Es un soniquete constante cuando se habla de la Liga Endesa en los últimos años escuchar aquello de que todo el mundo sabe que la final la jugaran el Real Madrid y el Fútbol Club Barcelona, que los grandes son poco menos que intocables, a lomos del dinero del fútbol, o que las sorpresas, no ya en partidos, sino en la clasificación, son poco menos que imposibles. La última jornada de la primera vuelta de la liga regular ha sido un mazazo para los incrédulos, y el clavo ardiendo al que aferrarse para los más románticos, certificado principalmente por dos equipos: Valencia Basket y Baloncesto Fuenlabrada.
El triunfo del equipo de Pedro Martínez en el Palau Blaugrana es la rúbrica a cuatro meses colosales por parte de un equipo construido con tanta inteligencia en los despachos como la que muestra sobre la cancha. Diecisiete jornadas bordando el baloncesto, con un racha de imbatibilidad que ya quedó atrás (es hasta buena noticia para ellos que se deje de hablar de eso), que se inició en el Palacio de los Deportes de Madrid ganando con holgura al Real Madrid, y que se ha cerrado, por el momento, en el Palau, superando a un Barcelona que llegaba con una inercia inmejorable tras su meritorio triunfo de la semana en Madrid en la Euroliga. Los taronja han vuelto a dar una exhibición de buen baloncesto y han sabido llevar siempre la iniciativa en los momentos claves, obligando a todo un Barça a que fuera el que iba por detrás. San Emeterio volvió a derrochar galones, escoltado por ese juego interior donde lucen Hamilton y Dubljevic pero en el que Luke Sikma es el regalo que quiere todo entrenador en su plantilla. La victoria levantina (91-94) cierra una primera vuelta inmaculada (17-0), dejando a dos partidos a los catalanes, y a cuatro al vigente campeón, habiendo ganado a ambos en su cancha. Empieza a haber motivos más que fundados para pensar que ya no son aspirantes a quedar primeros a final de la liga regular, sino que ya se han ganado el derecho a ser los favoritos para ello. Y ante ese escenario, y aunque los playoffs serán otra historia... ¿Se podrían cruzar Madrid y Barça en semifinales, o se meterá el Baskonia, actualmente por encima de los blancos, en el camino? Sea como fuere, y pase lo que pase, estamos seguro ante la mayor alternativa de poder a los grandes en el último lustro, superando la oposición del propio Valencia hace dos temporadas, y de Unicaja en el curso pasado. Una noticia excelente para la salud de la liga, y, efectivamente, un varapalo para los recelosos.
Lo de Baloncesto Fuenlabrada merece también una alabanza, pues lo logrado por el equipo de Jota Cuspinera no es algo baladí en absoluto. Tras su descenso de la pasada temporada, tras ver como su entrenador, Zan Tabak, se marchaba con apenas un mes de competición con destino al Maccabi de Tel Aviv, y tras conformar un equipo en base a esos jugadores que otros no quieren, como un Marko Popovic, otrora estrella continental, y que está dando un nivel descollante en Fuenlabrada. Cuspinera ha dado con la tecla necesaria para llenar de confianza a un vestuario que, entre los recién llegados, y los pocos que quedan tocados del año pasado, exigía de una serie de mimos para no írsele de las manos. El eterno ayudante en varios banquillos españoles está demostrando una enorme capacidad para ser el líder en uno de ellos. Llevar al `Fuenla´ a ganar al Real Madrid hace una semana, o a levantar un partido complejísimo en Zaragoza (79-80) a base de fe, es la muestra de ello. De nuevo para los escépticos, una prueba más que palpable de que los modestos de la ACB no siempre aspiran sólo a no descender, o incluso confían en que nadie pueda ascender desde la LEB. Bajó deportivamente el año pasado, y pasó un verano terrible en lo judicial, siendo el gran damnificado a priori si Ourense terminaba por subir, pero ahora, el equipo del sur de Madrid reverdece laureles y se ha metido con todos los honores en la Copa del Rey.
El punto negativo de la primera vuelta se lo lleva, sin discusión, el Unicaja. El malagueño es un club que a veces pega este tipo de petardazos, en un fenómeno de difícil explicación. En plena batalla social reclamando no perder la `licencia A´ en la Euroliga, quedarse fuera de la fase final del torneo del KO no apoya mucho sus reivindicaciones. Tiene un gran entrenador, una plantilla que sin discusión debería estar en las clasificadas, y una masa social de las más importantes de la competición, pero la temporada de los malagueños es de expediente X. Tras su buen rendimiento en la Supercopa, con una Euroliga más que aceptable, en la Liga Endesa no han hecho más que patinar, lejísimos de su teórico nivel real. Joan Plaza advirtió hace un mes que "jugando al nivel que estamos ni nos meteremos en la Copa". Parecieron arreglarlo en las siguientes semanas pero llegaron a jugársela ante un Real Madrid que sumaba dos derrotas consecutivas y que no podía permitirse más deslices antes de entonar la famosa "crisis". Demasiado riesgo plantarse en Madrid con necesidad, pasó lo que tenía que pasar (85-80) y Unicaja, merced al resto de resultados, no puede negar su fracaso. Esto, en el fondo, también forma parte del clavo ardiendo. Por suerte, en baloncesto en general, y en la Liga Endesa en particular, tener dinero no siempre da la felicidad, por más que acerque a ella.