El FC Barcelona se medirá este sábado al Real Madrid en la final de la Supercopa Endesa, después de superar por 73-98 sin problemas al Laboral Kutxa en la segunda semifinal del torneo, que se está disputando en el Fernando Buesa Arena de Vitoria, gracias a una actuación muy sólida del conjunto de Xavi Pascual, que tuvo en Botsjan Nachbar a su máximo anotador con 22 puntos.
El nuevo Barça, muy renovado en cuanto a nombres, se sobrepuso a las ausencias de dos jugadores importantes como Erazem Lorbek -ésta ya sabida- y Juan Carlos Navarro -baja de última hora- y redujo a la mínima expresión al equipo local con un baloncesto fluido y de elevado ritmo, muy diferente al practicado el pasado curso, en un partido ya sentenciado en el tercer cuarto (51-76) y que permitirá a los blaugrana disputar su decimocuarta final consecutiva de un torneo doméstico.
El Laboral Kutxa fue de más a menos. Tuvo en Nocioni la sangre hirviendo que demandaba en el inicio de partido, vital para encender a la grada. Ante un rival con una rotación interminable, aun sin poder contar con Navarro y Lorbek, el carácter del argentino y los centímetros de Pleiss plantaron cara en el primer período. Pero fueron casi los únicos argumentos expuestos después, poco bagaje ante la trituradora blaugrana.
Los de Sergio Scariolo buscaron en el rebote de ataque un plus ante un Barça lejano de la versión del último curso. Mucho más capaz de correr y con un ritmo varios peldaños por encima, el cuadro de Xavi Pascual dejó muestras de su poder ofensivo, liderados por una pareja interior letal, el esloveno Nachbar como cuatro abierto y el croata Tomic dominando como cinco en la zona.
El Barça, un reloj, anotó 27 puntos en cada uno de los dos primeros parciales y fundió a los locales en el segundo cuarto. La rotación dejó huella y permitió al bloque catalán escaparse en el marcador en gran medida por las pérdidas de su rival (diez a la media parte), aprovechadas sin piedad por un sistema ofensivo sin respuesta, que alcanzó un porcentaje de tiros de dos inabordable al descanso (15/20).
La reanudación no tuvo el efecto esperado para Scariolo, ya que el Barça continuó acelerando y disparó su renta hasta más allá de los veinte puntos, con la muñeca de los debutantes Nachbar y Pullen haciendo daño y el Laboral Kutxa fuera del partido, sobre todo a raíz de pérdidas que le impedían competir y acrecentaban su ansiedad en el tiro de tres (4/23), una lacra todo el duelo.
Sólo San Emeterio, en arranques personales, trató de reducir una desventaja inaccesible por el poder de la rotación del Barça, que a pesar de no contar con su capitán, Juan Carlos Navarro, arrasó sobre el parqué del Buesa Arena a un equipo local con mucho trabajo por delante.
El Barça se mostró como un equipo sin fisuras y preparado para dañar a su rival desde contextos mucho más dinámicos, justo los que practica el que será su rival en la final de este sábado, un Real Madrid que ya le venció el pasado año en la Supercopa y del que aún mantiene la herida sin cerrar de la última final de la Liga Endesa, resuelta en el quinto y definitivo partido.