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Tirando a Fallar

All Star Weekend de la NBA: cualquier tiempo pasado fue mejor

Hay quien sostiene que, en lo que al All Star Weekend se refiere, el gran evento que marca la mitad de la temporada NBA durante todo un fin de semana, y que arranca este mismo viernes, cualquier tiempo pasado fue mejor… Y probablemente no le falte la razón.

Echar una vista atrás a lo que fue este evento, y muy especialmente al partido con el que se cierra el fin de semana, es caer presa de la nostalgia. Para muchos, la edición de 1987 puede suponer el mejor partido de siempre en el fin de semana de las estrellas. Lejos de la fiesta de mates sin defensa en la que se ha convertido el duelo en los últimos años, el encuentro celebrado hace ya 27 años en Seattle fue un auténtico espectáculo de juego colectivo y velocidad, más allá del estrellato individual, en un encuentro en el que el Oeste terminó venciendo ni más ni menos que por 154 a 149, con Tom Chambers, entonces precisamente en los Supersonics de Seattle, como MVP.

Sin embargo, para toda una generación, el de 1992 es quizá el All Star más emotivo. Earving Magic Johnson, que había abandonado la práctica del baloncesto tras conocer que estaba infectado por el VIH, regreso a las canchas ese día para convertirse en el MVP de la noche. Quizá lo habría sido por motivos puramente sentimentales, pero incluso en lo deportivo, la noche acompañó, y `Magic´ deleitó a todo el mundo para poner su firma a una noche inolvidable con un partido que cerró con un triple que sólo podía acabar en la canasta.

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Como decimos, en los últimos años, la competitividad del partido se ha visto afectada. Quizá por la psicosis que genera una posible lesión, pero el hecho es que la intensidad defensiva cada día está más lejos de aparecer en el All Star, lo que implica que veamos auténticos correcalles que poco o nada aportan al aficionado más allá de lo que la exhuberancia física en las acciones genera. Eso sí, la NBA, tan capaz de vender cualquier producto, por poco interesante que pueda resultar, sigue sacando petróleo. En los últimos años, los vídeos resumen con cámaras superlentas son uno de los signos de distinción de un partido que ya no es lo que era.

Y si el partido de las estrellas está herido, qué decir del concurso de mates. Posiblemente dos factores hayan afectado de forma importante al desapego del aficionado, especialmente internacional, con un evento que no hace tanto casi que paralizaba al universo baloncesto. De un lado, cada vez menos estrellas reales de la liga deciden participar en el concurso. Aquellos tiempos de Michael Jordan y Dominique Wilkins enfrentados generaron incluso una gran rivalidad deportiva. Hoy, LeBron James huye de participar en un evento en el que muchos están convencidos de que ganarían. Este año, los incipientes Paul George y John Wall son los nombres más reconocibles de entre los saltadores, en los que participará el base de los Blazers, Damian Lillard, que ha decidido participar en todos los concursos del fin de semana, ni más ni menos. El otro apartado, sin duda, es la falta de capacidad para innovar. No resulta sencillo improvisar nuevas técnicas en los mates, y últimamente empiezan a aparecer demasiados actores secundarios y todo tipo de mobiliarios a modo de obstáculos de los que el espectador medio empieza a estar un tanto cansado. Curiosamente, cuando la NBA seleccionó en 2006 los diez mejores mates de la historia en su concurso, en ninguno de ellos había nada más allá en un jugador de baloncesto atentando contra la ley de la Gravedad.

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Así las cosas, quizá lo más atractivo para el espectador pueda ser un concurso de triples que sigue manteniendo su aroma original. Veinticinco lanzamientos desde detrás de la línea divididos en cinco carros, con cuatro balones normales que valen un punto, y un tricolor que vale dos. Poco o nada ha cambiado en el torneo de tiro en los últimos años… Salvo que tiradores con el carisma de Larry Bird no hay muchos. Su dedo al aire en 1988, cuando con su último tiro remontaba en Chicago ante el finísimo lanzador Dale Ellis, ya es historia de la NBA.

Por ello, seguro que los más románticos del lugar, si desean un ganador carismático ese debería ser Stephen Curry. El escolta de los Warriors, en su tercer intento en el concurso de triples, es probablemente el gran candidato. El mejor tirador puro de la actual NBA, como demostró hace unas semanas con sus 54 puntos en el Madison Square Garden.

En lo que el All Star siempre ha sido una referencia es en lo que a indumentarias se refiere. Incluso las de Phoenix en 1995, con el famoso cactus, y denostadas entonces, son hoy añoradas por algunos, aunque en esto es justo reconocer que no hay consenso precisamente. Y este año, dentro de la enorme polémica por las camisetas de manga corta, la NBA se ha lanzado a la piscina y las usará en el Partido de las Estrellas bajo un aluvión de críticas. Pero seguro que las ventas responden a su apuesta.

Para concluir, la gran pregunta. Toda vez que la NBA tiene claro que su fin de semana, y especialmente su partido de las estrellas, cada vez tiene menos interés, especialmente a nivel internacional… ¿Para cuándo el ansiado partido USA-Resto del Mundo? Ese duelo sí que realmente haría que volviéramos a ver una enorme rivalidad… Algo que quizá se trata de evitar en un fin de semana como este, visto lo visto.

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@tirandoafallar

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