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Real Madrid y Barcelona se enfrentarán por cuarto año consecutivo en la final de la Liga Endesa

Tras superar a Valencia y Unicaja respectivamente, Real Madrid y Barcelona se juegan a partir del viernes la Liga Endesa.

Tras superar a Valencia y Unicaja respectivamente, Real Madrid y Barcelona se juegan a partir del viernes la Liga Endesa.
Real Madrid y Barcelona volverán a cruzar sus caminos. | Archivo

Casi como si de un clásico del final de la primavera se tratase, la final de la Liga Endesa vuelve a desembarcar mediado junio con un enfrentamiento entre Real Madrid y Fútbol Club Barcelona, ya por cuarta temporada de forma consecutiva. Quizá no sea la final más esperada por el aficionado medio al baloncesto, un tanto cansado de la tiranía de los clubes futboleros, pero no cabe duda de que el enfrentamiento entre ambos clubes, una vez concluido el fútbol, atraerá toda la atención deportiva en próximas semanas. Y eso que, por momentos, pareció que este año no se repetiría, por la gallardía de un Valencia Basket que se dejó el alma ante el Madrid, y especialmente la corajuda vuelta de vacaciones anticipadas de Unicaja, que tras vagar como alma en pena en los dos primeros envites de su semifinal, tuvo en jaque al Palau Blaugrana hasta que Juan Carlos Navarro decidió hacer un poco más grande si cabe su leyenda, asegurando de paso el puesto de trabajo a un Xavi Pascual que, pese a renovar hace unos meses, quizá no habría soportado semejante zozobra.

De cara a la final, el primer factor a analizar es que ninguno de los dos llega a tope. Ambos planifican su temporada pretendiendo llegar a su punto de máximo rendimiento a mitad de mayo, cuando se juega la Final Four. A partir de ahí, la caída es progresiva y vencer la Liga Endesa, como objetivo secundario, requiere de un esfuerzo extra que seguro será más sencillo de realizar para ambos ahora que la adrenalina de afrontar al eterno rival está garantizada. En todo caso, la mayor presión estará del lado azulgrana, obligado a ganar para salvar la temporada, si bien también habrá exigencia en el bando de Pablo Laso, que no querrá repetir la experiencia de perder, como el año pasado, una final con factor cancha a favor. Aferrado al título salvador, el Barça parecía un ciclón hace 10 días, pero sus tres últimos partidos ante Unicaja han generado dudas. Enfrente, el equipo merengue no ha ido nada boyante en ningún momento del playoff, si bien es cierto que su mejor encuentro probablemente ha sido el último, cerrando el pase a la final en Valencia.

El balance esta temporada es claramente favorable a los madrileños. Tres títulos, todos los posibles, en su zurrón, por ninguno del rival. Cuatro victorias blancas, dos de ellas en finales (Copa del Rey y SuperCopa Endesa), por dos catalanas, sólo en los dos partidos jugados en el Palau Blaugrana. El Barcelona sigue entregado a ser el equipo de Navarro, por más que los problemas físicos del de Sanfeliú quizá recomendaran que se le dosificara más. Por detrás, sus escuderos exteriores son Oleson y un DeShaun Thomas que no para de crecer, con Hezonja y Abrines cada vez más infravalorados en la rotación, aunque sobradamente preparados para impactar en la final, si Pascual decide contar con ellos con minutos de verdad, algo que no parece ni mucho menos asegurado.

En el Real Madrid, el hombre del momento es Sergio Llull. Entre rumores de salida a la NBA, el menorquín se afianza como el líder blanco en sensaciones, rendimiento, y oportunismo, cambiando la tendencia de otros momentos en los que Rudy Fernández o Sergio Rodríguez acaparaban titulares. En todo caso, sigue siendo un equipo eminentemente exterior, con sus pívots además dejando más dudas desde la Final Four, salvo un Felipe Reyes que sigue bebiendo el elixir de la eterna juventud. Ayón ha vuelto a pecar de cierta irregularidad, aunque siempre es clave en los mejores partidos de su equipo, Slaughter es determinante en defensa aunque en ataque aporte lo justito, y Mejri ha adelantado en la rotación a un Bourousis decepcionante todo el año. Ante tal tesitura, apunte nuevamente un nombre que será clave: Andrés Nocioni.

Estamos pues ante una final que ya es más una partida de ajedrez, con lo que ello implica a la hora del disfrute del aficionado. Ambos se conocen en demasía, y eso dificultad las posibilidades de diversión. Cada nuevo movimiento estratégico supondrá un giro de tuerca que recibirá pronta respuesta del banquillo rival. Probablemente no serán los partidos más brillantes de ver, pero lo que a buen seguro estará garantizado es la emoción de una rivalidad legendaria que en los últimos años, con la presencia de Xavi Pascual y Pablo Laso, ha alcanzado grandes cotas para el baloncesto.

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