Con el palmeo de Willy Hernangómez al tiro de Xavi Rabaseda con el que España cerraba otro día enorme en su historia, anotaba todo el baloncesto español. Con esos dos puntos que cerraban el segundo título mundial en la historia de la selección encestaban también aquellos jabatos que, ante la chaladura de las ventanas ingeniadas por la FIBA en su guerra con la Euroliga, tuvieron que iniciar el camino español hacia China. Cuando cayó dentro el toque de Hernangómez sumaron Fran Vázquez, Alberto Abalde, Darío Brizuela y tantos y tantos otros que dieron la cara para que esta España portentosa en defensa culminara su trabajo en el gran gigante asiático. Aquella no era cuestión baladí, que le pregunten a Croacia, Letonia y la mismísima Eslovenia, campeona continental, incapaces siquiera de llegar a China, por mucho Dario Saric, Kristaps Porzingis y Luka Doncic que sean sus líderes hoy día. Porque sí, porque España es campeona del mundo, como aquel día donde todos lloramos mirando a Saitama, un 3 de septiembre de 2006, agradeciendo la puerta abierta en Los Ángeles en 1984. España, con un más difícil todavía mediante, lo ha vuelto a hacer. Hubo decenas de piedras en el camino, incluso el futuro de Scariolo corrió peligro tras su fichaje por los Raptors. Pero España, sí, vuelve a la cima. Algo poco menos que inimaginable hace un mes.
La selección entró en parte por la puerta de atrás a esta Copa del Mundo. Las últimas encuestas previas la colocaban como la decepción del torneo. Quién iba a decir que el devenir sería el que ha sido, con una recta final tan parecida a Japón. Agonía en semifinales, Argentina entonces, Australia ahora. Éxtasis por el Oro, en su día ante Grecia, ahora ante Argentina. España, como en Saitama, salió como un tiro. Un 2-12 fulgurante, con Oriola, invitado sorpresa en el quinteto, castigando al prodigioso Scola y obligando al seleccionador rival a pedir su primer tiempo muerto en apenas tres minutos. Porque España, tras tanto camino labrado, no estaba dispuesta a que se escapara la final. Como en Japón, dominando de cabo a rabo. Portentosa en la pelea por el cetro mundial. Inabordable para el oponente.
Lo de la primera mitad fue un clínic colectivo defensivo casi inmejorable. Anulando a Scola, desconectando a Campazzo, los dos grandes elementos de un motor albiceleste que parecía gripado tras llegar a toda pastilla a una final donde nadie le esperaba. Incluso los hermanos Hernangómez, habitualmente bajo sospecha en sus quehaceres en la pista trasera, firmaron el sobresaliente. Una tela de araña perfecta diseñada por Sergio Scariolo y liderada por un descomunal Rudy Fernández en la que los americanos se ahogaron. España, que sufrió en el rebote en la semifinal, no dio opción al enemigo esta vez: 26-15 en rechaces al descanso, 47-27 al final. Un triple del propio Rudy puso un océano casi tan grande como el Atlántico entre ambos países (14-31, minuto 13). Enfrente, Argentina vivía de arreones para no morir ya en el descanso. Uno primero de Brussino y otro posterior de Laprovittola evitaron que el asunto estuviera resuelto al ecuador, donde Scola seguía sin anotar y Campazzo, desquiciado en la maraña española, sin encontrar el tino (1 de 7 en tiros).
Entonces, casi el único peligro para España era el acúmulo de faltas personales. La tercera de Ricky Rubio segundos antes del paso por el vestuario inquietó en cierta medida, sumada a las tres de Ribas y las dos de Llull y Rudy Fernández, ésta nada más comenzar la segunda parte. Pero tras el descanso se repitió la película: con Oriola haciéndole la vida imposible a Scola y Marc Gasol teniendo un rival menor en Marcos Delía, de nuevo a los tres minutos paró el partido Argentina, impotente ante la superioridad española (33-48). De poco o nada sirvió a los americanos el parón, pues desde España parecían empujar también Joan Sastre, Jaime Fernández, Pablo Aguilar o Ilimane Diop, los que se quedaron en el camino hacia China. Argentina se fue del partido, obcecada en triples sin acierto de Vildoza y en buscar a un Delía incapaz de hacer el más mínimo daño a Gasol. En esas, un mate sin oposición de Juancho Hernangómez y una espléndida jugada entre Marc y Ricky Rubio, con canasta y falta adicional, empezaron a oler definitivamente a dorado (33-55, minuto 25). Llegaron entonces dos triples a la carrera de Deck y Campazzo en apenas segundos, obligando a Scariolo a parar para paliar el más mínimo amago de nerviosismo.
Volvió ahí la clase magistral en la retaguardia. Defendían cinco en la cancha, pero parecían hacerlo treinta, como si Sebas Sáiz, Jonathan Barreiro o Santi Yusta estuvieran allí también. Como si defendiera todo el baloncesto español, tantas veces bajo sospecha y a cuyos jóvenes cuesta tanto dar oportunidades en su propia liga. Tal fue la fuerza del colectivo que España estabilizó la renta en torno a los veinte puntos, y a partir de ahí logró que casi nada ocurriera, sólo que el reloj jugara contra una Argentina donde Scola apenas sumaba desde el tiro libre y con Campazzo lejísimos del jugador que había opositado a MVP del campeonato tras su exhibición ante Serbia y Francia.
Pero el ingente corazón argentino debía emerger en algún momento. Su banquillo ordenó subir líneas y provocó algo de desconcierto en el futuro campeón. Un triple de Laprovittola y un mate de Deck obligaron a Scariolo a volver a entrar en escena (54-68, minuto 33). El italiano ejerció de entrenador y dio luz a los suyos en el único momento en que parecieron despistarse lo más mínimo del objetivo. Al de Brescia se le acusó de borrarse en 2012 tras la plata olímpica en Londres, pero desde su regreso al cargo en 2015 y su permanencia en el puesto tras fichar por los Raptors el pasado verano se convirtió en un líder más de esta selección. Aún con la ausencia de Navarro y Pau Gasol, sus jugadores le siguen con fe ciega. Llegó entonces una canasta de Ricky Rubio y otra de Llull, con falta adicional. Poco después, un triple de Juancho Hernangómez fue quizá la daga definitiva en lo más profundo del alma albiceleste (59-76, minuto 35), justo antes de la primera canasta en juego de Scola, ya en su octavo intento, ya con el partido agonizando.
Hasta el final, cayeron por faltas el menor de los Hernangómez y Pau Ribas, pero allí aparecieron en defensa el espíritu de Víctor Arteaga, Oriol Paulí, Sergi Vidal y Albert Oliver. Allí empujaron esos otros protagonistas del éxito a los que hoy no se puede olvidar, cruciales en la clasificación y a los que el propio Scariolo prometió una medalla de oro tras el duelo. No es para menos. El italiano premió también a Beirán, Colom y Rabaseda, miembros de ese proceso pero sin minutos en la recta final en China. Minutos más tarde, Rudy Fernández cerraba de la mejor manera uno de los peores veranos de su vida. Perdió a su abuelo y cerca estuvo de hacer lo mismo con su hermana, tras un fatal desenlace de un embarazo donde la propia Marta perdió a su futura hija. Fernández, único superviviente del título en Japón 2006 junto a Marc Gasol, lloró por él y los suyos. Simbólicamente, lloró por el baloncesto español, necesitado de más oportunidades, y que con el triunfo en esta Copa del Mundo culmina un camino tan minado como increíble de la mejor forma posible. De la manera más inesperada. España, sin Pau Gasol, Sergio Rodríguez, Nikola Mirotic o Serge Ibaka, quién lo iba a imaginar, vuelve a reinar en el mundo del baloncesto, tras otro día para la historia de un equipo que ha vuelto a trascender de las canchas de baloncesto para llegar al corazón de los suyos.
Ficha técnica
Argentina, 75 (14+17+16+28): Facundo Campazzo (11), Nicolás Brussino (8), Patricio Garino (-), Marcos Delía (2) y Luis Scola (8) -quinteto inicial-, Tayavek Gallizzi (-), Nico Laprovittola (17), Gabriel Deck (24), Luca Vildoza (2) y Máximo Fjellerup (-) y Agustín Caffaro (-) y Redivo (3)
España, 95 (23+20+23+29): Ricky Rubio (20), Rudy Fernández (11), Juancho Hernangómez (11), Pierre Oriola (6) y Marc Gasol (14) -cinco titular-, Pau Ribas (5), Víctor Claver (2), Willy Hernangómez (11) y Sergio Llull (15), Rabaseda (-), Colom (-) y Beiran (-).
Árbitros: Cristiano Maranho (Brasil), Yohan Rosso (Francia) y Steven Anderson (Estados Unidos). Eliminaron por faltas a Pau Ribas y Juancho Hernangómez, por España; y a Nico Brussino, por Argentina
Incidencias: Final del Mundial de China disputada en el Wukasong Sports Center de Pekín ante unos 18.000 espectadores que llenaron el recinto. Asistió al partido el ministro español de Cultura y Deporte, José Guirao