El CSKA de Moscú se ha impuesto al Barcelona Regal por 74-73 en el partido por el tercer y cuarto puesto de la Final Four de la Euroliga, que se disputa estos días en Londres, en un encuentro en el que ninguno de los técnicos decidió arriesgar en exceso y repartió minutos entre todos sus hombres.
Españoles y rusos saltaron a la pista de un O2 medio vacío a disputar "el partido que nadie quiere jugar", en palabras del capitán azulgrana, Juan Carlos Navarro. Y el encuentro se lo llevó el que menos falló. La poca intensidad y la fragilidad defensiva en ciertos momentos de la contienda parecían más propias de un amistoso que de un encuentro de Final Four.
Comenzó fuerte el equipo ruso, que endosó, nada más comenzar el partido, un 11-2 a los azulgrana, que no se encontraban cómodos sobre el parqué del majestuoso O2 Arena londinense. Marko Todorovic (11 puntos y 4 rebotes) parecía, junto a los siempre fiables Ante Tomic (10 puntos y 6 rebotes) y Navarro (17 puntos), el único dispuesto a cuestionarle el liderazgo al todopoderoso equipo ruso.
Mientras las gradas se iban llenando de aficionados madridistas y helenos, el estadounidense Sonny Weems hizo las delicias de los presentes al culminar una gran jugada que él mismo inició poniendo un tapón con un espectacular mate, que se llevó los aplausos del coliseo londinense.
No fue hasta el minuto 14 cuando el Barcelona se puso por delante en el marcador por primera vez gracias a una canasta del australiano Joe Ingles. El intercambio de puntos fue, sin embargo, la nota predominante en el segundo cuarto (35-35, m.20).
Tras el descanso, los de Messina comenzaron mucho más metidos en el partido y le endosaron un parcial de 13-0 a los azulgrana, que no anotaron en los primeros tres minutos. Los moscovitas atacaban por todos los frentes. Y les entraba todo (59-55, m.30).
Se acercó el Barcelona en el marcador en los instantes finales gracias a un Navarro inconmensurable y a un Erazem Lorbek que parecía despertar, por fin, de su letargo (74-73, m.39). Sin embargo, dos tiros libres anotados por Weems a falta de menos de un minuto y una serie de errores en la última posesión azulgrana inclinaron del lado moscovita el partido que nadie quería jugar.