Pese a que el Real Madrid ha ganado todos los títulos en juego esta temporada, no parece avecinarse tampoco un verano especialmente tranquilo en los despachos de Concha Espina. Asegurarse a Felipe Reyes durante dos temporadas más ha sido sólo el primer paso confirmado en la planificación del próximo curso, en la que pronto se confirmará la incorporación del ala pívot estadounidense Trey Thompkins si no ocurre nada extraño.
Sin embargo, el modelo impuesto por Pablo Laso desde su llegada al club, se basa principalmente en dos nombres que han liderado al equipo blanco en las últimas temporadas, y que, a día de hoy, pese a tener contrato, no tienen ni mucho menos garantizado su futuro en la capital de España: Sergio Llull y Sergio Rodríguez. Ambos escuchan cantos de sirena procedentes de la NBA, competición que el canario siempre ha tenido en mente pese a su mala experiencia previa, pero en el caso del balear, el desaforado interés de los Houston Rockets hace que estemos ante un escenario no conocido hasta ahora. La oferta económica es descomunal, muy superior a lo que podría ofrecerle su actual equipo, permitiéndole además abonar los cinco millones de cláusula de rescisión del contrato.
Por tanto, cabe plantearse si la mejor decisión para Llull sería dar o no el salto a la NBA. Desde luego, por edad (28 años), el menorquín está en el mejor momento posible para iniciar la aventura americana. En una competición tan exigente en el plano físico, se hace complejo imaginar a Llull si no es en su máximo poderío muscular. Sus potentes piernas están en su pleno apogeo, y a buen seguro que nunca estarán ya mejor de lo que están ahora mismo. En ese sentido, cabría imaginarse a Sergio Rodríguez retrasando tres temporadas su regreso a Estados Unidos, pero en el caso del otro base del Real Madrid, parece obvio que es un ahora o nunca. Por estilo de juego, si en algún momento Llull puede destacar físicamente en la NBA, el momento es ahora.
En cuanto a su destino, también es francamente atractivo en principio. Houston Rockets es el actual finalista de la Conferencia Oeste, por lo que todo hace indicar que en las próximas temporadas seguirán siendo una franquicia que aspire a llegar a lo más alto. Las dudas podrían venir por su peso específico en el equipo, en un esquema ofensivo que gira permanentemente en torno a James Harden. Sin embargo, y siendo consciente de que la barbuda estrella crea y genera todo el ataque en los texanos, la competencia del español en el puesto de base no sería insuperable. Ni Patrick Beverley (que termina contrato y habrá que ver si, como parece, es renovado), ni un veteranísimo Pablo Prigioni parecen rivales insuperables para un pletórico Sergio Llull que, en todo caso, y no lo olvidemos, partiría como rookie, con todo lo que eso implica en la liga americana.
En lo que a las contras se refiere, en ningún lugar va a encontrar el jugador un ecosistema tan favorable a sus características como en el actual Real Madrid, donde Pablo Laso confía ciegamente en él, e impone un estilo que se adapta como anillo al dedo a sus características. Sergio Llull afrontará en los próximos días (el mercado de agentes libres en la NBA se inaugura el próximo miércoles 1 de julio) la decisión más importante de su vida deportiva. La disyuntiva entre continuar liderando al mejor equipo de Europa en la actualidad, o asumir los riesgos de una aventura americana que nadie le asegura que vaya a salir a pedir de boca, pero que ciertamente parece en el instante propicio para afrontarla. En lo económico, no habrá color, por más que el club blanco trate de hacer un sobreesfuerzo, pero en lo deportivo, la decisión no va a ser ni mucho menos fácil.