Desde que en el año 2009 volviera de Estados Unidos, donde se había licenciado en matemáticas en la prestigiosa Universidad de Temple, Sergio Olmos (Elda, 21 de septiembre de 1986) se convirtió pronto en uno de los jugadores más dominantes de la LEB Oro. Sus 213 centímetros no son demasiado habituales en un jugador español. Por ello, y merced a su efectividad al poste bajo, el alicantino ha sido durante más de una década uno de los tipos más cotizados en la segunda categoría del baloncesto nacional hasta que la semana pasada anunció su retirada, aquejado de unos problemas de espalda que no le dejaron rendir este curso a su mejor nivel en su segundo curso en el Covirán Granada.
Olmos en cierto modo es un tipo peculiar, que huye de estereotipos. Pese a su crecimiento precoz (a los catorce ya medía dos metros), renegó del baloncesto. Hizo natación, balonmano y hasta salto de altura, donde llegó a superar un listón a 1’82 con apenas 12 años, participando incluso en un campeonato de España. Al final, triunfó la perseverancia de su padre. "Hoy se lo agradezco pero en su momento no me hacía gracia", asegura. Se marchó a Estados Unidos en 2004 cuando apenas lo hacían unos cuantos aventurados. Nunca se le verá fuera de una cancha en chándal pese a ser deportista profesional y a su carrera de Matemáticas ha añadido en estos años la carrera de Economía y Estadística y un Máster en Bioestadística, ni de lejos los estudios más habituales en baloncestistas, y que son los que ahora le abren camino en su nueva vida. De hecho, no ha tardado prácticamente nada en rubricar esa transición tan compleja para muchos deportistas, y desde hace unos días forma parte de la plantilla del Instituto de Salud Global de Barcelona. "Es una fundación privada que se dedica a hacer investigaciones. Mi grupo está estudiando la relación entre la contaminación ambiental en el entorno urbano y la salud", cuenta. De momento va un poco aparte de lo que parece el monotema a nivel mundial. "Ahora hay mucha investigación del coronavirus pero no me ha tocado aún", aclara. Y finalmente, pese a que dedica su vida a los números, no es el más hábil en el cálculo mental, lo que le ha costado más de una lógica broma a la hora de hacer una cuenta en una cena en grupo.
Y eso que las cifras siempre han estado alrededor de su figura. En Burgos, donde logró tres ascensos consecutivos a la Liga Endesa (2013, 2014 y 2015, ninguno rubricado en los despachos en tiempos oscuros para el baloncesto nacional), le llamaron ‘Big99’. "Un día en un entrenamiento recibí un balón cerca del aro. Es verdad que tenía dos defensores encima pero me tiré un gancho y lo metí. Recuerdo que Pep Ortega se quejó diciendo que estaba solo, que le pasara el balón. Yo le dije que ese tiro era de un 99% de acierto y desde entonces me pusieron ese mote", recuerda hoy con añoranza. No en vano ese lanzamiento tan habitual en él y en general su peculiar forma de tirar a una mano es una de las imágenes icónicas de la LEB Oro más reciente. "No sé de dónde sale ese tiro porque no lo he entrenado especialmente, pero el juego me ha ido llevando hasta ahí. Me sentía cómodo, sentía ese toque y acabé haciéndolo incluso en tiros frontales. Es muy difícil de ejecutar pero creo que es muy útil, sobre todo para jugadores más pequeños", asegura.
El pívot reconoce en la retirada que su gran espinita es no haber debutado en ACB, pese a dominar un escalón más abajo durante años y haber llegado a tener un contrato de dos meses en su día con Valencia Basket. "Un par de veces estuve a punto de firmar con algún equipo, pero la cosa no se confirmó al final", evoca. Mientras, durante los últimos años ha ido introduciéndose en el mundo de la estadística avanzada, tan de moda ahora en el deporte y muy especialmente en el baloncesto. "Mis frikadas", como él mismo las llama. En su blog personal lleva a cabo interesantes análisis de diferentes competiciones con el fin de hacer más asequible al público general una herramienta que a día de hoy tiene cada vez más peso en el deporte profesional. Recientemente llevó a cabo una predicción estadística sobre cómo habría sido el final de la Euroliga, finalmente cancelada. "Lo hice a través del sistema ELO, un modelo muy sencillo que usan por ejemplo en ESPN para este tipo de predicciones. Es una forma de hacer un ranking en el que en cada partido el ganador obtiene puntos y el perdedor los pierde. Si un equipo peor gana a otro de mayor nivel recibe más puntos. Al final los sumas y con la puntuación total se simulan los partidos que aún no han pasado. Tuve en cuenta hasta 10.000 escenarios y a través de ver cuántas veces pasa cada cosa llevé a cabo el resultado final". Según sus cálculos, el Anadolu Efes tenía un 28’74% de posibilidades de alzar el título, siendo el Real Madrid el segundo aspirante y primer español con un 21’33%.
Otro de sus estudios recoge una situación curiosa pero ampliamente extendida en las ligas de la Federación Española de Baloncesto, como la LEB Oro, en la que los números de algunos jugadores tienen a ‘inflarse’ cuando juegan en casa. Olmos, que lo ha vivido en sus carnes durante más de una década, le hincó el diente al asunto en su blog. "Es una forma de demostrar también en qué canchas pasa más", bromea, aunque añade que "no es algo que pase solo en España, sucede incluso en la NBA, aunque cada vez tiende a ocurrir menos", confirma. Para sus cálculos, el eldense trabaja con el lenguaje de programación ‘R’. "Se emplea para el análisis de datos y es una herramienta que fui descubriendo poco a poco y en la que profundicé cuando hice el máster. Ahora me manejo bastante y creo paquetes para distintos estudios. De hecho, es mi vida porque en mi trabajo actual todo se hace usándolo y la verdad es que me encanta", confirma.
Por todo ello, y pese a su primer trabajo fuera de las canchas sea en el ámbito sanitario, es obvio pensar que el perfil de Olmos puede llegar a ser muy interesante para alguno de los grandes clubes europeos o incluso norteamericanos, dada la tendencia del baloncesto actual. De hecho, reconoce que ya está "colaborando con el Alba Berlín", representante alemán en la Euroliga. El equipo teutón, entrenado por Aíto García Reneses, cuenta con una estructura muy españolizada dirigida por el canario Himar Ojeda desde el puesto de Mánager General. Y Olmos explica así su vinculación. "Conozco bien a Carlos Frade (miembro del cuerpo técnico de los berlineses) que me entrenó en La Palma y al preparador físico Pepe Silva, que fue mi tutor cuando estaba en Valencia becado. Ellos trabajan con datos de seguimiento a través de antenas que tienen en el pabellón y registran cifras de los jugadores, así que estoy echándole una mano para ver qué conclusiones podemos extraer" desvela, mientras confirma que "la del Alba es una organización muy profesional, con cargos que no suele haber en el baloncesto europeo, muchos de ellos al estilo NBA". Eso sí, el estadístico asegura que de momento no ha hablado de su trabajo con Aíto García Reneses. "Creo que no es muy amigo de la estadística avanzada", reconoce entre sonrisas.
Así son los primeros pasos del Olmos exjugador. Uno de esos damnificados de la pandemia del coronavirus por no haber podido saber cuándo se retiraba exactamente, aunque supiera hace tiempo que, dados sus problemas físicos, al final de temporada llegaría la hora de decir adiós. Jugó por última vez el 7 de marzo en Lugo, con derrota del Covirán ante el Breogán. Luego se paró todo y empezó su nueva vida de forma quizá algo acelerada. "El último partido iba a ser en Coruña y hubiera sido muy bonito poder dejarlo ahí porque es un sitio especial para mí (jugó allí tres temporadas), pero no siempre puede ser perfecto. La retirada es emotiva porque ha sido mi vida muchos años y duele el cambio, pero estoy muy contento y no me arrepiento", apunta.
Quédense con su nombre, porque a medio plazo Sergio Olmos podría ser aún más dominante en el baloncesto detrás de un ordenador de lo que ya lo ha sido en el poste bajo. En la era de la estadística avanzada, su perfil seguramente dará que hablar.