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Las dudas razonables de Real Madrid y Barcelona antes del Clásico que resolverá la Copa del Rey

Blancos y azulgranas ganaron con solvencia su semifinal. Sin embargo, los dos dejaron entrever algún claro punto de mejora.

En los minutos previos al inicio de la primera semifinal de esta Copa del Rey, se escuchaba en la cercanías del Wizink Center a un conocido entrenador de la Liga Endesa decir que "cuando los equipos de Euroliga se ponen en serio, no hay nada que hacer". Esa era su conclusión tras los cuartos y su vaticinio en la previa de la jornada que decidiría a los dos finalistas. Bien cierto es que Baskonia no le había dado la razón el viernes, quizá porque "no se puso serio" y subestimó o no supo cómo afrontar al Divina Seguros Joventut. Pero no lo es menos que Barcelona Lassa y Real Madrid cumplieron sobradamente con su apuesta, sirviendo un nuevo Clásico para la final del torneo copero.

Fue un sábado resuelto con algo de maquillaje, y que sobre todo plantea alguna duda más que razonable de cara a la resolución del título, principalmente en las filas del equipo de Pablo Laso. El Madrid saltó a la cancha ante el Divina Seguros Joventut con un objetivo muy marcado. Volver loco a Nico Laprovittola tras su descomunal rendimiento del viernes sería el pilar sobre el que fortificar el pase de ronda. Pese a que el base terminara luciendo 14 puntos y 7 asistencias, buena parte de su producción llegó con el partido resuelto, tras amargarle la existencia la defensa merengue. Causeur fue el primero en ejercer de perro de presa. Le sucederían Taylor, mayoritariamente, y Campazzo, con un resultado global muy superior al logrado por el Baskonia en la previa. La Penya compitió con honores para irse con la cabeza alta, pero le queda mucho para poder tumbar al Madrid en una semifinal copera en la capital. Todorovic se fajó mientras tuvo gasolina, Ventura demostró su ADN verdinegro, Harangody derrochó profesionalidad en un día más en la oficina, y el canadiense Conor Morgan volvió a confirmarse como uno de los robos del mercado esta temporada. Tras su formación en su país natal, debutó como profesional en Nueva Zelanda. Y desde allí, la dirección deportiva del Joventut se atrevió a soltarle con picadores en una liga como la española. Los hechos han dado la razón a la valentía de Jordi Martí, responsable de su incorporación. Tras una Copa excelente que confirma su notable temporada, el valor de mercado del canadiense sube como la espuma.

Cumplió con nota el Madrid en defensa, pese al maquillaje final de Laprovittola, si bien su ataque se quedó mucho más lejos del sobresaliente. Pese a anotar 93 puntos, lanzar 42 triples, por 31 tiros de 2, para anotar sólo 12 intentos desde más allá del arco son cifras poco compatibles con poder batir a la defensa del Barça en la final, cuando los blancos no serán tan superiores en el rebote como ante la Penya (44-31). Buena parte de la clave del duelo del domingo erradicará en los bases. Con Pangos y Heurtel a buen en nivel en los azulgranas, esa posición es la que más dudas deja en los de Pablo Laso ahora mismo. Campazzo alterna muchos minutos geniales a toda pastilla con algún cortocircuito en el que tanta aceleración se le vuelve en contra, como cuando se torció un poco para permitir en último gran acercamiento del Joventut, 54-49 mediado el tercer periodo. Pero en la espalda del cordobés residen muchas de las opciones del Madrid, al menos mientras Sergio Llull siga a su nivel actual.

Bien hace Laso en darle confianza plena, sabedor de que es el camino para volver a encontrar la mejor versión del menorquín, pero el problema de acierto ahora mismo es evidente. Entre los dos partidos acumula cinco canastas de veintidós lanzamientos. Ante el Joventut, anotó dos triples en once intentos y una canasta más de dos puntos. Veinticuatro horas antes, frente a Estudiantes, uno de cinco triples y uno de cuatro de dos. De la mejoría de Llull, tocado anímicamente, dependerá que la mochila en la espalda de un Campazzo con muchos minutos acumulados no pese demasiado, toda vez que a Prepelic no parece esperársele en el puesto de 'uno' en un duelo tan decisivo. En la semifinal, Llull no pudo ni maquillar, pese a que varios de sus tiros fueron en buenas posiciones. Y eso preocupa en la parroquia blanca.

Antes, el Barça había sido durante muchos minutos muy superior al Iberostar Tenerife. Dos de los equipos que juegan a menos posesiones del baloncesto español empezaron como marcaba el guión, con un ritmo lento que generó un 17-15 en el primer cuarto. Pero poco tardarían los de Pesic en marcar distancias gracias principalmente a su trabajo defensivo, donde Hanga ejerce como capitán general en la defensa en un equipo cada vez más solvente atrás. En ataque, pese a que su brillo sigue siendo inferior al del Madrid, su efectividad también va en aumento, lo que iguala sobremanera las fuerzas con los blancos.

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Antonio Conde señala falta técnica a Txus Vidorreta, arrodillado. | ACB Photo

Cierto es que la torrija del final cerca estuvo de costarle cara a los blaugranas. Lo que parecía inicialmente maquillaje canario pudo convertirse en algo mayor si una polémica falta de Brussino sobre Pau Ribas no se hubiera cobrado con 87-83 a 20 segundos del final, con Abromaitis ya con vía libre hacia el aro culé para generar aún más ansiedad en un Barça que llevaba minutos dando por hecho su pase a la final. Luego, la sobreactuada protesta de Txus Vidorreta le costó una técnica que sentenció definitivamente el juego. Error del vasco, presa de los nervios, por más que pudiera llevar razón. "Estuvimos cerca de liarla", reconocía el propio Ribas tras el partido. Un pecado venial que bien podría ser mortal en la final, ante un rival tan capaz de castigar a su oponente en unos segundos, con esos fogonazos letales que han sido la marca registrada del Real Madrid en la etapa de Pablo Laso.

Llegados al domingo, las dudas, por razonables que sean, serán malas compañías. Mucho bien le haría al Madrid encontrar una versión mejorada de Llull y sobre todo más tino en el perímetro. Lo mismo cabría decirse de la inconsistencia en ocasiones del Barcelona, en vías de resolución pero que, de aparecer en la final, podría costarle todo. Y al perdedor no le valdrán los maquillajes. El Barça confía en empezar a invertir de verdad el ciclo dominante del Madrid. Los blancos, en demostrar que siguen un escalón por encima. Este Clásico, especialmente por ser en la capital y con un título en juego será demasiado premio como para que la herida del que lo deje escapar le dure un tiempo al derrotado.

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