La final a cuatro de la Euroliga, seguramente el fin de semana más intenso para el baloncesto continental, desembarca este fin de semana en Madrid. Y lo hace con uno de los mejores carteles de los últimos años, en una edición en que todos los analistas coinciden en que será de un nivel seguramente superior al de las precedentes.
Así, a partir del viernes, Real Madrid, CSKA de Moscú, Fenerbahce y Olympiakos se disputarán el título de mejor equipo del continente, en una competición muy dada a las sorpresas por su peculiar formato. Lejos de los clásicos playoffs del baloncesto, el sistema a un partido, con semifinales y final, aumenta sobremanera las posibilidades de dar una sorpresa durante el fin de semana para el equipo que llegue mejor preparado táctica, física y psicológicamente. Como los más claros ejemplos, los triunfos del Maccabi de Tel Aviv el año pasado, o del Olympiakos los dos anteriores, cuando seguramente hebreos y griegos eran los menos favoritos de los cuatro clasificados.
Sin embargo, en las horas previas se hace necesario dibujar a los participantes, y si de buscar un favorito se trata, debería ser el CSKA de Moscú. Los rusos, tras la salida por la puerta de atrás de Ettore Messina, han mantenido su estructura acorazada esta temporada, aunque la llegada al banquillo de Dimitiros Itoudis, sempiterno ayudante de Zeljko Obradovic en el Panathinaikos, ha hecho al ejército rojo convertirse en el mejor ataque de la competición, con casi 88 puntos de promedio. Algo quimérico en temporadas previas.
¿A qué se debe ese cambio en el estilo de juego impuesto por el entrenador griego? La propia estructura de su plantilla responde a esa cuestión. La llegada de Nando de Colo como referente exterior, y la consolidación de Milos Teodosic tras su excelente Copa del Mundo en España el pasado verano, permitieron al técnico heleno arrojarse a los brazos del talento en su equipo, sabedor de que la exuberancia física de sus jugadores le cubriría bien las espaldas. Un perímetro en el que el otro gran nombre es el completísimo Sonny Weems. Un jugador con sueldo y rendimiento de NBA, donde ya hiciera un más que aceptable papel con los Toronto Raptors, antes de convertirse en acaso el alero más dominante de la Euroliga junto a Rudy Fernández.
Un talento y gracilidad en el exterior perfectamente compensando por sus hombres grandes, que dotan al CSKA de un nivel físico sin parangón en Europa. Desde el eterno Sasha Kaun, un `5´ puro de esos que ya casi no quedan por estos lares, hasta el potentísimo Kyle Hines, un pívot con altura de escolta y envergadura digna de un tren de mercancías, determinante en la competición en los últimos años desde que empezara a hacerse un nombre en Brose Basket para terminar eclosionando en el Olympiakos que ganara dos Euroligas consecutivas. Y entre medias, una tripleta imponente de esas que sólo crecen en latitudes septentrionales. Tres aleros fuertes de antropometría inacabable: Kirilenko, Khryapa, y Vorontsevich. Del primero huelga cualquier comentario. Si quiere y llega en forma, como parece, es el mejor jugador de la competición. Con una carrera larguísima en NBA, siendo siempre un segunda espada de máximo rendimiento, muchos dudaron de que su vuelta al CSKA este invierno fuera un retiro dorado. Sin embargo, su alto rendimiento ya se ha encargado de volver a convertirle en temible. Puntos, rebotes, defensa, intimidación. AK47 no pretende retirarse sin ganar, al fin, la Euroliga que entre Spanoulis y Printezis le escamotearan hace tres años en una gesta heroica.
Junto a Kirilenko, el relevo generacional. Khryapa ha perdido peso en la rotación este año con Itoudis, aunque seguirá siendo letal cuando aparezca en cancha. Sus minutos se los ha birlado Vorontsevich, otro alero colosal en lo físico pero del que durante años se ha esperado un mayor rendimiento, y que este año ha hecho grandes progresos, desbancando en minutos a su alma gemela en la cancha.
En resumidas cuentas, una plantilla sensacional a la que su jefe desde el banquillo ha permitido jugar con un cierto toque de diversión y velocidad, lejos de las clásicas adherencias del baloncesto continental. Por todo ello, deben ser considerados como los favoritos. Sin embargo, los precedentes, en todos los sentidos juegan en contra de esta afirmación. No ya sólo por las tres últimas ediciones, sino por la habitual tendencia de los rusos a fallar en los momentos claves en años anteriores. Si de un puro análisis estadístico se tratase, seguramente el CSKA saldría ganador en un alto porcentaje de veces. Pero no existe fin de semana más psicológico para el baloncesto que la Final Four, y esos factores, incontrolables a veces, llegan a jugar un papel determinante. No en vano, buena parte de la asignatura pendiente de los moscovitas pasa por controlarlos. Si lo hacen, serán temibles.