólo manda balones de 40 metros. Su esfuerzo lo valoran aún más sus compañeros, que reciben con los brazos abiertos a los nuevos siempre que corran y bajen a ayudar, como es su caso.

Tardó 45 minutos el Real Madrid en tumbar al Mallorca. Fue un triunfo labrado, muy trabajado, porque el Mallorca, aunque le quitan año tras año a media plantilla, sigue plantando cara. Sin Riera, sin Novo, sin sus bandas de antaño, fue Samuel Eto'o otra vez el que abanderó a su equipo. Es ya el camerunés el nuevo 'Luis Enrique' para el Bernabeú. Sabe cómo tocar la fibra sensible del público del Madrid y provocar a unos aficionados que se dejan el alma silbándole cada vez que le ven. Sin embargo, no disfrutó Eto'o de llegada. Y eso que Carlos Queiroz, en su puesta de largo, se inventó un nuevo compañero para Iván Helguera en el centro de la defensa y podía, en teoría, dar ventaja al rival. Se arriesgó el técnico portugués y puso a Raúl Bravo junto a Helguera.

Desde luego, el entrenador mandaba así un nuevo mensaje al club. El técnico dejó claro de nuevo que Rubén no está preparado para grandes citas y le dejó en el banquillo. No le convence. Y pidió con ese gesto que le fichen a otro central. En cuanto al planteamiento táctico, Queiroz volvió al dibujo de la gira por Asia. A la idea inicial que trajo cuando aterrizó en el Bernabéu. Siempre tuvo claro que la compatibilidad Beckham-Figo se solucionaba pasando a Figo a la izquierda. Y eso hizo. Eso sí, con una mayor disciplina por parte de ambos. Los dos se desplazaron a sus respectivos costados y no se echaron al centro como en los últimos partidos, donde la masificación en esa zona del campo arruinó al equipo.

Tocó y tocó Zidane, con Figo, con Raúl, con Beckham, con Ronaldo. Incluso con Michel Salgado, enorme en el desgaste. Siempre con Zidane de referente, de artista que arranca los aplausos del personal. Aunque al Madrid, en cualquier caso, le costó tener pegada arriba. El Mallorca, a la contra, dejó claro que el Madrid es vulnerable. Le cuesta al equipo de Queiroz no partirse en dos y es víctima de desajustes, que se pueden tildar de lógicos en un colectivo que siempre cuenta con tanta vocación ofensiva y con la obligación de alinear a tanto crack junto. El gol de Raúl en la recta final del primer tiempo vino en una jugada elaborada, de esas con las que disfruta el Madrid, con un sinfín de paredes y un pase final de Roberto Carlos a Raúl que empujó el balón a la red. Fue la única vez que estuvo libre Raúl pues, hasta ese momento, Nadal fue su sombra.

Con este gol, el Madrid se calmó. El Mallorca se diluía. Porque Ibagaza, quizá pensando más en el Atlético de Madrid que en ninguna otra cosa, no fue el mismo de la ida. No desbordó, encaró menos, dejó algún detallito de su clase, pero anduvo lejos de su nivel. Y a los 57 minutos se acabó la historia de la Supercopa. Figo vio a Ronaldo, el brasileño ganó el desmarque y puso de forma sutil el balón –metiéndolo por el ojo de una aguja– lejos del alcance de Leo Franco. Era el 2-0. Y en la celebración se produjo algo curioso. Todo el sector defensivo –Michel, Helguera, Bravo, Roberto Carlos y Cambiasso– se fundieron en un emotivo abrazo. Hay dos equipos en uno. Igual de importantes. Cada uno en lo suyo. Los de atrás salen menos en la foto, pero andan igual de comprometidos en el partido.

A los 59 minutos llegó el balón más claro de gol del Mallorca en todo el partido. Bruggink puso a prueba los reflejos de Iker en un libre directo. Iker respondió sacando una mano colosal que obligó a todo el estadio a corear su nombre. No fue la última intervención de Iker. A los 69 minutos le paró otro balón increíble a Nadal, que mandó un cabezazo que le sacó a bocajarro. Y otro más a Stankovic en el 76. Iker dio todo un curso. Media Supercopa es suya. El gol de Beckham, por último, casi se lo encontró, pero tenía que estar ahí para darle al balón con suavidad, girando levemente el cuello, esquivando las manotas de Leo Franco, girando la cintura para acompañar el salto y recibiendo, en el lugar adecuado y en el sitio preciso, un balón colgado por Ronaldo con una precisión exquisita. De libro. Y la séptima Supercopa, para la sala de trofeos del Madrid de los “galácticos”.

Ficha técnica:

Real Madrid: Iker Casillas; Michel Salgado, Raúl Bravo, Helguera, Roberto Carlos; Beckham, Zidane, Cambiasso, Figo (Solari m. 89); Raúl (Guti, min.72 y Portillo m.86)) y Ronaldo.

Mallorca: Leo Franco; Cortés, Niño (Stankovic, min. 76), Nadal, Poli; Campano (Perera, min.56), Ibagaza, Marcos (Nagore m. 85), Toni González; Eto'o y Bruggink.

Goles: 1-0. Min. 45. Raúl, remata a puerta vacía un servicio de Roberto Carlos. 2-0. Min. 52. Ronaldo, aumenta la cuenta. 3-0. Min. 72. Beckham, de cabeza, a pase de Ronaldo.

Arbitro: Medina Cantalejo (Comité andaluz). Mostró cartulina amarilla a Ibagaza (12'), Niño (39'), del Mallorca

Incidencias: 50.000 espectadores acudieron al estadio Santiago Bernabéu. Noche calurosa. Césped en buenas condiciones.

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