El Real Madrid se ha olvidado del brote de coronavirus que ha afectado al vestuario para imponerse (71-65) al CSKA de Moscú, sólo con nueve jugadores —tres de ellos debutantes— en un partido de la jornada 17 de la Euroliga que hizo las delicias del Wizink Center cuando la noche pintaba muy negra, la que más de los últimos años.
El equipo de Pablo Laso, que también ha dado positivo por covid, llegó a la cita con muchas dudas y con la incógnita —a lo largo del día— de esperar un posible aplazamiento de la Euroliga. El contagio de Adam Hanga fue el último de la media docena que tiene el Real Madrid. La empresa fue la más difícil, pero los merengues la afrontaron sin miedo.
Con Chus Mateo en el banquillo sustituyendo a Laso, el conjunto blanco ofreció todo un recital de orgullo, fuerza, trabajo y constancia, los mejores argumentos para tumbar a un CSKA que jugó con todo en el Palacio y no pudo sacar tajada. Los blancos, que habían inscrito un día antes a tres juveniles (Urban Klavzar, Sediq Garuba y Baba Miller), salieron como motos con tal de intimidar a un rival que no se lo esperaba.
La respuesta fue brutal y Tavares lideró un parcial de 11-0 en apenas cuatro minutos. El pívot caboverdiano (15 puntos, 10 rebotes y 28 de valoración) fue el mejor del partido y tiró de galones para reinar bajo los aros. Rudy Fernández, pese a sus molestias, también ayudó desde el perímetro metiendo electricidad en el encuentro; y William-Goss (17 puntos, 6 rebotes y 18 de valoración) fue vital en la dirección, sobre todo en los últimos compases del envite.
Los moscovitas corrigieron su mal comienzo con los puntos de Clyburn y devolvieron el equilibrio al marcador (35-33) antes de llegar al descanso. La normalidad se adueñó del partido, cuya igualdad se alargó hasta el ecuador del tercer acto (56-55), cuando comenzó a carburar Nikola Milutinov bajo los aros. Todo apuntaba a que el despertar de los rusos tendría su recompensa en la segunda mitad.
El CSKA fue a más y taponó las transiciones rápidas del Real Madrid, que nunca metió cloroformo al partido, sino todo lo contrario. Los merengues aceleraron el juego ante la incredulidad de su rival, que continuó atascado en defensa, sobre todo con el rebote, cuando más de cara tuvo el marcador y comprometer así a los españoles.
Pero no lo consiguieron los pupilos de Dimitrios Itoudis y fue entonces cuando el viejo Palacio de los Deportes enloqueció con un final de ensueño. Tavares machacaba para delirio de la grada, Llull sentenció desde el perímetro y Rudy continuó alargando su bonita batalla con el Chacho Rodríguez por ser el segundo mejor triplista en toda la historia de la Euroliga.
Para redondear el triunfo, el canterano Urban Klavzar —fichado por el Real Madrid con 14 años— fue el mejor con 10 puntos y un par de triples, mientras que Sediq Garuba y Baba Miller también aportaron lo suyo en lo que fue un debut glorioso que jamás olvidarán. Los de Laso siguen a la estela del Barça y guardan la imbatibilidad al calor de su público en una noche, en la víspera de Nochebuena, para el recuerdo.