El comienzo de la Final 4 de la Euroliga en Vitoria ha traído una noticia preocupante para el estamento gestor de la máxima competición europea: el Fernando Buesa Arena ha distado mucho de registrar un lleno en la primera semifinal entre el Fenerbahce, gran favorito al título, y el Anadolu Efes. Y eso pese a la presencia de más de 3.000 aficionados ruidosos del Fenerbahce, si bien el Efes ha arrastrado a bastantes menos seguidores, unos 500 aproximadamente. A falta de ver el aforo en la segunda semifinal, entre Real Madrid y CSKA de Moscú, las gradas del Buesa Arena, especialmente en los sectores medios, han mostrado bastantes huecos. En el duelo turco, de los más de 14000 asientos disponibles, se han ocupado poco más de 12.000, una cifra notable pero que no es ni mucho menos a la que podía aspirar la Euroliga.
Esta situación podía preverse en los últimos días, pues los precios en los portales de reventa de entradas estaban muy baratos, pudiendo encontrarse boletos para la doble sesión de semifinales del viernes a apenas 50 euros, precio muy inferior al inicial de entrada. Además, muchos aficionados vitorianos, decepcionados por la ausencia del Baskonia en la Final 4, han tratado también de colocar sus entradas a través de las redes sociales, a precio de coste o, en muchos casos, inferior al de venta original.
Sin embargo, hay una situación más allá de la ausencia o no de un equipo que debería hacer reflexionar a la Euroliga. Y es que en el día que las entradas salieron a la venta a través de su web oficial, en apenas 5 minutos se comunicó que no existían entradas disponibles para el público general, aunque inmediatamente los portales de reventa estaban repletos de abonos para la Final Four doblando el precio original. Por ende, es fácil entender que la inmensa mayoría de aquellas entradas puestas a la venta acabaron en manos de páginas de reventa que, como ahora se ha demostrado, no han sido capaces de colocar todas las entradas.