No corren los mejores tiempos para la cantera masculina española en el baloncesto. Es época de puertas prácticamente cerradas para nuestros jóvenes en la Liga Endesa. Ante la urgencia, lógica, de los entrenadores por conservar un puesto de trabajo difícil de alcanzar, falta valentía y sobra conservadurismo. La apuesta por el talento joven se pone bajo sospecha y es mucho más fácil recurrir a un temporero de treinta y tantos y de a saber dónde que a un producto nacional por hacer y con el que arriesgar puede costar un triunfo a corto plazo, obviando la victoria futura. En esa tesitura, Sebas Sáiz, Sergi García o Aleix Font, tres de nuestros valores más interesantes, se han marchado de España buscando mejores oportunidades. Y ello repercute en la imagen de la competición, necesitada de caras nuevas a las que vincularse emocionalmente. Por eso la llegada de Francis Alonso a Fuenlabrada, cedido por Unicaja, y de esa sensación que es ‘Tyson’ Pérez a Andorra palia al menos el desasosiego por la marcha de otros compatriotas. Pero, al borde ya del final de la Generación del 80, con la selección absoluta por primera vez sin ninguno de sus integrantes desde los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, hace falta más.
Hace falta tener derecho a ilusionarse. Y por ello la irrupción de Carlos Alocén y Santi Aldama es gloria para los ojos de algunos aficionados que iban camino de desengancharse. El primero, líder de la llamada ‘Generación Z’, una interesante camada del Basket Zaragoza, todavía tiene 18 años, pero la apuesta maña por él ya empieza a dar resultados. Porfirio Fisac poco menos que le dio las llaves del equipo en la recta final de la pasada temporada. Y Alocén, ya fichado por el Real Madrid pero que se quedará un año cedido en su tierra, no le decepcionó. Más allá de las lógicas imprecisiones de su edad, Alocén, no exento de un notable potencial físico, es baloncesto. Es intuición, ir un segundo por delante del resto. Es ritmo y una cabeza privilegiada para jugar a esto, que apostó por el profesionalismo el verano pasado pese a los cantos de sirena de las grandes universidades americanas. Entre otras, Gonzaga, donde creció un tal John Stockton como base. Casi nada.
A Alocén, pese a su juventud desbordante, se le veía venir ya el año pasado, cuando en casa apostaron por su talento. Santi Aldama, sin embargo, acaba de entrar de forma abrupta por los ojos de la mayoría. Se ha cocido a fuego lento en la Academia Canterbury de Gran Canaria y en el Europeo sub 18 de Volos hemos descubierto un diamante en bruto. Un alero de 2’10 con importante amenaza exterior y que se mueve como una lagartija. Su manejo de balón, además, es notable, como resultado de llevar trabajando fundamentos de jugador exterior toda su vida, y ahora se vislumbra una bomba de relojería cuyo siguiente paso estará en la NCAA americana, concretamente en la Universidad de Loyola-Maryland. Hijo del ex internacional Santi Aldama, olímpico en Barcelona’92, y sobrino de otro buen jugador canario, Santi Toledo, el alero de 18 años ha sido el líder de España en Volos. Sus irrupciones, junto a una oportuna defensa zonal, resultaron determinantes en los terceros cuartos de la semifinal ante Grecia y la final frente a Turquía para llevar a España al oro. Su padre, pívot de vieja escuela hace dos décadas, declaró esta semana en ‘Tirando a Fallar’ que el tiro exterior lo heredó de su tío, notable triplista. No sabemos de dónde le viene el carácter y el liderazgo, pero bienvenidos sean, con su estirón en centímetros en los últimos años que le proyecta a otra dimensión. Aldama podría ser casi lo nunca visto en nuestro baloncesto. Presencia física, fundamentos técnicos, bote, tiro exterior, movilidad, carácter y liderazgo. Todo en uno. Se hace difícil pensar en un proyecto de alero semejante antes en España. Y él, como Alocén, otro hijo por cierto de jugador profesional, da motivos para pensar en algo bueno.
La tercera pata de este banco bien podría ser Usman Garuba. El de Azuqueca de Henares es un físico colosal, que domina una tras otra sus categorías por su portentosa exuberancia atlética. Sus 18 puntos y 19 rebotes ante Grecia en la semifinal en Volos tuvieron tanto peso como el recital de Aldama frente a los helenos. Sin embargo, con él, que bien podría empezar a jugar de forma más o menos habitual con el primer equipo del Real Madrid este mismo año, queda la duda de qué ocurrirá cuando no domine físicamente, algo para lo que no falta tanto. Si su evolución técnica es correcta y su amenaza en el tiro, cuanto menos de media distancia, aumenta, ahí habrá un jugador de nivel para muchos años. Pero le queda camino por recorrer en esa mejora, aunque tiene todo el tiempo del mundo y está en un sitio excelente para lograrlo.
Han pasado años, probablemente desde la desorbitante irrupción de Ricky Rubio, que nuestro baloncesto masculino no traía dos proyectos como Alocén y Aldama. Ojalá se conviertan en lo que todos queremos y lideren a la selección durante una década. Pero cuidado con las expectativas y los titulares a la carrera. Cuidado con ‘El nuevo Ricky’ y ‘El proyecto de Gasol’ que ya se leen por ahí, frases demasiado facilonas y que no ayudan en absoluto al crecimiento que ambos precisarán al ritmo que necesiten, sin tener que fijarse en nadie. Casos sobrados tenemos de expectativas excesivas en la prensa que no pudieron cumplirse. Probablemente Jonathan Barreiro sea el mejor de ellos. Hoy es un buen jugador ACB, pero desde luego no es ‘El nuevo Magic’, como un día le apodaron, aún a los 14 años. Ahí es nada. A Josep Pérez, base valenciano líder de la generación española de 1994 le apodaron en su día ‘El nuevo Navarro’. Hoy el reconoce que aquello se le subió a la cabeza. "Fui demasiado tonto al creérmelo", admite mientras su talento, cómo no bajo sospecha, trata de abrir la puerta de la ACB desde la LEB Oro dirigiendo al Covirán Granada.
Santi Aldama y Carlos Alocén son nuestro derecho a ilusionarnos. No seré yo quien nos lo quite, emocionado aún con el descollante tercer cuarto ayer del primero. Ojalá que Usman Garuba también. Y que Francis Alonso y ‘Tyson’ Pérez tiren abajo la puerta de la Liga Endesa, que falta hace. Pero mientras eso sucede, y sin quitarles de encima el foco que ya merecen, por favor, algo de responsabilidad en los que debemos contarlo. Eso también forma parte del proceso. Y del camino al éxito o el quedarse a medio camino de lo que nosotros, quién si no, exigimos a unos chavales que apenas han cumplido la mayoría de edad.