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La obsesión con el triple condena a Unicaja y Valencia Basket en las semifinales de la Copa del Rey

La Copa del Rey comenzó con Unicaja y Valencia Basket muriendo desde la línea de tres. Iberostar Tenerife y Barcelona mostraron otros argumentos.

La Copa del Rey comenzó con Unicaja y Valencia Basket muriendo desde la línea de tres. Iberostar Tenerife y Barcelona mostraron otros argumentos.
Adam Hanga celebra una canasta junto al banquillo del Barcelona | ACB Photo

Quizá por la exuberancia física cada vez mayor en las cercanías del aro, quizá por sumar lo más rápidamente posible, el hecho es que pareciera en ocasiones que el abuso del lanzamiento de tres, cada vez más extendido en la tendencia actual del baloncesto, terminará matando tan hermoso juego. En la jornada inaugural de la Copa del Rey se clasificaron para semifinales los equipos que, llegada la hora de jugarse las habichuelas, tuvieron más argumentos que el objetivo de sumar de tres en tres. El sábado se medirán en la primera semifinal el Barcelona Lassa y el Iberostar Tenerife, dos de los más destacados equipos de la Liga Endesa desde el 6´75 que, sin embargo, recurrieron a algo más que a ello para sellar su billete a la siguiente ronda, algo que difícilmente podrán decir a estas horas en el seno de Valencia Basket y, muy especialmente, en el de Unicaja de Málaga.

Comenzando cronológicamente, Txus Vidorreta le ganó la partida por completo a su colega en el banquillo Luis Casimiro. O al menos, la ejecución del plan que hicieron sus jugadores. El técnico vasco del Iberostar le dio la vuelta como un calcetín al juego de su equipo, con mucha diferencia el que más triples tira en la ACB, promediando, de hecho, más lanzamientos de 3 que de 2 hasta la fecha. Sin embargo, su plan de partido ante los malagueños comenzó atacando las proximidades del aro andaluz, con un fantástico 8 de 11 en la pintura rival y "apenas" 5 triples lanzados en el primer cuarto. La inteligencia para jugar al baloncesto de Javi Beirán y Tim Abromaitis, capaces de dominar el juego sin anotar en exceso, quedó demostrada una vez más y los aurinegros tomaron una ventaja rápida que administraron todo el duelo, con un Colton Iverson colosal en la zona, territorio en el que a priori los malagueños debían haber hecho sufrir a los canarios mucho más. Cuando la defensa malagueña cerraba a los interiores, los exteriores aparecían, al contrario que cuando la atención se focalizaba en ellos, con Iverson omnipresente. Una oda al equilibrio baloncestístico.

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Iverson, colosal ante Unicaja, machaca el aro malagueño. | ACB Photo

Pero Unicaja pasó una vez más con más pena que gloria por la Copa. Mucho ha llovido ya desde 2005, cuando los malagueños alzaron su único título en Zaragoza, algo menos desde su última final, en Madrid en 2009. El hecho es que desde entonces, y va una década, sólo han ganado un partido en el torneo, en 2015 en Las Palmas ante Bilbao Basket. Pobre bagaje para una entidad que siempre aspiró a más, y que este año ha decepcionado a todo el mundo en su paso por Madrid. Resultó encomiable el esfuerzo de Jaime Fernández y Milosavljevic, más el empeño de un Carlos Suárez crucial para el equipo en lo emocional pero renqueante del gemelo. Mas fuera de eso estuvo el desierto y el abuso casi patológico desde la línea de tres para acabar con 34 lanzamientos lejanos, apenas 12 acertados, y solo 26 intentos de 2. En la zona, Shermadini apareció a ráfagas y Lessort demostró no estar aún listo para asegurar rendimiento en las citas de verdad, así que allí Iverson campó a sus anchas y el sorprendente libreto modificado de Vidorreta llegó hasta el final, con 35 tiros de 2 y apenas 19 triples, guión completamente distinto al habitual en los insulares. En definitiva, un equipo se adaptó a las circunstancias y compensó su juego en cada momento mientras el otro buscó un milagro a triples ante su incapacidad para generar otra cosa. Huelga decir quién será el semifinalista.

Había advertido Svetislav Pesic en la previa copera que Will Thomas, jugador de Valencia Basket, es "el mejor ‘4’ de Europa en la actualidad". Palabras rimbombantes que responden a la clásica cautela previa a un partido, pero que el de Baltimore se afanó en confirmar con su fulgurante inicio ante los azulgranas, con siete puntos rápidos hasta el 5-10 con los catalanes jugando demasiado pausados al ritmo de Pangos. Cuando entró Heurtel los culés aceleraron, aunque se encontraron a un sorprendente Tobey sobre el que no había advertido el veterano serbio, que llegó a poner once arriba a los taronjas (13-24). Pero este Barça, que hace un año habría entrado en un bloqueo mental casi garantizado ante tal tesitura, tiene recursos. El primero, en la pista trasera, donde el liderazgo indiscutible que ejerce el húngaro Adam Hanga casi siempre contagia al resto de sus compañeros, muy especialmente si comparte minutos con Pau Ribas, el otro capo en la retaguardia catalana. El magiar está en un estado de forma esplendoroso, con mucho el mejor de su carrera. En defensa sigue siendo tan determinante como en su mejor etapa en Baskonia, pero en ataque asume con una confianza pocas veces vista, siendo además un puntal en lo emocional.

Enfrente, Valencia Basket derrochó una dignidad muy superior a la de Unicaja, aunque terminó cayendo por el mismo argumentario. El partido llegó en un puño incluso hasta mediado el último cuarto, aunque con la sensación de que los de Pesic tenían una marcha más que, efectivamente, imprimirían en el momento justo. El serbio, que había tirado de cemento armado en el tercer periodo, con Hanga, Singleton, Claver y Oriola compartiendo quinteto, consiguió así incomodar a un Valencia Basket que comenzó a arrojarse compulsivamente en las manos del triple. Y eso no es ni mucho menos garantía de éxito, por más que el Barcelona aceptase el reto y durante varios minutos el juego fuera un concurso desde el 6´75 soporífero para los eruditos del juego. Sobraba físico e intensidad en la misma dimensión en que faltaba creatividad, o acaso empeño en hacer algo diferente. La salida de Ribas y Tomic a cancha en el momento justo dio al Barça ese plus necesario para, ante un Valencia ya en la reserva y con los porcentajes decayendo, dar la puntilla y certificar el pase de ronda. Dos pérdidas consecutivas mataron a los levantinos, que al igual que Unicaja acabaron con más triples, 31, que lanzamientos de dos, 22. El Barcelona, mejor equipo en porcentaje de tres de la ACB, ganó desde la defensa comandada por Hanga y el aporte en la pintura de Tomic, que no encontró Ponsarnau en los suyos. Y por cierto, lanzando menos de 3 que de 2 y con su mejor anotador exterior, Kyle Kuric, olvidado no por casualidad en la profundidad del banquillo. El baloncesto es algo más que meter triples, aunque muchos parezcan empeñarse en lo contrario.

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