A la hora señalada, mucho Sergio Llull y poco Nikola Mirotic en la apertura de la Copa del Rey
El azulgrana no apareció en los cuatro últimos minutos tras su notable partido y Llull fue clave para el triunfo blanco pese a llegar con dudas.
Pasan las horas y uno sigue sin entender demasiado la rotación de Svetislav Pesic en la derrota del Barcelona ante Valencia Basket en el partido que abría la Copa del Rey 2020 en el José María Martín Carpena de Málaga. Hay demasiados aspectos incomprensibles. Cuesta mucho asumir, y no es algo nuevo, el desuso absoluto de Pau Ribas en muchísimos partidos esta temporada. Ayer, con Thomas Heurtel ausente por lesión, el campeón del mundo se volvió a quedar sin jugar ni un solo segundo. Y dados los enormes problemas de Adam Hanga para ejercer de base suplente, y la conocida fiabilidad de Ribas en duelos de esta enjundia, no parece justificable.
El entrenador de Valencia, Jaume Ponsarnau, usó a Bojan Dubljevic, tipo capaz de dominar la pintura, para abrir el campo. El montenegrino, amenaza indiscutible desde el triple, da la sensación de perder potencial jugando casi exclusivamente a siete metros del aro, pero la realidad es que el plan le salió bien a los taronja. Fue precisamente su suplente, Mike Tobey, quien hizo de su capa un sayo en la zona blaugrana. Seis canastas sin fallo, tres rebotes ofensivos, y sobre todo la sensación de dominar en el momento clave del partido, cuando Pesic se la jugó con Mirotic y Oriola en cancha como interiores y se olvidó completamente de Davies, que bien es cierto no había estado bien en la primera parte, y, seguramente lo más incomprensible, de Tomic. Sin relevo en sus defensores, Tobey hizo lo que le dio la gana una y otra vez bajo el aro catalán ante el empecinamiento de Pesic en no cambiar lo que era una evidencia que no funcionaba.
Este Barça, seguramente la mejor plantilla que haya visto Europa en la última década libra por libra, empieza a dejar muchas dudas por su gestión desde el banquillo. No es asumible para un equipo de ese calibre encajar dos parciales que sumaron en total un 0-34 para Valencia. Del 18-12 al 18-32 entre el primer y segundo cuarto, y del 52-50 al 52-64 ya en el tercero. Los levantinos llevaron el partido a un nivel físico ante el que el Barça, se diría que pensando en el sábado y el Real Madrid, no tuvo respuesta. Sin amenaza en la pintura, los catalanes tiraron 43 triples sin demasiado acierto (33%). Mientras, los de Ponsarnau hicieron exactamente lo que debieron hacer los culés, que arrancaron poniendo las cosas en su teórico sitio con un 8-0 y Víctor Claver portentoso pero que luego siempre fueron a remolque. Por cierto, que jugador estamos viendo crecer en Alberto Abalde. Qué gran noticia para la selección española.
De momento son dos títulos oficiales los que ha perdido el club azulgrana pese a su demoniaca inversión del verano. A uno se le hace difícil verles perder un playoff, pero empieza a resultar más que evidente que es un equipo razonablemente vulnerable al menos cuando se juega a partido único. Ya llevan dos avisos de cara a una 'Final 4' en la que tienen la obligación de estar si no quieren que la temporada acabe en un fiasco estrepitoso.
Otro asunto. ¿Quién es el líder en la cancha de este Barça? Indiscutiblemente parece que en lo estadístico es Nikola Mirotic. Si uno ve la hoja estadística, lo rubrica. 25 puntos y 8 rebotes. Sería pretencioso, casi absurdo, decir que el de Podgorica no dio la talla. Pero hay sombras en su actuación. En los últimos cuatro minutos no apareció. Desde que anotó el triple del 66-74 a 4:01 del bocinazo final, el ala-pívot solo lanzó una vez más a canasta. Fue en un ataque que, por cierto, supuso probablemente el definitivo rejonazo anímico culé, fallando cuatro triples seguidos a apenas dos minutos del final. Volviendo a la recta final azulgrana, ahí asumieron tiros Higgins, Delaney o Hanga, pero Mirotic, precisamente ante el equipo al que venía de sentenciar hace unos días en la Euroliga, volvió a generar dudas sobre lo retorcido de su colmillo. El internacional español es un jugador portentoso, le sobran recursos ofensivos. Por fuera, por dentro, de cara, de espaldas y de larga distancia. Las mete de todos los colores. Pero no ha llegado aún el momento en el que demuestre ser un jugador con la pasta necesaria para hacer ganar a su equipo cuando más pesa la responsabilidad. Ese es quizá el gran peso que aún lleva en una mochila en la que en esta Copa del Rey se ha echado algún kilo más.
El Barcelona debe aprender algo que el Real Madrid lleva años haciendo con presteza. Eso de poner la velocidad de crucero y sálvese quien pueda. Los de Laso calcaron un guión habitual en sus últimos años en los cuartos de finales coperos. invitan al rival al intercambio de golpes y ahí suelen ser ellos los ganadores. Retabet Bilbao, con siete jugadores que en los dos últimos años han pasado por la LEB (¡Qué gran entrenador está naciendo en Álex Mumbrú!), demostró por qué es la gran revelación de la Liga Endesa. Jugó con orgullo y aceptó el cara a cara. Pero no aguantó, como marcaba el guión. Como debía haber indicado también el del primer partido pero Valencia y la dirección de Pesic se empecinaron en evitar.
Bilbao creyó hasta el tercer cuarto, con el Madrid sostenido por la que bien puede ser su columna vertebral ahora mismo: Campazzo-Deck-Tavares. Los blancos amenazaron con romperlo, y los de Mumbrú volvieron con mérito. Pero entonces, a la hora señalada, apareció el tipo que llegaba más bajo sospecha a Málaga. Ahí emergió Sergio Llull para cerrar el pase blanco a semifinales, con siete puntos en apenas treinta segundos de juego real. Punto y final.
BINGO
Qué 3+1 de @23Llull a href="https://twitter.com/hashtag/CopaACB?src=hash&ref_src=twsrc%5Etfw">#CopaACB pic.twitter.com/mnq61ta1Js
— Basket en Movistar+ (@MovistarBasket) February 13, 2020
Era una evidencia que el de Mahón no llegaba en su momento más pletórico a la Copa. De hecho, desde que su rodilla saltara por los aires en Tenerife, volver a ver ese nivel parece una quimera. Pero cuando las luces rojas se encienden, cuando alguna pierna tiembla y las muñecas dudan, el balear siempre va a asumir la responsabilidad. Se le podrá acusar de fallar, de que sus piernas ya no sean las de antes o de que su nivel defensivo no resulte el ideal, pero nunca, jamás, de esconderse. Son demasiados ejemplos ya, incluso tras la lesión. Aquel regreso portentoso ante Panathinaikos, la prórroga forzada ante el Barça en la final copera del año pasado o los triples ante Australia para volar con España a la final del mundial son solo algunos ejemplos. De una forma u otra, Llull se las apaña para seguir siendo a los 32 quizá el mejor 'clutch player' de Europa. Ayer Bilbao Basket lo notó en sus carnes. Mientras, Nikola Mirotic, en el momento más portentoso de su carrera, sigue teniendo un asterisco a la hora señalada. La que separa a los buenos de los normales y a las leyendas de los buenos.
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