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Carlos Sainz dice que perder el Mundial de rallys no sería un fracaso

El piloto español Carlos Sainz (Citroen) afronta el Rally de Gran Bretaña, última prueba del Mundial de la especialidad, con el claro objetivo de sumar su tercer título de campeón del mundo, aunque de no ser así no se sentiría frustrado ya que dice que ha vivido un año "fantástico" en el que ha vuelto a pelear por lo máximo cuando al final de la pasada temporada se veía sin equipo.

L D (Agencias) Sainz llega a esta última cita con opciones al título, como líder empatado a puntos con su compañero de equipo, el francés Sebastien Loeb, y el noruego Petter Solberg (Subaru), tras la baja del británico Richard Burns (Peugeot), en un hecho casi sin precedentes en la historia del Mundial.
 
"Normalmente nos encontramos con dos pilotos luchando por el Campeonato del Mundo. Este año hay tres después de enterarme de que Burns no corre. Es un gran desafío. Creo que voy a afrontar esta prueba de forma diferente. Trataré de divertirme y, por qué no, ganar si todo va bien. Sea lo que sea, lo que ocurra, esta temporada ha sido una experiencia positiva. A finales de 2002, pensé que no iba a tener volante y ahora estoy luchando por el título. Es algo fantástico", afirma.
 
La posición del madrileño sería aún mejor si no llega a ser por los problemas mecánicos que le hicieron perder unos puntos vitales en la última jornada del Rally de Cataluña. "Fue una gran decepción el perder tres posiciones en la última especial. Pero si se echa un vistazo al resto del año, se puede ver que no he tenido problemas mecánicos. Nunca he abandonado por un problema con el coche, y esto hay que hacerlo notar. Lo que pasó en España podría haber pasado en cualquier otro lugar. Tengo que aceptarlo aunque no me guste", comenta.
 
El madrileño se juega el título, eso sí, en una prueba donde en 1990 se convirtió en el primer piloto del sur de Europa en vencer. "Ganar el RAC de 1990 fue estupendo. Las especiales de Mickey Mouse eran las únicas en las que se podía hacer un reconocimiento. El resto eran secretas. Aún así, a algunos pilotos les eran familiares y luchar con ellos a esas velocidades era algo que requería un ejercicio especial. Había que darlo todo, y era muy emocionante", concluyó.

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