Por Antonio Rodríguez

Reconozco que el baloncesto de los 70 me fascina. Fue su carta de presentación en mi vida –eso sí, sus últimos retazos- y viéndolo ahora, gracias a un invento que comenzaba a hacerse sitio en aquella época, el vídeo grabador-reproductor doméstico, lo sigo disfrutando como un cinéfilo viendo a Spencer Tracy o Charles Laughton. Un poco de bocado de cardenal sí tiene. De hecho, cuando entrenaba a chavales, me encantaba ponerles algún fragmento de aquello para que viesen y copiasen algunos conceptos de técnica y táctica individual de ese baloncesto raro para ellos.

Por aquel entonces, Lolo Sainz como entrenador del Real Madrid, le gustaba de utilizar una pieza bastante novedosa en aquel baloncesto español: el tres alto. Se hizo con los servicios de un tal John Coughran, dos metros, potente, que sabía jugar dentro y tenía bote y tiro para hacerlo desde fuera. Y gustó. En el Real Madrid y "overseas", puesto que Golden State Warriors fue su siguiente destino.

Lolo volvió a probar años después con otro de semejantes prestaciones: Jim Abromaitis, pero con suerte dispar. Este rubio de ascendencia lituana no tuvo suerte en nuestro país siendo buen jugador. Pero esa pieza gustaba en la "Casa Blanca". Y se incidió con el fichaje de Brian Jackson, más delgado, un poco más exterior, pero otro lujo que Aíto trajo para España en aquel Cotonificio. Eran americanos de calidad que se fundían en plantillas consagradas en el Real Madrid.

Hoy día, el Real Madrid, como quien desempolva un viejo álbum de fotos, recupera aquella figura del estadounidense rubito, alto, colmado de fundamentos y con ganas de agradar,en un equipo joven con deseo de consagrarse, asentarse y conseguir que su plantilla vuelva a ser recitada de carrerilla por los aficionados. Kyle Singler heredó todos aquellos deseos de Lolo Sainz de hace 35 años.

Singler viene de Duke. Y eso significa que muy probablemente, cuando acabes tu carrera como jugador, te espera un brillante futuro como hombre de negocios.Duke significa ser ambicioso, inteligente, abierto ante nuevos retos en la vida. Duke significa ser refinado, como jugador de baloncesto y como persona. Y Duke, sobre todo, significa saber entender el significado de la palabra EQUIPO. Ser lo mejor posible bajo ese manto.

El Real Madrid ha adquirido con él alguien que con 17 años ya estaba en el punto de mira de toda la nación estadounidense, y que supo dar paso a paso en su periplo universitario, disfrutarlo y aprender bajo la influencia del Coach K, Mike Krzyzewski. Un programa con años de dura transición, que acabó ganando un título nacional en 2010 con la importante aportación de Kyle Singler.

Aún es joven, y puede que tenga actuaciones irregulares. Pero sabe tirar desde fuera y sabe cuando hacerlo. Sus 2,08 son útiles para postear y rebotear (quizás ese sea su punto débil). Excelente pasador, jugador distribuidor de poste alto, con él se asegura que no habrá de esas defensas zonales rivales que se atragantan. En 4 años universitarios ha visto todo tipo de defensas rivales. Créanme que más que las que pueda ver en FIBA en los próximos 20 años. Esa es la riqueza de la NCAA.

El Real Madrid, el aficionado español en general y particularmente yo, estaría encantado que permaneciese 4, 5 ó 6 años en este equipo, en nuestra liga. Es un complemento perfecto. Claro, que habrá que entender que este próximo verano intentará ver cumplidos sus sueños de jugar en la NBA. Sin embargo, si la liga estadounidense no colma sus deseos, no necesitará de ningún consejero que le haga buscar un sueño imposible o "caerse del burro". Él lo sabrá perfectamente.

Kyle Singler es así. Centrado, sensato, astuto y buen jugador. Tras su notabilísimo paso en Alicante, donde ha dejado una huella imborrable entre los aficionados alicantinos, desearle suerte en su nuevo periplo español. Y nosotros que lo veamos.