Por José M. Puertas
Mucho se ha escrito y dicho, y mucho se escribirá y dirá aún, sobre el Real Madrid de Pablo Laso esta temporada. La apuesta del vitoriano, con un equipo que practica un juego rápido, con anotaciones elevadas, y que engancha, es de un evidente riesgo en los tiempos que vivimos. Y el triunfo de ayer de los blancos en el Palau Sant Jordi, por un devastador 74-91 ante el todopoderoso Barça Regal, supone un espaldarazo crucial al proyecto Laso, ahora que empezaban a sonar rumores de inquilinos balcánicos (a bote pronto, Pesic y Obradovic) para el banquillo merengue la próxima temporada.
El reto para los blancos era monumental. El Palau Sant Jordi, repleto hasta la bandera, un lugar perfecto para realizarlo. El paso adelante necesario ha llegado. El Madrid es capaz de ganar títulos. Y puede hacerlo yéndose habitualmente por encima de los 90 puntos. Y anotando 91 en toda una final a la que es posiblemente la mejor defensa de Europa, que muy raramente permite más de 65 al rival. Para un equipo como el blanco, que tan necesitado estaba de una alegría tras tanta decepción en la historia reciente, lo de ayer es un paso adelante muy grande.

Y para el baloncesto, ACB y europeo, un espejo donde mirarse. Un soplo de aire fresco enorme que necesitamos en nuestro deporte como el comer. Porque así sí se pueden recuperar audiencias(y que conste que no me ha aburrido el Barça Regal precisamente en estos días en la Copa, aunque sí lo haga habitualmente en partidos ante rivales inferiores, pero esa frase de Xavi Pascual me sigue enervando). Ojalá estemos ante un cambio de ciclo, aunque no lo creo (no porque quién gana, sino por cómo lo hace). A priori, el juego del Barça va a seguir siendo más fiable que el del Real Madrid, aunque ayer saliera cara para los blancos. Pero quiero creer que es posible, ya que soñar no cuesta nada. Ayer triunfó un valiente, llamado Pablo Laso. Y ojalá con ello haya triunfado nuestro deporte, aun respetando enormemente el trabajo e historia de Xavi Pascual (no así alguna declaración, insisto).
El partido fue épico. Desde el comienzo se pudieron observar aspectos nada habituales en los enfrentamientos recientes entre merengues y culés. Carlos Suárez hizo muchísimo daño a Pete Mickeal cerca del aro, cuando habitualmente solía ocurrir lo contrario. Llull, desde el base, dominaba a los pares rivales, tanto a Huertas (horrorosa Copa la del brasileño, y peor final), como al granítico Sada. En anotación y dirección, la Copa del MVP ha sido para ponerle un marco. Chapeau para un Sergio Llull muy en la picota como base y que se exhibió cuando hay que hacerlo: en la final.

El Barça es un ejército de legionarios espectacular. Pero quizá no tenga, desde luego, el talento ofensivo que puede reunir el Real Madrid. Si Navarro no está "súper", como no lo ha estado en el torneo, los catalanes se resienten en ataque, más aún cuando Huertas no responde. Tan sólo Erazem Lorbek aparece como referencia ofensiva alternativa a "La Bomba". Al esloveno le costó entrar en el partido, y el amago de remontada del Barça llegó en su mejor momento. Que no se me olvide hacer referencia al partido sublime de Boniface Ndong, verdadero azote madridista con un poderío bajo tableros descomunal. A sus 34 años, el senegalés cada día es mejor jugador, y fue el que mantuvo a los anfitriones en la partida cuando Lorbek y Navarro flaqueaban en la primera mitad.

Pero en ese citado momento, determinante, cuando Lorbek y Navarro dijeron que la Copa no se iba de la Ciudad Condal, con el Barça a un solo punto y en tendencia positiva, apareció un hombre para realizar la mayor exhibición vista en el baloncesto ACB en un montón de años. Lo de Jaycee Carroll fue para escribir en un libro con letras de oro. 22 puntos en la segunda parte tras haber sido mero comparsa en la primera, toda vez que el gran arranque de Suárez y Llull le dejaron muy pocos minutos en el primer tiempo. Pero "Boom Boom" supo esperar su momento. Y en una actuación digna del mismísimo Drazen Petrovic, el mayor asesino que ha dado el baloncesto europeo, sacó al Barça de sus casillas cuando más quemaba la pelota. Fue una actuación de las que ponen el vello de punta, para guardar y ver una y otra vez. Digna del basket de los 80, pero con una defensa de 2012. Y seguramente la mejor defensa que hay en 2012. Permítame que haga referencia a él, pues, como "Boom Boom Drazen", en honor al malogrado croata. Lo del mormón ex del Gran Canaria ayer sí que fue predicar el evangelio. El evangelio baloncestístico.
Concluyo ya. En la previa se presuponía complicado, por no decir imposible, una victoria del Real Madrid sin tener a un Mirotic sideral. El de Podgoriça cumplió, aunque no fuera el mejor de los suyos. Apareció en el tercer cuarto junto a Carroll y Llull cuando el Barça achuchó, y entre los tres asestaron el varapalo definitivo a la rocosa moral culé. Nikola sigue su progresión hacia el estrellato, y ayer se hizo un poco más grande en un partido para elegidos. Y, sin que fuera el mejor, el Madrid bailó al Barça en el Sant Jordi. Hasta en eso nos descolocó el valiente Laso. Por cierto, no extraña el abrazo con "Boom Boom Drazen". Ambos son clave en la patada que el Madrid le ha dado a la estadística e historia reciente.

(Fotos Copa, Ndong y Carroll/Laso): ACB)