La ACB tras un parón de más de tres meses por la pandemia del coronavirus resolverá a partir de este miércoles la Liga Endesa en una fase final inédita, tanto por el formato, que deja fuera a seis equipos, como por la sede, que será única en Valencia, y especialmente por el estricto protocolo sanitario que se ha diseñado.
En medio de la crisis sanitaria, la ACB diseñó un atrevido formato para doce equipos, que dejó fuera a los últimos seis de la clasificación, que a cambio se libraron del descenso. Los equipos han quedado divididos en dos grupos alternados según su clasificación tras la última jornada disputada y se enfrentarán a todos los rivales de su grupo.
Los dos mejores disputarán, cruzados primeros contra segundo, las semifinales a un partido y los ganadores la final también a un solo encuentro previsto para el 30 de junio. En total serán 33 los choques a disputar para decidir el campeón. Tras presentar varios clubes y ciudades su candidatura para albergar el torneo, convertido en una suerte de Copa del Rey ampliada, finalmente la elegida fue Valencia.
La elección se debió en parte por las instalaciones con las que cuenta, incluida capacidad hotelera y de ocio, que permiten disputar el torneo en un radio de un par de kilómetros, y sobre todo por el protocolo sanitario que dibujó.
Todos los partidos se jugarán en el pabellón de la Fuente de San Luis y con L’Alqueria del Basket, la macroinstalación de cantera del Valencia Basket, como centro de operaciones pues en sus pistas se entrenan habitualmente los equipos.
También en este recinto se ha montado un centro médico y de recuperación avanzados para que los equipos dispongan de los medios necesarios para tratar a sus jugadores ante un calendario tan exigente pero igualmente para que en el caso de lesión no tengan que desplazarse a ningún hospital.
El objetivo de la organización ha sido crear una burbuja libre de covid-19 y que los espacios sean de uso exclusivo para los que están dentro del protocolo (jugadores, técnicos, árbitros y personal de la organización).
Tanto los hoteles como los autobuses que usarán para los desplazamientos a la Fonteta o L’Alqueria, han sido previamente revisados para confirmar que no había ningún resto del virus.
Igualmente se han restringido al máximo los contactos con las personas que están fuera de ese protocolo y eso ha llevado por ejemplo a subir la mesa de anotadores a las gradas del pabellón o situar a los periodistas en su anillo superior.
Incluso se ha llegado a un acuerdo con la cercana Ciutat de Les Arts i les Ciències para que L’Oceanogràfic, el mayor acuario de Europa que aún permanecía cerrado, se abra sólo para las personas que están dentro de este protocolo.