L D (EFE) El español, que ha ganado dos veces esa prueba (en 1990 -con el título ya asegurado- y en 1992), ya sabe de sobras lo que es llegar a la última carrera del año con el título en juego. Lo ha experimentado ya en 1991, 1992, 1994, 1995, 1998 y 2001, las dos primeras con un Toyota Celica, las dos siguientes con un Subaru Impreza, la penúltima, la más dramática, con un Toyota Corolla, y la última, con un Ford Focus.
La primera situación ocurrió en 1991, un año después de su primer título. Pero la suerte no le sonrió al piloto español. Sainz, con un Toyota Celica GT4, y Juha Kankkunen, con un Lancia HF Integrale, se jugaron el título en los bosques del Reino Unido, y ganó el finlandés, que consiguió su tercer campeonato al aprovechar un fallo mecánico en el coche del español. Al año siguiente (1992), en aquella ocasión al volante de un Toyota Celica Turbo 4WD, se repitió la experiencia, pero fue Sainz el que salió, hasta ahora por primera y única vez, como vencedor del combate. La cita definitiva del Mundial de 1992 fue de nuevo el entonces conocido como RAC, aunque en esa ocasión fueron tres los pilotos con opciones (Sainz, Kankkunen y el francés Didier Auriol, los dos últimos con Lancia). Sainz no partía como favorito, pero en esa ocasión la mecánica fue su mejor aliada y logró el segundo título mundial de su carrera.
La tercera vez que Carlos Sainz se jugó el campeonato en el rally británico fue en 1994. Auriol llegó con once puntos de ventaja al RAC y con todo a su favor para lograr el título. Auriol falló, perdió muchos puestos por una salida de carretera y puso aparentemente en bandeja el título al español. Pero Carlos Sainz, que nunca supo cuál era el objetivo real de su equipo, se salió de la carretera en la última etapa, en una escena recordada por todos por la célebre frase que Sainz le espetó a su copiloto -"La cagamos, Luis"-, y permitió que el francés se llevara el primer título de la historia para un piloto de esa nacionalidad. El rally lo ganó el escocés Colin McRae. La cuarta vez fue al año siguiente, en 1995, pero el rival fue Colin McRae, su compañero de equipo, que se llevó el primer título tanto para él como para su país. El coche del británico, pese a ser el mismo, fue más competitivo que el del español sobre las pistas de tierra forestales británicas.
La quinta y penúltima ocasión en la que Sainz optó al título en el Reino Unido fue en 1998, el año en el que vivió el hasta ahora momento más dramático y cruel de su larga carrera deportiva. El rival fue Tommi Makinen (Mitsubishi), que llegó como líder con dos puntos de ventaja. El escandinavo abandonó el primer día. Y cuando dos días después se disponía a regresar a su casa, el motor del coche de Carlos Sainz reventó a 500 metros del final del último tramo.
El desenlace del Campeonato del Mundo de 1998 no pudo ser más dramático y cruel. Cuando todo el mundo daba por hecho que Sainz lograría su tercer campeonato, el motor de su coche falló cuando más le hacía falta. Ya veía a lo lejos el final de la última especial, pero nunca pudo alcanzarlo. Carlos Sainz y su copiloto, Luis Moya, no daban crédito a lo que estaba sucediendo. Aún se recuerda la frase de Moya "¡trata de arrancarlo, Carlos, por Dios!", poco antes de estrellar su casco contra una de las ventanillas del Corolla. En 2001 Carlos Sainz llegó de nuevo a las islas con opciones, aunque esta vez fueran casi remotas. Tenía 33 puntos, nueve menos que Colin McRae, que mandaba en el campeonato con uno sobre Makinen (Mitsubishi) y dos sobre el inglés Richard Burns (Subaru).
A Carlos Sainz sólo le quedaba esperar un verdadero milagro. Necesitaba ganar, que McRae no puntuara, que Makinen, segundo, no acabara más arriba de la sexta plaza, y que Burns, tercero, no superara la quinta. Y el triunfador fue Richard Burns, beneficiado por el abandono general de sus rivales. La tercera plaza le bastó para hacerse con su primer título. En aquella ocasión un nuevo percance, en forma de accidente con trece espectadores heridos, volvió a acabar con el sueño de Carlos Sainz, aunque sin el incidente sus opciones no eran más que remotas. El piloto madrileño se salió a los trece kilómetros de la undécima especial del rally, tras un cambio de rasante rápido. Pero lo peor fue que se llevó por delante a un grupo de espectadores que se encontraban delante de un vehículo de un <i>marshall</i> (comisario) mal estacionado. Trece de ellos tuvieron que ser rápidamente trasladados a hospitales cercanos y Sainz, tras acabar el tramo a ritmo lento y avisar del percance, optó por retirarse.
La primera situación ocurrió en 1991, un año después de su primer título. Pero la suerte no le sonrió al piloto español. Sainz, con un Toyota Celica GT4, y Juha Kankkunen, con un Lancia HF Integrale, se jugaron el título en los bosques del Reino Unido, y ganó el finlandés, que consiguió su tercer campeonato al aprovechar un fallo mecánico en el coche del español. Al año siguiente (1992), en aquella ocasión al volante de un Toyota Celica Turbo 4WD, se repitió la experiencia, pero fue Sainz el que salió, hasta ahora por primera y única vez, como vencedor del combate. La cita definitiva del Mundial de 1992 fue de nuevo el entonces conocido como RAC, aunque en esa ocasión fueron tres los pilotos con opciones (Sainz, Kankkunen y el francés Didier Auriol, los dos últimos con Lancia). Sainz no partía como favorito, pero en esa ocasión la mecánica fue su mejor aliada y logró el segundo título mundial de su carrera.
La tercera vez que Carlos Sainz se jugó el campeonato en el rally británico fue en 1994. Auriol llegó con once puntos de ventaja al RAC y con todo a su favor para lograr el título. Auriol falló, perdió muchos puestos por una salida de carretera y puso aparentemente en bandeja el título al español. Pero Carlos Sainz, que nunca supo cuál era el objetivo real de su equipo, se salió de la carretera en la última etapa, en una escena recordada por todos por la célebre frase que Sainz le espetó a su copiloto -"La cagamos, Luis"-, y permitió que el francés se llevara el primer título de la historia para un piloto de esa nacionalidad. El rally lo ganó el escocés Colin McRae. La cuarta vez fue al año siguiente, en 1995, pero el rival fue Colin McRae, su compañero de equipo, que se llevó el primer título tanto para él como para su país. El coche del británico, pese a ser el mismo, fue más competitivo que el del español sobre las pistas de tierra forestales británicas.
La quinta y penúltima ocasión en la que Sainz optó al título en el Reino Unido fue en 1998, el año en el que vivió el hasta ahora momento más dramático y cruel de su larga carrera deportiva. El rival fue Tommi Makinen (Mitsubishi), que llegó como líder con dos puntos de ventaja. El escandinavo abandonó el primer día. Y cuando dos días después se disponía a regresar a su casa, el motor del coche de Carlos Sainz reventó a 500 metros del final del último tramo.
El desenlace del Campeonato del Mundo de 1998 no pudo ser más dramático y cruel. Cuando todo el mundo daba por hecho que Sainz lograría su tercer campeonato, el motor de su coche falló cuando más le hacía falta. Ya veía a lo lejos el final de la última especial, pero nunca pudo alcanzarlo. Carlos Sainz y su copiloto, Luis Moya, no daban crédito a lo que estaba sucediendo. Aún se recuerda la frase de Moya "¡trata de arrancarlo, Carlos, por Dios!", poco antes de estrellar su casco contra una de las ventanillas del Corolla. En 2001 Carlos Sainz llegó de nuevo a las islas con opciones, aunque esta vez fueran casi remotas. Tenía 33 puntos, nueve menos que Colin McRae, que mandaba en el campeonato con uno sobre Makinen (Mitsubishi) y dos sobre el inglés Richard Burns (Subaru).
A Carlos Sainz sólo le quedaba esperar un verdadero milagro. Necesitaba ganar, que McRae no puntuara, que Makinen, segundo, no acabara más arriba de la sexta plaza, y que Burns, tercero, no superara la quinta. Y el triunfador fue Richard Burns, beneficiado por el abandono general de sus rivales. La tercera plaza le bastó para hacerse con su primer título. En aquella ocasión un nuevo percance, en forma de accidente con trece espectadores heridos, volvió a acabar con el sueño de Carlos Sainz, aunque sin el incidente sus opciones no eran más que remotas. El piloto madrileño se salió a los trece kilómetros de la undécima especial del rally, tras un cambio de rasante rápido. Pero lo peor fue que se llevó por delante a un grupo de espectadores que se encontraban delante de un vehículo de un <i>marshall</i> (comisario) mal estacionado. Trece de ellos tuvieron que ser rápidamente trasladados a hospitales cercanos y Sainz, tras acabar el tramo a ritmo lento y avisar del percance, optó por retirarse.