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El Real Madrid de baloncesto y su particular montaña rusa

La victoria en el Palau Blaugrana, una nueva esquirla en una temporada demasiado irregular del Real Madrid de Pablo Laso.

Sergio Rodríguez anota ante Samardo Samuels | ACB Photo

El Real Madrid de Pablo Laso sigue inmerso en un particular frenesí durante esta temporada. Lejos de lo que ocurriera en el curso pasado, sus partidos, sus semanas, sus meses, sus competiciones en general, salvo la Copa del Rey, son un auténtico terremoto de sensaciones y nivel de juego. Un sube y baja emocional poco ideal para un equipo construido para ganar títulos, tal y como se demostró hace unos meses, y que esta semana ha vuelto a demostrar que la irregularidad es la nota predominante en su rendimiento. Tras caer de forma contundente en la Euroliga, su victoria en el Palau Blaugrana, de nuevo en un partido mareante, remontando en el último cuarto tras un pésimo arranque, vuelve a mostrar que este año, los blancos son, aunque suene a tópico, más que nunca capaces de lo mejor y lo peor.

Y es que nadie podrá decir que la eliminación del Real Madrid en la Euroliga ha sido una sorpresa inesperada. Su camino en la máxima competición continental no ha sido recto en ningún momento. Los altibajos se han sucedido, y han vivido al filo del abismo en todas y cada una de las fases de la competición. Lejos de lo ocurrido en los tres años precedentes, en los que los merengues alcanzaron siempre, no sólo la Final Four, sino el partido por el título, su rendimiento en este curso ha estado lejos de ser el necesario para obtener la fiabilidad necesaria para reeditar su lugar como campeón. Así que, ante un Fenerbahce que, junto al CSKA de Moscú, sí ha mostrado desde octubre ser uno de los equipos más seguros de Europa, lo normal era un claro favoritismo otomano, que ha terminado mostrándose en la eliminatoria de cuartos de final. Por más que se aludiera a la importante baja de Jan Verely en los de Obradovic, al carácter de campeón de los madrileños, o a su encomiable capacidad para resolver una vez que se veían al límite, cierta por otra parte, lo cierto y verdad es que el equipo turco partía como favorito y se ha mostrado uno o dos niveles por encima del Real Madrid durante toda la serie.

Así que, en esa enfervorizada atmósfera que rodea a la entidad merengue, multitud de informaciones han saltado a la palestra sobre el futuro del equipo desde que el Fenerbahce certificara el 3-0, poniendo incluso al entrenador en el disparadero y obviando, igualmente, que la Liga ACB sigue siendo un objetivo importante que, de lograr los blancos, podría hacer que su temporada terminara con un doblete de liga y Copa del Rey. Lo que sí es un hecho es que los fichajes no han funcionado como se esperaba a principios de temporada. Ni Jeff Taylor, válido en defensa pero inoperante y superado en ataque, ni Trey Thompkins, lejísimos de lo que se pensaba de él, pese a su gran actuación en la victoria en el Palau Blaugrana este fin de semana, ni por supuesto un Maurice Ndour verde como pocos para el alto nivel. La crítica sobre Augusto Lima quizá deba esperar un año más, por las dificultades lógicas de una incorporación a mitad de temporada, pero pinta a ser uno de esos pívots que gustan a Pablo Laso… Entre los que no parece estar Willy Hernangómez, `5´ clásico, de los de juego al poste, del corte de los Bourousis o Tomic, jugadores que no encajaron en el sistema del vitoriano, por lo que no hay grandes motivos para pensar que el mayor de los Hernangómez si lo vaya a hacer. Finalmente, Luka Doncic, no enormes destellos durante la temporada, no ha tenido los minutos ni la importancia suficiente en los momentos cumbres para medir su adaptación a la altísima competición, pero hay razones más que sobradas en su caso para pensar que puede ser un referente del Real Madrid quizá a partir del inicio de la próxima temporada, y no sería descartable que tenga cierto peso en lo que resta de curso. Su ingente potencial desde luego parece merecedor de una oportunidad más pronto que tarde. Ante este escenario, parece palmario que Pablo Laso ha echado mucho de menos durante los últimos meses a Marcus Slaughter, la pieza que encajaba como un guante en su engranaje defensivo, donde los pívots de enorme movilidad son de importancia muy relevante.

Pero no ha sido el mal rendimiento de los fichajes lo único que ha llevado a la irregularidad del Real Madrid este año. Sería una pésima excusa en una plantilla de quince jugadores, a la que el común de los mortales no puede aspirar. El factor físico ha sido fundamental. La una abrupta pretemporada, sin tiempo tras el Eurobasket para desembarcar en la Copa Intercontinental, ya desde la Supercopa Endesa fue notorio, y se hizo patente en la primera fase de la Euroliga, que la salud física y mental del equipo no era la ideal. Más allá de que Felipe Reyes o Andrés Nocioni cumplan 36 y 37 primaveras respectivamente en este año, el pésimo rendimiento de Thompkins, la tardía llegada de Lima, y la escasa confianza en Hernangómez, ha generado en una sobrecarga de minutos en Gustavo Ayón y los propios Nocioni y Reyes. El mexicano ha sido el más regular durante el año, pero no ha llegado al 100% al momento del duelo ante el Fenerbahce, Reyes también es un valor seguro de enorme mérito pero ante los físicos más potentes y físicos del continente sufre como es normal, y Nocioni lo dejó muy claro en la Copa del Rey: "ustedes (por la prensa) dicen que regulo, pues será así, pero yo tengo 36 años y sé muy bien lo que tengo que hacer". Más claro, agua. Seguramente habrá quien piense que en esa estructura falta un `5´ clásico, pero Laso ha dejado muestras más que sobradas acerca de que ese camino no es el suyo, así que parece un error indagar por ahí.

Además, con Slaughter fuera, y aunque lo mejor que ha dado Jeff Taylor ha sido en la pista trasera, la otra pata defensiva crucial era un Rudy Fernández que ha sido quien más ha notado la carga física de un verano sin descanso. Su espalda volvió a decir basta y su paso por el quirófano a media temporada todavía le tiene buscando el ritmo más álgido. Su defensa de ayudas, de la línea de pase, y muy especialmente del lado débil, ha sido un elemento catalizador del Real Madrid reciente, y este año no se ha visto aún a su mejor nivel, como el jugador mejor pagado de la plantilla que es. Seguramente, la esperanza en la casa blanca es que alcance su momento óptimo de cara a los playoffs de la Liga Endesa, en los que, si su espalda está bien, él llegará por obvias razones más descansado que el resto de sus compañeros en lo que a carga de partidos se refiere.

Fichajes, lesiones, físico, o ajustes que no dan el nivel deseado han generado en un bajón de rendimiento para un equipo que tenía un reto descomunal por delante, sólo con plantearse igualar la histórica pasada campaña. Tocar lo que funciona, o no evolucionarlo, en el deporte profesional, suele ser castigado, más aún dar un paso atrás, como parece el caso. Y sin embargo, como suele ocurrir, lo que más ha llamado la atención de prensa y aficionados han sido las desconexiones demasiado frecuentes de un equipo acostumbrado a ser un rodillo. Este fin de semana llegó a tiempo de remontar en el Palau Blaugrana tras estar 16 abajo. En la misma Euroliga volteó en ese escenario uno de los peores inicios que se le recuerdan (25-4) para acabar perdiendo en otro apagón. Cortes de luz que le han ocurrido en demasiadas veces este año, y que son seguramente el gran caballo de batalla a solucionar. Que Trey Thompkins demuestre que tiene sangre además de muñeca es un buen primer paso para recuperar la moral de las huestes de Laso. Ganar en el Palau, un gran complemento. Pero para saber si es el primer paso para enderezar una verdadera montaña rusa, o si los blancos andan inmersos en otro looping de su año frenético, habrá que esperar unas pocas semanas. Y eso que el bombardeo de rumores, al que también le será difícil a jugadores y entrenador abstraerse, ya ha comenzado.

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