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Sergio Llull sale al rescate del Real Madrid ante un correoso Maccabi de Tel Aviv

El menorquín anotó 20 puntos, ocho de ellos en los dos últimos minutos del partido. Los israelíes pierden así su imbatibilidad en el Top 16.

El menorquín anotó 20 puntos, ocho de ellos en los dos últimos minutos del partido. Los israelíes pierden así su imbatibilidad en el Top 16.
Sergio Llull, durante el partido ante el Maccabi de Tel Aviv. | Cordon Press

El Real Madrid ha ganado al Maccabi de Tel Aviv (74-68) en el encuentro correspondiente a la quinta jornada del Top 16 de la Euroliga, un partido en el que el mejor fue Sergio Llull, autor de 20 puntos, y decisivo en un gran final en el que se echó al equipo blanco a la espalda.

Con este resultado, el Madrid suma su cuarta victoria de lo que va de esta ronda e iguala a su rival de este jueves. Una victoria que supone, además, la vigésimo séptima ante el equipo de Tel Aviv en los 47 partidos que han jugado entre ellos en su historia.

El Real Madrid arrancó el partido consciente de que tenía una oportunidad de demostrar a Europa que lo de Moscú (derrota por -71, en lo que fue la primera y hasta el momento única derrota de los blancos esta temporada) fue tan solo un traspié. De la mano de Nikola Mirotic, los de Pablo Laso se fueron en el marcador (16-8, m.6). El montenegrino no firmó su mejor partido (acabó con nueve puntos, solo dos tras ese inicio) pero dejó su sello defensivo en las postrimerías del partido, con una gran actuación sobre el mejor hombre del equipo hebreo, Sofoklis Schortsanitis.

Porque tras ese arranque fulgurante del Real Madrid, el entrenador de Maccabi, David Blatt, paró el encuentro y puso en cancha al gigante griego, y su impacto en el juego fue tan grande como su tamaño. Con el griego en cancha, Maccabi firmó un parcial de 3-10 en apenas dos minutos y medio que les llevó a tomar ventaja en el choque al final del primer cuarto (19-20). En ese tiempo, Big Sofo se hizo dueño y señor del partido: siete puntos, dos rebotes e intimidación a borbotones.

En uno de los momentos más en forma de la carrera de Schortsanitis, su nivel de juego es tal que puede cambiar partidos por sí solo. Sus únicas limitaciones son las físicas (sin estar cargado de faltas, solo jugó 17 minutos) pero su aportación es total. Anota, asiste, rebotea, defiende e incluso roba balones (dos en la noche del jueves). Eso en lo tangible. En lo que no se refleja en las estadística, es capaz de sacar a sus defensores del partido, como hizo con Bouroussis.

Pablo Laso acabó encontrando el antídoto al juego del griego en la figura de Marcus Slaughter. Acostumbrado a que su labor no brille, el estadounidense realizó una gran defensa sobre el griego. Una labor tan difícil como invisible en la estadística, pero esencial en el partido del jueves, sobre todo en ese arranque fulgurante del griego.

A la presencia de Slaughter, Laso añadió la de Draper y con ellos en la cancha, más la labor de intendencia que ejercen Felipe Reyes y Rudy Fernández en defensa, los blancos se hicieron muy fuertes en defensa y volvieron a recuperar las sensaciones y el mando del choque (36-29, min 18). Los jugadores de perímetro cogieron el mando en ataque y el Madrid se sobrepuso a un minuto de muchos nervios por una serie de decisiones arbitrales, para llegar al descanso mandando en el marcador (39-35).

Llull decide al final

El paso por los vestuarios le hizo al Madrid calmar la tensión del final del cuarto anterior pero la relajación provocó muchos errores en la circulación del balón y varias pérdidas. Además, Blatt dio entrada de inicio al omnipresente Schortsanitis y Maccabi añadió otra de sus armas más letales: el lanzamiento exterior.

Los macabeos son el mejor equipo del Top 16 en esta suerte y lo demostraron en el Palacio de los Deportes. Como punta de lanza en el tiro de tres estuvo el israelí Guy Pnini, viejo conocido de la afición madridista, que acabó el partido con cinco triples y quince puntos.

Todos esos ingredientes hicieron que el Maccabi estuviera cerca de romper el partido (48-55, min 25), pero el Madrid demostró que entre sus infinitas armas también se encuentra la del sacrificio. Laso volvió a poner en cancha al equipo más trabajador que tiene para evitar que Maccabi se fuera en el marcador y dejarlo todo para los últimos 10 minutos (56-57). Incluso pudieron irse por delante los de Laso antes del minuto 30, pero el desacierto en los tiros libres evitó que el Madrid mandase antes del último descanso.

Tres de esos fallos vinieron de la mano de un Rudy Fernández al que este clásico le vino perfecto para demostrar una vez que es mucho más que un anotador. Ya lo viene haciendo durante toda la temporada, pero a sus números (16 puntos, 8 rebotes y 6 faltas recibidas para 23 de valoración), Rudy añadió este jueves la sensación de total control sobre lo que pasa en el partido (árbitros, rivales, público...). Todo ello le convierte, independientemente de la anotación que haga, en una pieza básica para el Real Madrid.

El último cuarto fue una vuelta al pasado, a los duelos históricos entre estos dos equipos. 46 duelos dan para mucho y el número 47 no fue una excepción. Tras 30 minutos de una batalla de nivel Final Four, Maccabi y Real Madrid se dieron cuenta de que el partido no lo ganaría el que más puntos anotara sino el que menos encajase. La prueba fue que el Madrid intentó marcharse (64-60), pero Maccabi lo evitó (66-66, m.38).

En esos últimos 120 segundos, cada equipo se agarró a sus armas más fiables: el Madrid al talento y el Maccabi a Schortsanitis. El equipo blanco personalizó ese arma inmaterial en la figura de Sergio Llull. El de Mahón, siempre crecido en los momentos calientes, hizo ocho puntos en esos dos minutos, para acabar con 20 y Schortsanitis se sentó a 42 segundos del final, con una actuación sobresaliente pero incapaz de darle la victoria a su equipo. Un triunfo que sí le dio a los suyos Sergio Llull, y que rehízo a un equipo dolorido tras la derrota de la semana pasada en Rusia.

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